Permanecí sentada quizás 30 minutos o más, pero Corime nunca llegó a la cena, ya desde hace días que ella y yo no nos veíamos ni hablábamos... Sinceramente no sabía que había hecho mal o porque ella se había alejado de mí.
Era claro que debía hablar con ella y debía hacerlo en verdad, sin miedo y directo al grano, tenía que preguntarle qué pasaba, que le ocurría o que había hecho.
Me levanté de la mesa y caminé por todo el castillo, de pasillo en pasillo y de cuarto en cuarto, pero no había rastros de Corime. Los nervios empezaron a apoderarse de mí y empecé a sentir miedo de que algo le hubiese pasado.
En el último piso del castillo pude ver una puerta entre abierta con unas escaleras que supuse daban directo hacia el techo del castillo, abrí la puerta y subí las escaleras.
El lugar estaba completamente oscuro y frío debido al aire que entraba del exterior.
-¿Corime?- ella estaba ahí acostada en el techo mirando la noche estrellada.
Corime, se levantó sorprendida.
-¿Qué estás haciendo aquí?
-Te estaba buscando por todo el castillo y no estabas, vi el portón que daba al techo abierto y decidí venir a buscarte... ¿Qué estás haciendo?, empezaba a creer que algo te había pasado.
-Solo vine a ver la luna y las estrellas, a pensar un poco y a relajarme. Vine a distraerme.
-¿Puedo?- hice un gesto señalando si podía sentarme a un lado suyo.
-Claro, estás en tu castillo princesa.
Me senté a un lado suyo y en silencio miramos las estrellas. Sólo se oía el sonido del viento y los insectos cantar.
-Cuando era una niña siempre subía al techo y miraba la noche sola, es la primera vez que alguien me acompaña- su voz había cambiado por completo, se escuchaba tan baja y frágil.
-Me alegro poder acompañarte en este momento, nunca había mirado el cielo junto a alguien.
-¿Crees que la noche te sincera?, a mi parecer sí, en la noche es cuando más te dan ganas de decir lo que sientes y piensas- ella me volteó a ver a los ojos firmemente.
-¿Y hay algo que te gustaría decir esta noche?
-En realidad sí, pero no soy capaz de decirlo... Son demasiadas cosas, demasiados sentimientos encontrados. Me siento realmente en otro mundo, ¿A ti te gustaría decir algo?
Me quedé callada, tenía tantas ganas de decir miles de cosas pero no tenía el valor de confesar mis sentimientos. ¿Por qué?, no lo sé.
Quizás por miedo al rechazo, por miedo a estar haciendo algo incorrecto, por miedo a no ser correspondida.
-No, no hay nada que quiera decir, ¿Puedo hacerte una pregunta?-hablé finalmente después de un largo silencio.
-Claro, ¿Qué pasa?
-¿Por qué has estado tan alejada de mi durante estas semanas?, ¿Estás enojada?
-No, no estoy enojadas es algo mucho más complicado.
-¿Y qué es?
Me volteó a ver y me miró a los ojos durante unos segundos hasta que no pude mantener su mirada y agaché mi rostro.
-Eres tú...
-¿Yo? -la miré confundida- ¿A qué te refieres?
-Estoy enamorada- soltó con un suspiro- De tus ojos, de tu sonrisa, de tu esencia. Eres lo que jamás pensé llegar a encontrar y sentir, eres tan perfecta que me da miedo sentir esto por ti, que esto acabe con nuestra relación, que yo no sea lo suficiente.
Eres una persona tan misteriosa que siento no te conozco ni un poco, eres tan difícil que siento nunca podré llegar a ti... Eres tan bella que me da miedo enamorarme locamente de tu belleza.
Soy un costal de miedos en este momento y de nervios porque no sé cómo lo vayas a tomar, pero he estado meses aquí junto a ti y cada día se hace más fuerte este sentimiento... Creo que perderé la cabeza si no lo digo.- hubo un momento de silencio
-Creo que estoy enamorada de ti...- dijo suspirando
Las dos nos quedamos en completo silencio.
-¿No piensas decir nada?- preguntó Corime mirando las estrellas.
-No tengo nada que decir- me levanté y me acerqué a ella, la cual estaba recostada, la miré y con ojos cerrados la bese en los labios.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo de pies a cabeza, el estómago me dio vueltas y mi corazón me latió muy fuerte, fue un sentimiento tan estremecedor que es difícil explicar lo que sentí. Fue como si por primera vez me sintiera completa, como si en ese beso algo más allá de nuestros labios se hubiera conectado.
-Quizás si hay algo que quiera decir...- me alejé de sus labios- Moría de ganas por hacer esto, por besarte. Corime tú me gustas de igual manera, no sé si sea correcto o no, pero no me importa sólo sé que te quiero.
-¿Por qué no lo habías dicho?
-Porque no me atrevía, no tenía el valor de hacerlo por muchas razones.
Hubo un momento de silencio. Las dos estábamos apenadas y nuestras caras tenían un color rojizo muy intenso.
-¿Qué te dio el valor de hacerlo ahora?- soltó Corime.
-Que tú lo hicieras, soy una cobarde- solté una risa nerviosa-Tengo miedo de perderte eres importante para mí.
-Eso no pasara Arem- ella me tomó de la mano y las dos miramos al cielo en silencio.
-¿Arem, te gustaría ser mi princesa?- preguntó Corime sonrojada.
-¿Qué?- la volteé a ver sorprendida.
-Sí, es decir normalmente eso lo dice un príncipe a una princesa, pero dado que tú y yo somos princesas pues...
-Cierra la boca-me comencé a reír- No me refiero a eso, claro que quiero Corime, lo deseo...
Las dos permanecimos tomadas de la mano viendo la luna estrellada.
-Ves todas esas estrellas- señaló al cielo
-Claro que las puedo ver, ¿Qué hay con ellas?
-Algunas personas dicen que las estrellas son personas que ya no están presentes... ¿Ves esas dos que están ahí juntas?, yo estoy segura que ellos son mi padres los cuales siempre están aquí cuidándome.
-Tengo que confesar que son las dos estrellas más hermosas y brillantes que hay en todo el cielo.