La dama en apuros.
-Traje de gravedad.
Tenía inscrito aquella nueva capsula que después de mucho esfuerzo, muchas vidas perdidas y mucho investigar por ciertas pistas que aparecían en las diferentes áreas y niveles, donde había tenido que pelear y vencer a muchos enemigos para alcanzar aquella habitación, presionó el botón de despliegue y al meterse, su traje fue modificado en aspecto y condiciones, en cuanto se abrió, recorrió caminando aquella habitación como calándose el traje recién adquirido, aunque no sintió algún cambio en sus funciones, si suponía en qué áreas le iba a servir, ya que había unos lugares muy altos que mostraban accesos que no podía alcanzar, se dirigió a aquellos para explorar aquel nuevo nivel del juego de Metroid instalado en su mente, como si tuviera una consola de videojuegos conectada a su cabeza, porque cada vez que se acostaba a dormir, en sus sueños jugaba como si fuera un juego de video.
- ¡Ready player one!
Volvió a escuchar la femenina voz y a visualizar en el cristal de su casco, la señal que le indicaba que el juego comenzaba, abandonó aquella cámara donde adquirió su nuevo traje de gravedad y ya sin mucha dificultad, porque durante etapas anteriores del juego, también había optimizado sus armas y equipo, recorrió los niveles que lo conducían al acceso a aquellas áreas que no había podido alcanzar, y todo fue como en los juegos de video, del fastidio de recorrer tantas veces el mismo lugar, por no encontrar el camino o la manera de pasar al siguiente nivel, con la nueva función del traje de gravedad que le permitía desarrollar un impulso que lo lanzaba lejos y caer lentamente de grandes alturas, pasó a la emoción de descubrir nuevas áreas y de encontrarse con nuevos enemigos, hasta que se desplegó un nuevo escenario, una parte desconocida de aquel extraño planeta que apenas empezaba a explorar, el juego empezó en una estación espacial, de donde encontró la manera de ser transportado a un planeta desconocido, y ya llevaba una semana tratando de salir de aquella especie de cuartel militar alienígena atrincherado en una cordillera, encontró la ruta de escape y comenzó a alejarse por entre desfiladeros acoderados en las montañas, donde la dificultad en sí, era el camino y lo más peligroso era la posibilidad de caer, aunque cada vez le preocupaba menos por las cualidades de su traje de gravedad, hasta que desde lo alto vislumbró un enorme valle, donde todo le pareció normal hasta que una serie de destellos y explosiones en la distancia llamaron su atención, activó el visor de distancia de su casco y descubrió otro personaje portando un traje parecido al de él, que estaba siendo atacado por drones de combate en medio de un naufragio, porque al parecer defendía su nave averiada.
- ¡Esa sí que es Samus Arán!
Dijo al adivinar las formas femeninas del otro personaje a pesar de su traje, deduciendo que la combatiente, era la protagonista original de aquel juego, antes de salir al descubierto para precipitarse por el sendero para acudir a rescatar a la dama en apuros, pero al descuidarse fue alcanzado por el fuego de artillería de unas torretas defensivas que no había detectado, y los disparos de un par de drones.
-Game over.
- ¿Qué demonios?
Dijo al despertarse furioso por su descuido, pero tuvo que levantarse por que escuchó el teléfono y su mamá le dijo que pasará por ella a algún lado.
- ¡Pi- piii!
Escuchó el clásico pitido de un Volkswagen sedán mientras conducía su taxi por las sombrías calles de Reynosa, pero grande fue su sorpresa al descubrir que el pitido provenía de la vieja calesa del caballero, que estaba siendo conducida por una chica de largo cabello rubio, la chica lo rebasó mientras lo saludaba con la mano.
-Y otra vez; ¿Qué demonios? ¡Esa güera trae mi trique!
Dijo mientras aceleraba para alcanzarla, pero al dar vuelta en una esquina para tomar un bowlevard, el escenario se transformó para dar inicio a la carrera de Mario Kart, perdió el control de las funciones normales del Pointer, y ni siquiera pudo abrir la puerta para bajarse a reclamarle a la rubia chica la posesión de su moto, cuando quedó estacionado en la línea de salida, apenas a un par de posiciones de la vieja calesa del caballero.
- ¡Diablos, es Mario Kart otra vez y está a punto de comenzar la carrera!
Pensó cuando se dio cuenta de lo que en realidad le estaba pasando, la luz del semáforo de salida comenzó a encenderse, y esta vez no pudo salir disparado, porque su taxi patinó en la línea de meta y resignado miró como lo dejaron atrás mientras iba agarrando velocidad, pero no tardó en alcanzar al penúltimo lugar e ir metiéndose en la emoción de la carrera, emoción que se transformó en angustia, cuando al ir alcanzando a la vieja calesa del caballero que peleaba por las primeras posiciones conducida por aquella desconocida mujer rubia.
El competidor que iba delante de él e inmediatamente atrás de ella, fue alcanzado por un caparazón rojo que lo hizo dar de vueltas sacándolo de la pista, ahí fue donde olvidándose completamente que se trataba de un juego de video, consideró que aquella dama estaba en apuros, aun no sé si consideraba dama en apuros a la rubia desconocida que piloteaba su moto o a la moto en sí,
pero ahora se aprestó a defenderla, no a alcanzarla, ni mucho menos a rebasarla, y tratar de resolver esa situación en la línea de meta, antes de subir al podio cuando se terminara la carrera.