CAPITULO II
PLAN A
El lunes llegó más de lento de lo usual. Durante todo el fin de semana había tratado de ver a Benjamín. Fui al supermercado cuatro veces en solo dos días, la última vez compré unos utensilios que ni siquiera sé para qué sirven. A pesar de todas las veces que salí de mi casa solo con la intención de toparme con él, fue en vano. No tuve la suerte de verlo. Eso solo hizo que mi ansiedad aumentará. En consecuencia a tanto tiempo pensando en él, había ejecutado todo un plan para seducirlo.
-Hoy tienes algo diferente, no puedo decir que es exactamente. Te ves más radiante y los ojos te brillan. Si no fuera por qué estas más sola que un gato abandonado, diría que pasante el fin de semana bien acompañada- estaba en mí trabajo desde hace una hora. Trabajaba para Martha en su librería.
-Gracias Martha tus halagos son únicos. Podrían subirle el ánimo a cualquiera.
-De nada, cariño.- respondió ella con una sonrisa burlona en la cara- y no me cambies de tema. Así que ahora cuéntame que te tiene tan contenta.
-El viernes conocí al futuro padre de mis hijos.- estoy segura que en este momento, apoyada sobre una mano en el mostrador, tenía cara de idiota. No me importaba.
-¿Quién es él? ¿Cómo es? ¿Para cuándo es la boda? Habla de una vez mujer, antes de que esta pobre vieja se muera de curiosidad.- Martha era la mujer más chismosa del universo, bueno al menos del pueblo.
-Primero cálmate. Su nombre es Benjamín, él es tan… tan todo. Aún no tuvimos nuestra primera cita, por lo tanto aún no hay fecha para la boda.- esperaba que eso cambiara pronto. Sé que parecía una loca, pero estaba segura de que Benjamín era mi destino.
-¿Benjamín?
-Sí, ¿Por qué? ¿Lo conoces?
- Sí, es el inversor de los Macollin, se dice que es un inversionista de renombre y que aunque no es multimillonario todavía sigue siendo millonario y poderoso. Estará acá por un par de semanas según escuche- quisiera saber cómo le hacía Martha para conseguir tanta información en tan poco tiempo, cuando a mí me había costado hasta obtener su nombre.- Victoria no quiero desilusionarte pero él no es conocido por su bondad y amor, es más se dice que es un ogro.
-Bueno entonces quién mejor que yo para alegrarle la vida.
-Ay mi niña, solo espero que no te hagas daño.- Martha era como una madre para mí. Había llegado al pueblo cuando tenía 18 años, me aleje de mis padres porque las cosas con ellos no hacían más que empeorar. Nunca merecí ni su amor ni su respeto. Cogí todos mis ahorros y me dirigí sin rumbo hasta que llegué aquí. En cuanto llegué logré me alquile una casa, conseguí este trabajo y Martha me acogió como a una hija. Hoy dos años después este lugar era mi casa.
-No te preocupes Martha.
-Hablando del rey de roma… mira quién está llegando por allá.- giré en la dirección en la que ella que miraba. Y ahí estaba él. Después de dos días por fin podía verlo.
-Crees que puedas darme unos cuantos minutos libres.- Estaba decidida a conquistar a Benjamin. Entonces lo mejor era comenzar.
-Claro preciosa y suerte.- dijo ella sacudiendo la cabeza.
-Gracias- respondí antes de salir corriendo. Bueno era ahora o nunca. Plan A en marcha.
Llevaba siguiendo a Benjamín por 5 minutos, parece que tenía dotes como espía porque hasta ahorita él no se había dado cuenta de mí. Después de que se bajó de su auto frente a la librería, él se puso a caminar, por el rumbo que seguíamos debería estar yendo a la tienda de los Macollin, lo cual tenía mucho sentido.
Se preguntaran que tenía que ver mi persecución con el plan. La respuesta era sencilla, tenía todo que ver. Me acercaría a él casualmente cuando no estuviera con prisa, en este caso cuando llegara a la tienda de los Macollin, le haría plática y le invitaría a tomar una café.
En mi cabeza se reproducía sin parar la música de Misión imposible. Todos los que se encontraban por ahí ya se habían dado cuenta e mi persecución, incluso se reían disimuladamente. En un determinado momento Benjamín se detuvo y giró la cabeza, yo me escondí lo más rápido que pude detrás de un muro. Mi corazón latía a mil por hora. No quería que me descubriera antes de tiempo.
Cuando creí que había pasado el tiempo prudente, salí de mi escondite solo para darme de frente con otro muro. Si no fuera por unos brazos probablemente hubiera terminado tirada en el suelo.
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Editado: 27.12.2019