El carretón de los perros contentos.

La furia de Gina.

Billy no salió de su casa, porque se quedó picado jugando Mario Kart; y Gina; fastidiada ya de que no le contestara sus llamadas y mensajes, tomó su Mustang rojo para ir buscarlo a donde estaba segura de que lo iba a encontrar, y ya de plano ponerle un ultimátum, porque, aunque sí lo quería mucho, su adicción a las drogas era superior a todo, además su clase y orgullo no le permitían estar de rogona con un taxista, aunque fuera el más guapo de Reynosa, pero antes pasó al “punto” conocido más cercano a su casa, donde se encontró a una unidad centauro, les pitó para saludar a los choferes, porque a fuerza y costumbre de verlos continuamente en los puntos donde ella acostumbraba a comprar drogas, ya se había hecho amiga de algunos de ellos, bueno, no tanto su amiga, más bien su conocida, porque aunque tuvo el impulso de denunciar al “Gato” y al “Mataperros” en cuanto se los encontró por las calles de su colonia por primera vez, cuando supo que pertenecían al comando de centauros del cártel de Osiris que controlaban la zona, tuvo que quedarse callada y fingir que nunca los había visto, ya que sabía que sería inútil cualquier denuncia, y no le convenía tenerlos de enemigos.

En unos cuantos minutos salió al bowlevard Hidalgo, para dirigirse al éste de la ciudad, tomar el bowlevard Colosio e ir a hablar con Billy directamente a su casa, ya que ya había llamado a la base Reynosa preguntando si andaba en servicio, cuando le dijeron que no, pensó que como aún no era mediodía, era posible que aún estuviera en su casa.

Y un poco tiempo después, llegaba al entronque del bowlevard Colosio y tomaba rumbo a la colonia “Unidad Obrera” Tomó el bowlevard “Los Ángeles” hasta que entró a la avenida Querétaro, de tan solo dos carriles y doble sentido, aunque estaba pavimentada con concreto hidráulico, iba levantando una tolvanera a su paso, hasta que llegó a la calle Rio Bravo, donde sin bajarse del vehículo se puso a pitarle imprudentemente ya enfrente de su casa, y doña Gloria lo obligó a salir a aclarar la situación con ella, y si lo que pretendía era mandarla a volar, pues tenía que salir y decírselo.

  - ¡Pero, jefa! Ya la tengo bloqueada del celular y de la computadora, mira. –le dice tratando de enseñarle el celular.

  -Pues yo no sé, pero yo ya no quiero a esa chamaca pite y pite allá afuera, si no sales tú a correrla, voy a salir yo.

Dice doña Gloria y no tuvo de otra que salir a enfrentarla.

  - ¡Yo te he querido siempre; Billy! Con todo y tu taxi, con todo y tus lagunas mentales, con todo y tu pobreza, y no es justo que no me contestes los mensajes, ni aceptes mis llamadas, y solo vine a decirte que no te voy a estar rogando, y si me vas a terminar, me vas a terminar bien, y aunque esto a mí me lastíma mucho, estoy dispuesta a superarlo, soy una López Cantú y no tengo porque batallar con alguien de un arrabal como éste.

Por un momento Billy sintió tristeza al ver como la chica ni siquiera lo había dejado hablar, y en realidad la vio muy lastimada, y cuando estaba a punto de pactar una tregua poniéndole la condición de que se sometiera a una terapia y tratamiento de desintoxicación, observó modales extraños en su carácter, su forma de hablar, y hasta su forma de mirar, y sí , ese no era el carácter de ella, era la forma de una persona envalentonada por un estado emocional artificialmente conseguido.

  - ¿Estás drogada? –le preguntó.

  - ¡Si claro! ¿Y cómo crees que me hice adicta a las drogas? ¡Yo antes de conocerte ni siquiera sabía que era eso! Y ahora me desprecias por drogadicta, te entregué mi virginidad y mi inocencia, le he mentido a mis padres, a mis hermanos, a mis amigos, y ahora ni siquiera eres como para contestarme una llamada.

Ya algunas vecinas habían cerrado sus puertas y ventanas y metido a sus niños ante los gritos, por temor a alguna acción violenta por parte de la chica, ya que a cualquier chica que trajera un auto elegante como el de ella, se le asociaba con la mafia, pero más que nada se encerraron para estar atentas al chisme, y Billy, consiente de eso, y molesto con el escándalo, decidió terminar pronto con la discusión.

  -Muy bien Gina, si quieres que te termine bien, y para que te quede bien claro, terminamos; ya no quiero nada contigo, jamás me vuelvas a llamar, y mejor búscate a uno de tu clase, yo no soy para ti, y tú no eres para mí, siempre te lo he dicho, y a ti te queda más que claro, y si dices que yo te metí al vicio, pues supéralo, que aunque no me acuerde, no creo haberte puesto una pistola en la cabeza para que te drogaras, y aunque sigas sosteniendo tus mentiras, ya no caeré en ellas, así que mejor vete a mentirle a tu psicólogo o a tus padres, que conmigo, ya fuiste, y si algo pasó entre nosotros, no fue tan importante, porque ya lo olvidé , ya no me acuerdo, y si no me acuerdo, no pasó; ¿Así o te la canto?

Le dice Billy mientras Gina lo miraba furiosa y sin saber qué decirle.

  -Y es mejor que ya te vayas, porque nada más estás haciendo el ridículo, y voy a tener que llamar a la policía.

  - ¡Y yo voy a llamar a unos amigos que están sobre cualquier policía, para que te den un levantón y te peguen de tablazos hasta que me pidas perdón de rodillas!

Dice Gina, pensando en los mañosos que controlaban su zona, Pero Billy cerró el portón, ya que tampoco se le hacía una actitud de caballeros, estar discutiendo a gritos con una dama histérica; Gina se subió a su Mustang para echarse de reversa imprudentemente, golpeando un par de autos y tirando unos botes de basura, cuando Billy se percató de los destrozos, esperó unos minutos para salir a ofrecerles a los vecinos reparar los daños, y recoger los botes de basura, y la calle Rio Bravo que unos minutos antes estaba silenciosa, volvió a la normalidad, con las vecinas esperando a que doña Gloria saliera, para platicar del acontecimiento, o más bien, enterarse del chisme, y para tratar de olvidarse un poco del asunto, se puso a jugar Mario Kart.




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