El Cetro de Barro

Octava Práctica: Te voy a mostrar

Después de un par de días, la banda volvió a reunirse en casa de Kevin. Todos afinaban sus instrumentos tranquilamente, leían partituras o trataban de componer música nueva. La única persona que parecía estar muy seria era obviamente Dolores, quien sólo estaba sentada en un cojín gigante que usaban de sofá, en donde veía hacia el techo un tanto desconectada de su alrededor.

Los jóvenes obviamente sabían que la chica estaba pensando en lo ocurrido con Noeh, pero no querían ser entrometidos, preferían dejarla encargarse de sus propios problemas, y si ella les comentaba, ahí sin dudas la ayudarían con consejos o palabras de aliento.

De repente, Dolores suspiró profundamente y cruzó los brazos, lo que provocó que Erick no resistiera más las ganas de hablarle.

— ¿Cómo sigues, Dol? ¿Todo bien en casa? ¿Cómo está tu abuelita?

—Bien, gracias por preguntar, Erick. ¿Tú como estas?

—Normal, ya sabes. Sigo sin poder declarar mi amor, aunque eso ya es normal para mí. ¿Qué tal tu con Noeh? —Lo dicho hizo que todos voltearan los ojos excepto Dolores. Los chicos creyeron que Erick se estaba pasando de confiado.

—No hemos hablado desde el incidente en el bar. Ahora sí cortamos, supongo.

— ¿Y cómo estás tú con eso? ¿Tienes problemas?

—Pues… No exactamente —pensó la chica unos momentos, luego dirigió su mirada a los demás chicos—. Nos acaban de proponer tocar en un bar más grande, sino es que el MÁS grande. Estamos creciendo muy rápido como banda. Aunque tuviera la oportunidad de dedicar todo mi día a Noeh y sus problemas, no puedo hacerlo. Tengo una vida, y honestamente, creo que me estaba asfixiando un poco, ¿no lo creen? —Preguntó la adolescente a todos, y sus amigos se vieron los unos a los otros antes de contestar.

—Sí, era una molestia —comentó Gonzo con un ánimo casi impermisible, cosa que provocó una mirada molesta de los demás hombres, dirigidas al baterista, al que no le importó.

Dolores entonces comenzó a reír, primero bajó y luego carcajeó un poco. Llamó la atención de la banda y se tranquilizó levemente para explicar lo que pasaba por su cabeza.

—Es cierto. Noeh sólo causaba problemas aquí. Obviamente ustedes están felices de que hayamos terminado.

—No es verdad —Expuso Kevin de inmediato—, no estamos felices por que hayan cortado, sino de que no tenemos que soportarla más.

—Sí. Que sea tu novia, todo bien, pero su mala actitud era neta para morirse, sin ofender —secundó Khloe, para pronto ultimar Erick.

—Dol, nos importas mucho. Todos aquí somos tus amigos, te amamos y respetamos muchísimo. Noeh no es una mala persona, tal vez, mas te quitaba mucho y te daba muy poco. Creo, más bien, me parece que creemos que las cosas así estarán mejor. Tal vez Noeh recapacite, madure y puedan volver, y tú no deberías permitirte regresar si va a continuar con las malas actitudes que tenía contigo.

—Tienen razón, lo siento por todos los problemas que les causó.

—No te disculpes. Tú no eres ella, no manejas lo que hace o dice. Es estúpido enojarse con alguien cuyo novio te trata pésimo. ¿Qué culpa tiene su novio de la mierda que es? Es inmaduro liarse sólo por que la persona con la que alguien anda tiene pleitos contigo. No somos estúpidos, ni inmaduros. Todos detestábamos a Noeh, pero te adoramos a ti, Dol. Siempre, amiga. Eres el corazón de la banda —lo dicho por Khloe dejó a los jóvenes pasmados, y pronto sonrieron levemente al entender que todo lo dicho por el joven de gorra era cierto.

Dolores se sintió más tranquila y rápido se le ocurrió la letra de una nueva canción, por lo que tomó su libreta y se puso a escribir en conjunto con los jóvenes, quienes iban componiendo la música a la par.

Con el tiempo, los días, y el esfuerzo de los chicos, la canción nueva fue completada, y pronto estaría lista para ser estrenada en el gran bar Lonely butterfly. Los jóvenes recibieron un día antes los trajes para la presentación, los cuales se trataban de piezas de cuero negras, un poco más atrevidas con los jóvenes, mientras que Dolores vestiría unas botas hasta la rodilla, leotardo completamente ajustado al cuerpo, guantes hasta por encima de los codos y numerosos cinturones.

La peluca roja de la chica, misma que llevaba un gran fleco, la emocionó, así que se lo probó junto con los demás miembros de la banda y se veían espectaculares. Estaban preparados para su nuevo espectáculo al día siguiente.

En la madrugada de la tocada, en una casa abandonada, en su sótano, dormía cómodamente Zondra, roncaba acostada en una hamaca improvisada que estaba guindada de un tubo y una columna de madera de dudosa resistencia.

Una alarma sonó, pero la chica la ignoró por completo, como si no la pudiera escuchar. Jessenya, quien dormía arriba, despertó por el tenue sonido que se percibía en la habitación donde descansaba, por lo que de inmediato se vistió y bajó hasta la recamara de su amiga para apagar la alarma.

—Zondra, ya es hora de que te levantes —trató de despertar a la chica, sin recibir respuesta—. Zondra, por favor, por una vez en la vida levántate temprano. Hoy es un día importante —decía la chica mientras tomaba un hombro de la prácticamente difunta Zondra, quien seguía roncando como locomotora. Jessenya la movió, pero ni así despertaba—. ¡ZONDRA VAYNE! —Gritó la chica a todo pulmón, pero no dio resultado.

Jessenya giró los ojos, subió las escaleras, aparentemente recogió algo, regresó al lugar con un cetro dorado muy hermoso y, con una facilidad increíble, conjuró agua por encima de su amiga al simplemente pasarle por arriba el instrumento de manera ligera y suave.

El agua mojó a Zondra, misma que despertó de inmediato suspirando por el frío, echó un grito, giró en la hamaca y cayó al suelo, lo que hizo un tremendo ruido. Un quejido de dolor fue emitido a la par, para luego despliegues de molestia por el golpe generado.




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