JAEHYUN NO SALIÓ AQUEL DÍA, ni tampoco los siguientes. Taeyong se sentaba para pensar en silencio en su silla junto al hogar. Se dio cuenta de que, por mucho que Jaehyun lo mereciera, había centrado su rabia contra el castillo cuando en realidad estaba enfadado con la Bruja del Páramo. Y, además, se sentía un poco incómodo por encontrarse allí disimulando sus verdaderas intenciones. Puede que Jaehyun creyera que le caía bien a Jungwoo, pero él sabía que el demonio del fuego solo había aprovechado la oportunidad para hacer un trato con él. Además, pensó que le había fallado a Jungwoo.
Aquel estado de ánimo no duró mucho. Taeyong descubrió una pila de ropa de Mark que había que remendar. Sacó un dedal, hilo y tijeras de su bolsa de costura y se puso a coser. Aquella tarde se sintió lo bastante animado como para unirse a una canción tontorrona de Jungwoo sobre sartenes.
—¿Contento con tu trabajo? —preguntó Jaehyun sarcásticamente.
—Necesito más cosas que hacer —dijo Taeyong.
—A mi traje viejo le vendría bien un remiendo, si buscas algo con que entretenerte —dijo Jaehyun.
Parecía que ya no estaba enfadado. Taeyong sintió un gran alivio, pues aquella mañana casi había tenido miedo.
Era evidente que Jaehyun todavía no había conseguido al chico que perseguía. Taeyong oyó cómo Mark le hacía preguntas directas al respecto y cómo Jaehyun se escabullía hábilmente y no contestaba a ninguna.
—Se escurre como una anguila —murmuró Taeyong a un par de calcetines de Mark—. No puede aceptar su propia maldad.
Vio que Jaehyun estaba inquieto, sin parar de hacer cosas para ocultar su descontento. Taeyong lo entendía perfectamente.
En la mesa, Jaehyun trabajaba con mucha mayor intensidad y rapidez que Mark, ejecutando conjuros de forma experta, aunque un tanto atropellada. Por la expresión en el rostro de Mark, casi todos los hechizos eran inusuales y difíciles de hacer. Jaehyun dejó un conjuro a la mitad y subió corriendo a su habitación a vigilar algo secreto, y sin duda siniestro, que estaba pasando allí; luego salió a toda velocidad al patio a trastear con un gran conjuro que se traía entre manos. Taeyong abrió la puerta un poco y quedó sorprendido al ver al elegante mago, arrodillado en el barro con las largas mangas atadas en un nudo por detrás del cuello para que no le estorbaran, mientras llevaba con cuidado una pieza de metal grasiento hasta una estructura extraña.
Aquel conjuro era para el Rey. Otro mensajero peripuesto y oloroso llegó con una carta y un discurso largo, larguísimo en el que preguntaba si sería posible que Jaehyun le dedicase algo de su tiempo, sin duda ocupado en otras muchas cosas, para concentrar su poderoso e ingenioso intelecto en un pequeño problema que afectaba a Su Real Majestad: concretamente, cómo podría el ejército hacer pasar sus pesados carros por un terreno pantanoso e irregular. Jaehyun ofreció una respuesta elocuente y maravillosamente educada, pero dijo que no. Después, el mensajero habló durante otra media hora, al cabo de la cual ambos hicieron una reverencia y Jaehyun accedió a hacer el conjuro.
—Me da mala espina —le dijo Jaehyun a Mark cuando se hubo marchando el mensajero—. ¿Por qué se tendría que perder Lee en el Páramo? El Rey parece creer que yo le serviré en su lugar.
—Él no era tan inventivo como tú, eso está claro —dijo Mark.
—Soy demasiado paciente y demasiado educado —dijo Jaehyun en tono sombrío—. Debería haberle cobrado mucho más.
Jaehyun era igual de paciente y educado con los clientes de Porthaven, pero, como Mark señaló preocupado, el problema era que Jaehyun no les cobraba lo suficiente. Aquello fue después de que Jaehyun hubiera escuchado durante una hora las razones por las que la esposa de un marinero no podría pagarle todavía ni un penique, y de que le prometiera a un capitán un conjuro de vientos a cambio de una minucia. Jaehyun eludió los argumentos de Mark dándole una lección de magia.
Taeyong cosía botones en las camisas de Mark mientras escuchaba a Jaehyun repasar un conjuro con su aprendiz.
—Ya sé que yo soy un poco chapucero —estaba diciendo—, pero no hace falta que me imites en eso también. Primero hay que leerlo siempre entero, atentamente. De su forma obtendrás mucha información: si se trata de un conjuro de ejecución, de búsqueda o un simple encantamiento, o si es una mezcla de acción y discurso. Una vez hayas decidido eso, repásalo otra vez y decide qué partes significan lo que dicen literalmente y cuáles se han incluido como parte de un rompecabezas. Ahora estamos avanzando hacia la magia más poderosa, y te darás cuenta de que cada conjuro de poder incluye al menos un error o un enigma puesto deliberadamente para evitar accidentes. Tienes que encontrarlos. Por ejemplo, este conjuro...
Mientras escuchaba las respuestas dubitativas de Mark y observaba cómo Jaehyun escribía comentarios en el papel con una pluma extraña que no hacía falta mojar, Taeyong se dio cuenta de él también podía aprender mucho. Se le ocurrió que si Donghyuck había sido capaz de descubrir el conjuro para cambiarse por Jaemin en casa de la señora Young, ella podría hacer lo mismo aquí. Con un poco de suerte, no tendría que depender de Jungwoo.
Cuando Jaehyun quedó convencido de que Mark había olvidado el tema de cuánto le cobraba a la gente de Porthaven, lo sacó al patio para que le ayudara con el conjuro del Rey. Taeyong se levantó con mucho crujir de huesos y avanzó hasta la mesa. El conjuro era bastante claro, pero los comentarios de Jaehyun no los entendía.