En un lugar no muy lejano, en la época de las pieles, en las tierras de Rojim, se encuentra Amadeo, un joven de estatura media, cabello largo y de piel canela, su trabajo de cazador lo llevó a estar al tanto de muchos lugares bellos de esos dominios, cuyos límites se marcan por un espeso bosque en el que nadie se ha atrevido a entrar.
Aquel muchacho desde que era tan solo un niño, manifestó habilidades que manejan los más sagaces cazadores con experiencia, su rapidez, su astucia y su conocimiento sobre el territorio, hizo que su gente lo pudiera respetar, es por eso, que siempre él ha sido líder de las expediciones de caza; equivalentemente, su espíritu está guiado por el águila harpía, cuyo vínculo se dio desde el momento en que nació, las estrellas se alinearon ese día para conectar a esos dos seres, por eso, su liderazgo se avivó desde aquel instante.
Cierto día, Amadeo y los demás cazadores estaban de viaje de caza regular, se encontraban en un lugar aislado de su gente, pero muy cerca al denso bosque, desde lo lejos… Amadeo logró distinguir muchos animales, entre ellos, cerdos de monte, borugas y monos... como tal cual imagen del jardín del edén, fue silencioso al cercarse, sin embargo, al precipitar su lanza, aquellos animales se esfumaron de su vista, como si fuese una ilusión.
−No puede ser, estaban aquí hace un momento. – Dijo Amadeo, con preocupación, pues no lograba entender lo que había acabado de ocurrir. Dio cuatro pasos hacia una laguna que había cerca y de repente escuchó a su compañero Alfonso, uno de sus compañeros de caza, decir, −Es increíble, los dioses nos han escuchado. –
Amadeo se acercó a él y sus demás compañeros, sus ojos se abrieron ante tal asombro, en el piso había muchos animales que habían cazado hace unos instantes, aquel joven cazador no podía comprender lo que estaba sucediendo, vio sus manos y estaban temblando, de repente se dio cuenta de que todos a su alrededor estaban quietos, como en pausa… efectivamente estaba fuera del espacio tiempo, al frente suyo divisó un humo de color lila y entre ese humo apareció una figura femenina, estaba desnuda, solamente tenia sobre su cuerpo un velo delgado de color blanco, casi transparente.
−Hasta que por fin decidiste acercarte a este sagrado lugar, el águila harpía me mantuvo al tanto de tus pensamientos, de tu crecimiento, de tus hazañas… hoy que estás aquí, te ofrezco la gracia, la magia, el don que te ha sido asignado desde el momento de la conjunción de estrellas, Júpiter y Venus forjaron la danza del tiempo, dime agraciado Amadeo, ¿Aceptas el trato con tu presente, la madre bosque? – Dijo con voz suave, aquella entidad espiritual.
−Todo es muy confuso, dices que me ha sido asignado un don, ¿Cuál es el intercambio que debe haber para aceptar mi destino? – Dijo Amadeo, con voz firme.
La madre del bosque retrocedió el tiempo, Amadeo se vio a si mismo, minutos antes de que aquellos animales se esfumaran, −El don del tiempo, no hay nada que intercambiar, ese es tu destino, debes aceptarlo con amor, gratitud e inteligencia. – Dijo aquel espíritu.
−Comprendo, si este es mi camino, lo acepto como debe ser, así como mi cuerpo contiene polvo de estrellas, partículas de los sagrados dioses, acepto este don. – Dijo Amadeo, en ese instante aquel humo lila se esfumo y aquel cazador se encontró de nuevo en el pasado, viendo aquellos animales, tiró su lanza, seguidamente hicieron lo mismo sus compañeros.
Aquellos cazadores, alegraron a su comunidad aquel día, pues llevaron bastante comida para su gente, fueron recibidos con danzas y cantos, toda la noche cantaron y bailaron, en manera de agradecimiento a los dioses por la gran jornada de caza, aquellos cazadores podrían descansar en su comunidad por varios días, recibiendo el calor humano, el calor del abrazo de su gente.
Con los años, Amadeo subió de rango en su comunidad, se hizo conocer como el mejor cazador entre su gente, pues cada vez que salía a cazar, llegaba con bastantes presas para su gente, aquel don del tiempo le sirvió para recorrer el territorio y poder ver los lugares en los que se escondían los animales, así, después podía devolver el tiempo y realizar movimientos perfectos en su cacería, desde aquel momento que Amadeo recibió el don, jamás falló en sus cacerías.
Al tener fama de buen cazador, Amadeo era uno de los jóvenes más deseados por las mujeres jóvenes, una de ellas, Bachicue, una joven artesana de su comunidad, llamó la atención de aquel cazador, pasaron muchas lunas para que ella pudiese hablar con él, aunque en el fondo de su corazón, ella también estaba interesada en el joven cazador.
Una noche de luna creciente, Amadeo y Bachicue unieron su cuerpo y alma, una danza de sentires inundó el lugar, los animales de la selva y las estrellas fueron testigos de la sincronía del amor de aquellos dos seres.
A partir de esa noche, Amadeo y Bachicue no sólo articularon sus destinos, 15 años más tarde tuvieron una hermosa familia, dos bellas hijas, Alicia de 12 años y Andrómeda de 14 años, dos chicas inteligentes, de cabello largo y con las destrezas de buenos cazadores, nunca se había visto que las mujeres cazaran animales, pero aquellas dos niñas, fueron las primeras en hacerlo en su comunidad, contrario a las leyes naturales, ellas demostraron otras habilidades para las mujeres de su pueblo.
No todo era color de rosa en la familia de Amadeo, la casa en la que ellos habitaban, tenía una energía extraña, pues se había impregnado del espíritu de la madre del bosque, cada vez que habían desarmonías en el hogar, se veía la sombra de una mujer que se paseaba por la casa, Amadeo sabía que aquel fenómeno paranormal era el espíritu de la madre del bosque, que venia a recordar el destino del don del tiempo y la necesidad de generar armonía con los suyos.