El cazador

Capítulo IV

La casa cada vez tenía más cajas llenas de cosas que cubrían el suelo, lo cual hacían que desplazarse por las diferentes habitaciones fuese toda una aventura. Juliet no podía hacer otra cosa para distraerse; a pesar de que las pertenencias que recogía eran de Claire, se sentía ocupada y concentrada, y eso no le permitía divagar e imaginar cosas que no quería. Además, así tenía todo recogido para cuando la policía viniese a recoger las cajas de evidencia. Todavía no entendía por qué no se habían llevado mas cosas la primera vez que estuvieron, pues en esa ocasión tan solo se llevaron aparatos como su portátil, sus discos duros y memorias USB en busca de alguna pista. Sin embargo, ahora que no habían encontrado nada decidieron volver para llevarse mas cosas. Sabía que en teoría no tendría que haber tocado nada, pues todo ello podía ser evidencia de algún tipo, pero no le importaba, porque ella también pretendía encontrar cualquier cosa que pudiera ayudarla a sanar sus heridas.

Sin embargo, ya había terminado de guardar todo lo que su amiga había tenido en esa habitación y no había encontrado nada de interés. Ni siquiera algo que fuese de valor sentimental. O, por lo menos, no encontró nada que pareciese de valor. De igual forma, Juliet decidió quedarse con uno de los jerséis que todavía llevaban el olor de su mejor amiga. Con el tiempo perdería su fragancia, pero ella lo seguiría atesorando con el mismo cariño. Lo olió de nuevo, abrazándolo como si Claire estuviese ahí mismo. Por un momento, pudo sentirla a su lado, pero cuando abrió los ojos no había nadie, como era de esperar.

El timbre sonó, sacándola de su trance. Cuando respondió supo que era Kate la que estaba a la puerta, por lo que no dudó en abrir, sin haber pensado dos veces si sería una buena idea dejarla entrar debido al desastre que había causado en el piso con todas las cosas de Claire. Pero ya era demasiado tarde para echarse atrás, pues la mujer subía las escaleras decidida para llegar a aquel segundo piso. Decidió no darle mucha importancia y hacer como si nada, ya que no quería estresar más a Kate e igual de aquella forma no se daría cuenta.

—Hola —saludó la tía de Claire cuando se abrió la puerta, mientras sujetaba su bolso con las dos manos y miraba al vacío.

—Pasa. —Juliet se apartó—. ¿Quieres algo? —preguntó Juliet con un tono de voz suave, recordándose a si misma que no debía preguntar a ver qué tal estaba.

A ella ya se lo habían preguntado en numerosas ocasiones desde la desaparición de su mejor amiga. Ya se había acostumbrado, pero al principio no podía evitar el enfadarse pues le parecía obvio que no estaba bien y no había necesidad de decirlo. Sabía que solo se estaban preocupando por ella, pero en aquel momento todavía tenía la esperanza de que su amiga regresaría y que le hicieran esa pregunta le hacía pensar que los demás ya habían perdido la fe. Y aunque ya no le ofendía que le preguntasen eso, sabía que Katherine no reaccionaría de la misma forma.

—No, gracias. —Una pequeña sonrisa de agradecimiento asomó por sus labios, pero duró escasos segundos—. ¿Qué es todo esto? —cuestionó, recogiéndose más en sí misma mientras observaba a Juliet con la mirada asustada.

—No es nada, no te preocupes. —Juliet se colocó en frente de la mujer, tratando de tapar su campo de visión, cosa que fue inútil.

—¿Esas son las cosas de Claire? —Los ojos de Katherine se inundaron de lágrimas; pasó por al lado de la joven para acercarse a las cajas que llenaban el suelo.

—Sí... —confesó al fin la estudiante—. Tenía que hacer algo para distraerme.

—Esto es ilegal —susurró Kate; se giró para mirar a la chica, la ira arrugaba su rostro—. Todo esto podría haber sido evidencia. ¿Y si al tocarla has destruido esa evidencia? —Se fue acercando poco a poco a ella, sin separar la mirada de la suya.

—Yo no lo sabía, Kate. Lo siento mucho —clamó Juliet dando un paso hacia atrás, lo cual hizo que se tropezara y cayera una lámpara al suelo.

—¡Ahora puede que no encontremos a mi hija! —exclamó con tanta rabia que le temblaba la voz.

Una puerta se abrió, era la habitación de Jackie, la otra chica que vivía en el piso. Ninguna de las dos tenía clase a esas horas, mientras que los otros dos integrantes sí que tenían. Pero no tardarían en llegar, pues era tarde y habían quedado en cenar todos juntos. Lo que no sabía Juliet es qué hacía la mujer a esas horas tan tardías en su casa.

—¿Qué está pasando aquí? —preguntó la otra joven, todavía agarrada al pomo de la puerta.




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