El Cetro de Barro

Séptima Práctica: Desde que te fuiste

Dolores, Radimir y Erick estaba reunidos en la casa del mago. El chico parecía nervioso, con los ojos cerrados y sudando, mientras que el mago estaba enfrente de él y Dolores al lado de este último, misma que tenía su libreta en mano e iba tomando nota.

—N-no siento nada —aseguró Erick, abrió los ojos y se calmó rápido. Una sonrisa le nació de su rostro al momento.

— ¿Vez? No había nada qué temer. Los ataques psíquicos se vuelven casi inútiles cuando usas «fortaleza de intelecto» —explicó el mago a su alumna, misma que no dejaba de apuntar en su cuaderno.

— ¿Esto incluye a ataques de telequinesis?

—No, sólo los que van dirigidos a la mente. Creo que no existe algo como una barrera contra la fuerza de telequinesis. No que yo sepa hasta ahora —respondió el hombre a la par que una copa con vino se acercó flotando a él—. El siguiente hechizo es más de práctica en las afueras. Por lo que por hoy terminamos. La siguiente sesión será de campo, así que prepárense.

— ¿Otra vez? Espero no ver demonios de nuevo, me causaron pesadillas.

— ¡Qué raro! A mí también —secundó Dolores a su amigo, cosa que le extrañó al adulto.

— ¡Vaya! Parece que había un demonio «tenebris». ¿Sabes qué? Creo que es hora de comenzar a estudiar las criaturas. Olviden la lección de campo, la aplazamos a la clase que le sigue —una enorme onomatopeya de decepción fue expresada por los adolescentes, algo que hizo reír al mago.

—De todos modos, se me hacía pesado volver a salir tan pronto. Debemos practicar con la banda, porque aparentemente ya tienen tu nueva canción lista y quieren que toquemos de nuevo en el mismo bar —explicó Erick alegre.

—Eso suena muy bien. Espero les vaya de maravilla con eso. Además, no sabía que estabas escribiendo una nueva canción, Doly.

—Sí, hace poco seme ocurrió con todo lo que ha pasado en casa. ¿Sarutobi le ha comentado, maestro?

—No mucho. ¿Está todo en relativo orden?

—Espero que lo esté cuando mamá, Lauro y mi tía regresen. Rezo para que no lleven a mi tío con ellas —comentó la chica, lista para retirarse.

—Me parece bien. Sabes que puedes confiar en nosotros, y en Erick, si algo sale mal.

—Por supuesto que lo sé. Gracias, maestro —dicho esto, la chica abrazó al hombre para despedirse y se fue con Erick, mismo que ya se había despedido y estaba en camino a la salida.

Cuando salieron, un portazo se escuchó detrás de los jóvenes. La puerta principal de la casa se había cerrado con cierta rudeza. Los jóvenes voltearon a ver qué sucedía y vieron que Radimir se encontraba viéndolos desde la ventana de donde comúnmente estudiaba Dolores. La mirada del mago era de extrañez, y se dirigió hacia la puerta, mas pronto relajó el semblante y dirigió sus ojos a los chicos, para luego ondear su mano en símbolo de despedida.

Dolores y Erick se voltearon a ver el uno al otro preocupados, aunque entendían que aún existían cosas raras en la casa del mago que les faltaba por descubrir. Por ello, no le dieron mucha importancia y se retiraron del hogar.

Por su parte, al verlos fuera de su vista, Radimir se puso serio y volteó a ver hacia atrás. Evidentemente no había nada ahí, pero desde el espejo que se encontraba cerca de la escalera, mismo que reflejaba la imagen del hombre, podría apreciarse como una mujer se hallaba en la dirección que miraba el adulto.

Aunque su figura era un tanto borrosa dentro del reflejo, era obvio que sea quien estuviera ahí, estaba a punto de enfrentar al hombre en dialogo.

Los adolescentes se separaron y acordaron verse al día siguiente después de clases para ir con la banda, pero antes de tomar caminos distintos, Noeh apareció, quien cortó el paso de la chica tempestivamente, casi tropezando con ella.

La escena fue captada por Erick, quien casi perdía de vista a su amiga, no obstante volteó a verla una última vez y consiguió ver qué sucedía del otro lado de la acera.

— ¿Por qué estás enojada conmigo? —Preguntó Noeh, cosa que provocó que Dolores volteara los ojos, apretara los labios y mirara en otra dirección.

—No estoy enojada contigo —expresó la chica, mientras pensaba «Tal vez porque gritaste y me hiciste un berrinche en la preparatoria, lo que nos dejó expuestas ante todos. Ya tenemos problema y sólo piensas en ti misma. Ya no te soporto».

— ¡Claro que lo estás! Siempre estás enojada conmigo —replicó la chica, algo que casi hacer estallar a Dolores.

—No es verdad. Tú… —la chica trataba de hilar algo coherente que tranquilizara a su novia, pero no encontraba las palabras, sólo pensaba molesta «Eres una egoísta, superficial y egocéntrica. No te soporto, ya ni siquiera sé si siento algo por ti. Sólo estoy contigo… por lastima»—. Estás haciéndote ideas que ni al caso. Por favor, deja ya las cosas así, no quiero tener problemas contigo. No ahora.

— ¿Por qué? ¿Pasó algo malo?

—Es sólo que las cosas en mi casa…

— ¡Ya vez! Siempre es por tu familia. Ese es tu problema, no yo.

—Déjame terminar. No me interrumpas —pidió a regañadientes, palabras que hicieron refunfuñar a Noeh—. Mi mamá, mi tía y mi hermano se fueron y no han vuelto. Estoy cuidando yo sola a mi abuelita y tengo que regresar lo más pronto posible. Por favor, entiéndeme por esta vez. Estoy muy estresada —explicó la aprendiz. Noeh pensó un momento y llegó a una conclusión.

— ¡Ya sé! Déjame ir a tu casa a quedarme.

— ¿Qué?

— ¡Sí! Podemos cuidar a tu abuelita juntas y tendremos toda la intimidad que queramos una vez que…

—No —respondió Dolores a la proposición, la cual hizo callar a Noeh—. No te puedes quedar.

—Pero no está tu familia. La única razón por la cual no me has invitado era por eso.

—Imagínate que estés ahí y regresen. Va a caer un mar de sangre si eso sucede. No me pienso arriesgar.

— ¿Y cuánto tiempo me vas a ocultar de ellos? —Preguntó en tono molesto la joven.




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