El carretón de los perros contentos.

El grito de "La Llorona"

Dice Billy, ya bajándose del 016, después de pagarle la carrera para subirse al 042, ya resignado y revisando el procedimiento para mandar a volar a Gina.

  - ¡Lástima que tanta belleza y juventud se pierdan por un vicio maldito!

Pensaba mientras iba manejando tranquilamente por el bowlevard Hidalgo, se subió al puente Bronco y como cada vez que pasaba por ahí, se fijaba en cada detalle, tratando de recordar el momento en que conoció a Gina López y Estefanía Cantú, ya que en una de sus pláticas; Gina se lo había comentado, pero no, esa laguna mental en su cerebro era muy profunda, continuó hasta ingresar al bowlevard Colosio, donde sonó su celular, se trataba de su amigo Carlos el veterinario, que solo llamaba para saludarlo y de paso le preguntó por su mascota; “El Coquito”, y como tampoco recordaba cuando recogió al Coquito y ya había tenido una plática con su mamá de la manera en que esa mascota había aparecido en su casa y de repente, sin encontrar respuesta alguna, ya que ni su mamá, ni él recordaban si alguien se los había regalado o Billy lo había llevado, pero como ahora su amigo Carlos, el veterinario le daba una pista, removiendo la neblina de una de aquellas oscuras lagunas mentales, contándole a grandes rasgos que lo había rescatado en una matanza de perros en  el bowlevard Colosio, se detuvo a unos cuantos metros del cruce de entrada a “La Unidad Obrera” y a “La Nopalera, para tratar de recordar el hecho que le acababan de platicar, aunque no hacía mucho frío, se acomodó una de sus gabardinas y mientras inspeccionaba el área en busca de alguna pista de aquella matanza de perros, ya que esa era la zona que más o menos le había descrito, su amigo Carlos, al no encontrar cuerpos de perros muertos y no percibir en el ambiente el olor a putrefacto que aún debía de prevalecer.

  -Tal vez ya pasaron muchos días.

Encendió un cigarro, pensando que aquella búsqueda era inútil y de repente escuchó aquel aterrador lamento en la oscuridad.

- ¡NOOOOOAAAAUUURRG!...

- ¡NOOOOOAAAAUUURRG!...

- ¡NOOOOOAAAAUUURRG!

Que lo hizo estremecer a pesar de que era un hombre valiente que no creía en fantasmas, ni demonios, ni dioses, ni brujas, ni mucho menos en “La Llorona”

  - ¡A ijode&$#=) (%:)

Pensó para sí mismo antes de meterse a su pointer y arrancar para alejarse de aquél estremecedor lugar.

  - ¡Se me hace que era La Llorona! –pensaba en lo que entraba a su casa. - ¿O a lo mejor hay un zoológico por aquí? ¡Jefa, escuché a La Llorona!

  - ¡Ay hijo, ya te dije que no fumes esas porquerías que te da la chamaca esa!

Dice doña Gloria refiriéndose a Gina, ya que sabía de sus adicciones porque Billy acostumbraba a platicarle todo.

  - ¡Te juro que era la Llorona! Me paré en el Colosio porque Carlos me dijo que ahí recogí al Coquito rescatándolo de una matanza de perros, y en lo que buscaba rastros o cadáveres de los otros perros, o al menos el olor, escuché el grito de una mujer, que se escuchó tan desgarrador, que hasta se me erizó la piel, te juro que era la Llorona.

  - ¿A poco gritó? ¡Ayyy mis hijos! –pregunta doña Gloria, imitando el legendario grito.

  -No tanto así, pero si se escuchó aterrador.  -La verdad es que si me dio miedo. –dice Billy.

  -A lo mejor estaban matando a una muchacha por ahí cerca, ya ves que están desapareciendo muchachas todos los días.

  - ¡Diablos, a lo mejor sí! Y yo creyendo que el grito era de la Llorona, tal vez sí estaban matando a alguien y si no me hubiera dado miedo, a lo mejor la salvo.

  - ¡Entonces estuvo bien que escucharas a la Llorona! Ya te dije que no le hagas al héroe y no te metas en cosas de la maña, capaz de que por andar haciéndole al hombre araña te pegan un tiro a ti también.

  -Pues tienes razón, pero ni modo que si escucho a una muchacha gritar, porque la están golpeando o violando, haga como que la virgen me chifló y no me meta, tú misma me has dicho que tenemos que ayudar a los demás, y que no es de caballeros dejar a una dama en apuros, así como no dejé al Coquito en sus apuros.

  - ¿Y a qué viene eso del Coquito, a poco ya te acordaste donde lo recogiste?

Pues tanto como acordarme pues no, pero mi amigo Carlos me dijo que es el único sobreviviente de una matanza de perros en el Colosio, que yo lo recogí y se lo llevé a su consultorio ya pasada la media noche, y por eso me paré en el bowlevard, para ver si recordaba donde fue que lo rescaté.

  - ¡Pues ya Dios dirá! Pero mejor no te vuelvas a parar en el bowlevard Colosio, y menos en la entrada a “La Nopalera” donde dicen que se ven luces en el cielo, que ni los mañosos se atreven a entrar ahí, y ahora hasta la Llorona se escucha.

Dice doña Gloria, ya terminando de servirle la cena y preparándose a dormir, ya que pasaba de la media noche.
 




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