El sol sale cada mañana por entre las montañas y en la tarde se esconde por donde sale día con día, dejando así paso a una la luna bella y plateada.
Los pajarillos vuelan por todo el lugar felices cantando sus melodías, los árboles hacen ruidos delicados con sus hojas, el aire sopla y se lleva consigo hojas y polvo del suelo.
Es así como se observa un día normal en Urano, la belleza de sus paisajes y de los animales que habitan en él.
Y así durante años observé cada movimiento y cada detalle del exterior, cada tarde me sentaba en mi balcón y miraba el horizonte en espera de que Arem llegara por las montañas, cada atardecer lo observé con esperanza de que ella llegara junto con su familia. Eso nunca sucedió... conforme fueron pasando los años fui perdiendo las esperanzas de que ella regresara, nunca recibí una carta de Arem, ella no quería saber nada de mí o ella... estaba muerta.
Sin embargo día y noche le escribí cartas y las envié, esperando fielmente que una contestación llegara al castillo, que por alguna razón se hubiera atrasado la contestación, pero que llegara a mis manos una carta de ella.
Después de varios años la fe se acabó para mí, comprendí que ella nunca más regresaría... primero me sentí furiosa por el hecho de que ella me hubiera abandonado sin un adiós, sin una explicación. Pronto ese enojo y esa irá se convirtió en una gran tristeza.
Seguí mi vida normal, como lo había hecho durante años pero ya no era lo mismo, ahora todo era diferente en todos los ámbitos. Extrañaba a Arem y no podía ocultar que la tristeza estaba acabando conmigo.
-¿Corime?- la voz de Wish me interrumpió.
-¿Si?, ¿Qué pasa?- contesté distraída.
-Vamos Corime déjalo ya... ella no va a llegar
-¿De qué hablas?
-De nada sirve ver el atardecer, lo has hecho durante años, déjalo y no te sigas torturando... entiéndelo, ella está muerta.
-No sé de qué hablas Wish ella no está muerta, ella prometió que regresaría conmigo para vivir nuestras vidas juntas, ella no puede romper esa promesa, es nuestra promesa.
-Por favor entiéndeme me preocupas, tan solo mírate, estas muy delgada, casi no comes, no duermes, estas débil... necesitas descansar y cuidarte, te estas destruyendo a ti misma. No quiero que te ocurra nada Corime, hazlo por mí.
Me quedé callada mirando el horizonte con un nudo en la garganta y una lágrima en mi ojo derecho.
-Está bien...- contesté en un susurro.
-¿Qué has dicho?
-Está bien Wish, entiendo... ella no volverá ¿cierto?, así la espere 100 años más, no va a regresar. No sabemos qué pasó con ella, no sabemos si este viva o no, es un caso perdido.
-Es mejor que lo sepas Corime es la verdad.
Me levanté del balcón y caminé con paso lento hacia mi cama, me senté en la orilla de ella y suspiré.
-¿Te sientes bien?
-Sí, es solo que me siento cansada... tengo una extraña sensación en mi pecho.
-Recuéstate, te hará sentir mejor dormir un poco.
Me recosté en la cama, miré hacía el techo y puse mis manos sobre mi estómago entrecruzadas.
-¿Crees que en algún momento nos volveremos a ver?
-Yo creo que sí, ustedes dos se volverán a encontrar en algún momento.
-¿Siempre vas a estar junto a mi verdad?
-Sabes que sí, yo estaré aquí contigo hasta que lo decidas tú, por siempre y para siempre.
-Gracias por todo...- cerré los ojos y me quedé completamente dormida, la mañana siguiente sería un día nuevo, completamente diferente.
Una luz color naranja deslumbraba mi rostro, me levanté molesta y noté que había dormido hasta el siguiente día, ya estaba atardeciendo y la luz del sol se veía mucho más brillosa de lo normal.
-¿Wish?, ¿Por qué no me despertaste?, dormí casi dos días enteros
Me quedé callada pero Wish no contestó, el debió vigilarme todo el tiempo que me dormí y en este momento debía de estar dormido.
-Sé que te prometí Wish que ya no me acercaría al balcón, pero te prometo que hoy será la última vez que espere verla llegar, por favor no te enojes mucho conmigo.
Me levanté de la cama y caminé hacía el balcón, me senté y miré el horizonte, todo estaba más tranquilo de lo normal, no había ruido ni aire, el color naranja inundaba todo el lugar dándole una apariencia naranja a todo lo que había ahí.
-Si pudieras ver lo hermosa que se ve la vista Wish, pero prometo no te despertaré y te dejaré descansar.
Me quedé completamente en silencio mirando el sol mientras se metía, de pronto algo extraño llamó mi atención.
Una figura se vislumbró caminando entre las montañas y el sol, caminaba a paso lento, debido al sol no podía verse nada solo una silueta negra.
-Wish, ¡tienes que ver esto!, alguien se aproxima al castillo.
Me quedé callada esperando las palabras de mi amigo pero Wish no volvió a contestar.
Mientras más se acercaba aquella figura mejor se podía notar, era alta, con una armadura roja como la lava, no llevaba nada en las manos, se quitó el casco mientras caminaba y una melena de cabello color rojo cayó por sus hombros.
-¿AREM?- grité- No puede ser posible- me levanté de un salto y las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas- Regresaste...
Corrí escaleras abajo hasta llegar a la gran puerta del castillo, quité las cadenas y el seguro y con dificultad abrí la puerta, ahí estaba ella parada con su armadura en mano y una gran sonrisa en el rostro como aquella primera vez que la había visto.
¡Arem regresaste!- me abalance hacía sus brazos nos dimos un gran abrazo, un abrazo tan fuerte que pudimos habernos sacado el aire.
Me separé de ella y la besé en los labios con lágrimas en los ojos.
-¿En dónde estabas maldita sea?, ¿Por qué tardaste tanto?... creí que estabas muerta- me separé de ella para mirarla a la cara
-Tuve problemas con mi nave...
-Tuve un sueño horrible hace mucho tiempo, soñé que llegabas a marte y todo estaba destruido por la guerra y los malditos hombres negros te asesinaban, tenía tanto miedo de no volverte a ver, ya me había resignado a que no regresarías y que estabas muerta- interrumpí agitada