El carretón de los perros contentos.

Las adicciones de Gina López.

Y unas horas antes, cuando iban saliendo de un centro comercial; Billy trataba de convencer a Gina de que ya no consumiera drogas, porque, aunque habían retomado su relación a pesar de sus lagunas mentales, las adicciones de la chica eran un gran problema en su relación.

  -Definitivamente no te llevaré a ningún lugar de esos; Gina, ya te dije que lo mejor que puedes hacer es tomar una terapia, y en eso yo te puedo ayudar. –dice Billy.

  -Esos tratamientos son muy caros y con tu mugre taxi no podrás pagármelos, y aunque yo los podría pagar, mis padres se darían cuenta inmediatamente de que soy una adicta por tu culpa y me mandarán a un internado en el otro lado del mundo, y ya no nos podremos ver. –dice Gina.

  -Aunque tú no lo creas este mugroso taxi puede pagar hasta la más cara de tus sonrisas, tu adicción ya es grave y quien sabe cuántas mentiras me hayas dicho para justificarla, te aprovechaste de mis lagunas mentales para decirme que yo te había enviciado, pero ya le pregunté a todos mis amigos y compañeros y cada uno me aseguró que yo no soy drogadicto, lo bueno es que por naturaleza nunca me han gustado y por eso no me gustaron cuando me las diste, pero ya se te acabó el teatrito, además ya sabes que no me gusta que me desprecies por ser taxista, si no te gusta pues búscate un junior drogadicto de tu edad, de tu clase y a mi déjame en paz con mi mugroso taxi.

  -Bueno está bien, si así lo quieres, así será, yo nada más quería una dosis, pero si no te importan mis necesidades, bye con tu vida.

Dice la chica molesta pero tranquila, más que tranquila, tratando de disimular su desesperación, mientras tomaba camino hacia la salida del centro comercial, porque estaba que se quemaba por una dosis y Billy tan solo la miró hacerlo, ya en varias ocasiones le había aplicado el mismo procedimiento para convencerlo de que le consiguiera una, con la promesa de que sería la última, pero esa vez no le iba a funcionar, la chica caminó sin voltear hasta llegar a las grandes puertas de cristal de la salida, que fue hasta donde, simulando que buscaba algo en su celular, se dio la vuelta para tratar de verlo de reojo, pero ya no lo encontró en donde pensaba que debía de estar parado mirándola, por un momento se arrepintió de su arrebato, pero otra necesidad reforzada por su orgullo, la hizo restarle importancia, y marcando un numero en lo que caminaba hacia su auto, se olvidó de todo, enfocándose en lo único que le interesaba en ese momento, una dosis de sus adicciones, ya sea cocaína o pastillas estupefacientes, ya después se preocuparía por hacer entender sus necesidades a Billy, y aunque se escondió para que ella no lo viera, trató de seguirla, pero cuando salió del centro comercial ya la chica iba conduciendo por el estacionamiento, y optó por parar un taxi para no perderla de vista, ya que no iba a alcanzar a llegar al 042, afortunadamente el 016 de la 42 pasaba en ese momento por ahí y se abocaron a la persecución.

  - ¡Ahí es un punto, 042!

Dice Genaro refiriéndose a un sitio de venta de estupefacientes.

  - ¡Vámonos Genaro!

Le dice Billy a su amigo Genaro Luna, el chofer del 016, en cuanto la vieron haciendo una compra de estupefacientes, en un punto de venta de drogas.

  -Esta mujercita ya no tiene remedio, por más que quiero hacerle entender que no debe de drogarse, ya es una adicta, y lo peor es que no lo acepta, ya tan solo me quedan dos cosas por hacer con ella, hablar con sus papás para que la ayuden, u olvidarme de ella.

  -Igual y no te van a hacer caso, esas huerquillas de familia rica, siempre acaban en las esquinas vendiéndose por una piedra, yo digo que mejor no te metas; ¡Lástima porque en realidad es muy bonita esa novia tuya! Aunque la güerota con la que te vi el otro día en Plaza Periférico, no le pedía nada a esta. –dice Genaro.

  - ¿O sea que tú también me viste con una güera de la cual no me acuerdo? Te digo porque el 038 también dice que me vio con ella; ¿Me la puedes describir?

Dice Billy en lo que regresaban al estacionamiento de la Plaza Periférico, a donde había dejado su pointer.

  -Pues era muy alta, casi tan alta como tú, pero no te llegaba, su cabello era rubio, pero en varias tonalidades, tenía ojos verdes y era muy bonita, además tenía un cuerpazo; ¡Pero cuerpazo! Nada que ver con lo que se ve aquí en Reynosa, tal vez venia de otro planeta, o ya de perdido era europea, o rusa, pero de por aquí definitivamente no era.

  - ¡Jijos! La neta que para nada me acuerdo de ella. ¿Podrías reconocerla si la vuelves a ver?

  -Yo creo que si, 042, yo andaba con mi 13 (Esposa) y mis cristalitos y los vimos varias veces, incluso ella fue la que me dijo que mirara a esa muchacha tan bonita con ese muchacho tan atractivo, o sea, tú, porque me dijo que hacían buena pareja. –contesta Genaro, ya llegando al estacionamiento. –Incluso te saludé una o dos veces a la pasadita, ahí por los restaurantes y los cinemas.

  -Entonces te encargo si la ves otra vez, me haces una 50 (Llamada) y la sigues, aunque me cobres el tiempo con el taxímetro, necesito saber por qué esa muchacha dejó lagunas mentales en mi cerebro, tal vez ella no tenga nada que ver, pero como también Víctor Laurencio me dijo que la vio conmigo, tal vez el platicar con ella me haga recordar ciertos momentos que son como nubes negras en mis recuerdos, para despejar dudas y espacios vacíos que aparecieron en los recuerdos míos y los de mi jefa.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.