El Castillo De Cristal

Capítulo 6

No había podido dormir toda la noche, aquel día, todo había pasado tan vertiginoso y de repente. Con sólo mirarla a los ojos algo había cambiado por completo, en ellos había visto y sentido algo que jamás había visto en nadie más.

Ella me lanzó una mirada, no duró más de 3 segundos, aunque para mi hubiese pasado una eternidad. En sus ojos pude ver una galaxia entera y fue ahí cuando me di cuenta que el miedo que más me afligía estaban en aquellos ojos cafés claros como la gota de miel que cae de un panal, me había enamorado de un corazón imposible, de una mujer de otro mundo.

Quise deshacerme de esa idea durante todo estos días pero no podía dejar de pensarlo, cada minuto se reforzaba ese sentimiento.

Las manos me temblaban, la cabeza me daba vueltas, el estómago se me revolvía y el corazón me latía tan fuerte como si tratará de salirse de mi pecho.

¿Qué era esto?, ¿Qué sentía?, porque lo sentía hacía ella, ¿Quién era ella para hacerme sentir tanto?

En la vida había contemplado semejante belleza, pareciera que ella sonreía sin ningún temor, como si no supiera lo que hacía ni lo que provocaba en mí, simplemente era así de esa manera tan inocente.

¿Será que no notaba cuando la miraba de reojo?, con una mirada trataba de gritarle todo lo que sentía, pero ¿Y si ella no lo notaba?, ¿Si mis intentos eran en vano?

Cómo le podía explicar con una palabra lo que mi sistema nervioso sentía al mirarle, ¿Acaso esto era algún tipo de castigo?

Quizás enamorarme de ella era el peor y el mejor castigo que me había tocado. Simplemente porque se trataba de ella.

¿En qué momento logró vencer las paredes frías de mi corazón?... sin duda no lo sé y siendo sincera no quisiera saberlo, me conformo con saber que ella lo había logrado y nadie más.

Estaba enamorada de una "ella", ni siquiera yo misma sabía si esto era algo normal, ¿Cómo esperaba que Corime se fijará en mí?

Había intentado ocultarlo, alejarme un poco de ella pero con el tiempo el sentimiento se hacía más y más grande.

Tengo miedo... no sé qué hacer con respecto a esto, es algo tan nuevo que me hace temblar.

-¿Arem?- Corime estaba ahí en mi puerta observándome, yo me encontraba tirada en la cama mirando el techo.

-Corime, ¿Qué pasa?- me levanté rápidamente

-Solo viene a ver como estabas, durante la comida no hablaste y te veías distante y seria siento que tienes algo y no sé qué es, me preocupas.

-No tengo nada es sólo... no tengo nada.

-¿Estás enojada conmigo?, ¿acaso hice algo?, has estado comportándote de una manera extraña durante hace ya algunos días.

-Para nada, no estoy enojada, lo prometo, creo que solo necesito un poco de aire fresco... necesito salir.

-No puedes hacer eso- me miró con susto en sus ojos.

-¿Por qué no puedo hacerlo?

-Es peligroso Arem, no quiero que te pase nada...

-Corime, estamos solas en este mundo, ¿Qué nos podría pasar?, ¿No has salido nunca?

Ella se quedó callada pensando y finalmente contestó con su mirada gacha

-No, no lo he hecho desde hace años...

-Tengo una idea.

-¿Qué idea?

-Ven- las dos bajamos las escaleras apresuradamente hasta llegar al gran portón de madera vieja, comencé a quitar las cadenas de la puerta

-¿Qué rayos haces?- soltó un grito.

-Abriendo la puerta...

-No puedes hacer eso, es peligroso.

-Ven, vamos...- extendí mi mano y ella solo me miró a los ojos.

-¡No!, Arem ¡por favor no!, tengo miedo...

-No te va a pasar nada, yo voy a estar contigo... Confía en mí.

Ella se quedó parada en la puerta dudosa... y finalmente tomó mi mano, abrí la puerta y el aire frío golpeó nuestras pieles.

Las dos caminamos tomadas de la mano, el aire golpeaba las hojas de los árboles y estas se movían al ritmo del vals que tarareaba.

-¿A dónde vamos?- preguntó

-A pocos pasos de tu castillo hay un pequeño riachuelo, ¿Lo sabías?

-No, no lo sabía

-Está escondido bajo las ramas y hojas de los árboles, al entrar parece como si fuera una casa de árboles, hay flores y mariposas

-Está bien vamos... estoy temblando, estoy nerviosa.- apenas sonrió.

-Tranquila, no nos pasará nada- seguimos tomadas de la mano y caminamos adentrándonos entre los grandes árboles del bosque, se podía ver distintas aves abrir vuelo por los árboles y algunas otras paradas en ellos, nos observaban como si les sorprendiera vernos ahí.

El suelo estaba mojado y de él salía pasto muy verde, algunos insectos caminaban apresurados, algunos otros tomaban su tiempo para moverse.

Pronto comenzó a escucharse a lo lejos el sonido del agua correr, era como escuchar el susurro de muchas voces hablar a la misma vez.

-¿Es el río?

-Sí, hemos llegado y sólo tuvimos que caminar unos cuantos pasos para llegar.

-No lo veo, ¿dónde está?

-¿Ves ese pequeño arco que se forma por la unión de las ramas de aquellos dos árboles?- A pocos centímetros los árboles estaban tan juntos que no había forma de pasar, era como si hubiera un muro de árboles. Sólo había una pequeña entrada en forma de arco que se formaba gracias a la unión de todas las ramas y hojas de dos árboles.

-Sí.- contesté

-Esa es la entrada a un pequeño paraíso- ella me sonrió emocionada

Caminamos y nos adentramos al lugar.

Era impresionante, los árboles esplendorosos alzaban sus ramas y juntos construían un techo de hojas, el sol se adentraba por los pequeños hoyuelos que quedaban entre las hojas, dejando así entrar rayos de luz.

El agua era tan transparente que podían verse las rocas que estaban cubiertas, el suelo estaba lleno de pasto verde y flores de diferentes colores, Rosas, Moradas, Rojas... de todos los colores.

Pajarillos de distintos tipos tenían sus nidos en los árboles y abrían vuelo para ir por alimento para sus crías o palitos para el nido. Mariposas de todos los colores y formas, volaban por todo el lugar, sin miedo, sin ningún temor, sólo volaban libres.



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En el texto hay: lesbianas, lgbtq, amor lgbt

Editado: 26.07.2021

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