El agua era fría y el viento azotaba los rostros de ambos jóvenes, ambos se sentían libres bajo la tormenta, corrían y miraban al cielo que comenzaba a salir por entre los gruesos nubarrones. Ambos permanecieron bajo la lluvia por largo rato hasta que esta comenzó a mermar, entonces tomaron su rumbo hacia un pequeño kiosco de ladrillo rojo donde ambos se sentaron mientras escuchaban el tenue murmullo de los restos de la tormenta.
—Espero no vayamos a coger pulmonía —comento Natasha.
—Has vivido con un espectro desde niña y te preocupa un poco de agua.
Ella se encogió de hombros al tiempo que me miraba como con una ceja levantada.
—supongo que tienes razón.
—Por supuesto que la tengo, de eso no te quepa la menor duda.
Ambos rieron de buena gana ante la reciente experiencia de “purificación” como la habían apodado varios.
—Espero no te sientas solo en el valle.
—No te preocupes, supongo que me las arreglare para mantener a raya a espectro, además no creo que este solo, posiblemente tenga la compañía de algunos miembros de la familia.
—Supongo que lo harás, de momento sería bueno que volviésemos adentro, no te vendría mal un baño caliente y un poco de ropa limpia, debemos cambiarnos antes de que mamá despierte o dará el grito en el cielo.
Volar sobre las nubes a plena mañana era una buena forma de mantenerse distraído, era una buena forma también de mantener alejado a espectro, que no molestaba demasiado cuando este se encontraba en las alturas, dejaba volar su mente viendo las nubes y sus formas desde la ventanilla del avión, Sebastián. pensaba que sería asombroso ser un ave, perderse en los cielos, danzar al ritmo del viento, y mostrarse soberbio desde las alturas, como un águila, tenía este pensamiento de manera feliz hasta que recordó que la forma de espectro era la de un águila, al menos en parte, tenía la cabeza las alas… y las garras de un águila.
“Diablos espectro, eres bueno arruinando todo incluso cuando no estas presente.
Luego se dedicó a pensar en Isabella y en cómo se vería luego de tantos años de no verla, cómo se comportaría y cuál sería su reacción al verle, después de todo habían pasado ya varios años desde la última vez que se vieron, ella siempre había sido como la guardiana de esa generación de la familia, actuando siempre como una adulta, sin temor nunca de mostrar sus puntos de vista o de defender todo aquello que creía correcto, lista coordinada y hermosa, uno de los elementos más destacables de la familia era Isabella Falkova, destacando siempre en todo lo que hacía.
Solo esperaba no arruinar las cosas una vez más una vez que estuviera de vuelta en san pedro sula, tenía una leve muy grande tendencia por joder las cosas, y no precisamente al comienzo, pero eventualmente llegaba a un punto donde ya nada le importaba, quizá era culpa de espectro, quizá simplemente no estaba destinado a la disciplina o a relacionarse con las personas, es solo que únicamente, cuando las personas comenzaban a ganarse su confianza, usualmente bajaba mucho sus defensas volviéndose cada vez más como un niño, simplemente no podía encontrar el balance en su vida y era tan frustrante, apretó los puños y apoyó la cabeza en la ventanilla perdiéndose en el panorama nuboso, sin pensar en nada concreto, quizá era mejor así, dejarse arrastrar por la corriente, pero fue entonces cuando tuvo un repentino pensamiento que no le gusto para nada en absoluto… inercia, eso era, había estado viviendo la mayor parte de su vida por inercia, sin un propósito concreto, desde que sus padres habían muerto, todo había sido una sucesión de obstáculos y limitaciones a las cuales él había sabido adaptarse de muy buena forma, porque al menos se reconocía eso, le costaba desligarse de las cosas a las que se había acostumbrado, pero era tan bueno adaptándose también cuando las circunstancias lo ameritaban, era como un jodido boina verde, si no había una salida, pues él la creaba entonces, o buscaba la mejor forma de hacerlo.
Claro estaba el reverso de la moneda, algo que le molestaba y que nadie en absoluto conocía. Un secreto escondido de Natasha, Isabella e incluso Lucas, que era por así decirlo los primos en los cuales él tenía más confianza, no significaba que no la tuviera con el resto, era solo que estos de alguna forma tenía más facilidad de comprensión con “El heredero” como muchos de sus primos lo llamaban, debido a su condición con espectro. Dentro de Sebastián había todo un mundo que nadie conocía y él mismo se preguntaba si era parte de suya o simplemente el poder de espectro que lentamente lo iba consumiendo, le preocupaba y molestaba al tiempo, haciéndole sentir tonto e impotente, había momentos en que simplemente estaba molesto, muy molesto, no quería ver a nadie o tener conversación con ser humano alguno, era difícil, se aislaba, se frustraba hasta por las cosas más simple, se hundía en depresiones y tenía pensamientos oscuros, de alguna forma lograba reprimirlos o mantenerlos a raya. No que fuera fácil pero se esforzaba en ello, pero de alguna forma sentía cuando espectro se acercaba, cuando quería tomar el control de su vida nuevamente, no pensaba tener hijos, le hubiera gustado, pero de alguna forma no quería traer a una posible victima para espectro, no quería a alguien más como él, sin padre o madre y a merced de una entidad oscura, solo esperaba que las cosas cambiaran al llegar al valle, pensó en Dios, y pidió fuerza para poder sobrepasar cualesquiera que fuera los obstáculos que estaban por venir, para poder seguir siendo el boina verde de hasta ahora, y principalmente para no decepcionar a los suyos, no le gustó nunca ver en su familia la decepción escrita en los rostros de los mayores y si algún día llegara a tener gente debajo de él, no quería decepcionar a estos, siempre le asaltaba ese pensamiento, si llegaba a ser líder un día, esperaba que llegara ese día, una vez a la cabeza significaba que si el caía, todos aquellos con él caerían, algo que le atemorizaba, alguien tan egoísta e impulsivo como él no debería tener un cargo de ese tipo.