El Cetro de Barro

Décimacuarta Práctica: Sentirte especial

Kahbern es un planeta lleno de magia, vida y muchas civilizaciones pacificas. El planeta disfruta de todo lo que un buen hogar debe tener, y sus razas originarias siempre han conseguido convivir con la madre naturaleza de forma pacífica desde tiempos inmemoriales.

La gente de Kahbern, lejos de tratarse de seres débiles, son conocidos por ser poderosos habitantes que poseen habilidades asombrosas. Numerosas leyendas y héroes se han levantado de entre las masas, y las constantes historias y canciones sobre aquellos llenan los oídos y la cultura general, así como los libros de historia de todo el mundo.

En Kahbern, hay ocho grandes continentes. Entre ellos, Helgarn y Kosjorn son los titanes que siempre se han encontrado en guerra. Hay varias zonas en frontera que durante años han sido tratadas como lugares en disputa, estados o ciudades que ambos países reclaman como propios por razones diferentes.

En la antigüedad, Gante, el gran conquistador azul, fundador del imperio de Helgarn, expandió el continente por medio de numerosas guerras llamadas: el derramamiento de la sangre azul. Gracias a ellas, muchos territorios fronterizos pasaron a ser parte del ya mencionado continente, aunque, luego de la muerte de Gante, los territorios conquistados quedaron sin alguien que los gobernara como propiedad de Helgarn. Por ello, al pedir el gran conquistador azul de vuelta sus tropas a la capital para la defensa, los territorios de Kosjorn ya conquistados se declararon parte de su original continente.

Desgraciadamente, con la caída de Gante, nuevos lideres ascendieron al poder, y muchos de ellos aseguran que los botines de guerra, como lo fueron aquellas tierras conquistadas, eran propiedad de Helgarn, así que los territorios expandidos deberían continuar siendo parte del mismo. Yvajvern y Fuzjern decidieron ceder lo reclamado, pero Kosjorn se negó. Esto creó conflictos que, hasta la fecha actual, siguen en curso.

Tabenmaun, la tierra del aguacate y los grandes bosques templados, es uno de los territorios que están libres de ese acoso. A pesar de ser frontera, al no haber sido conquistado en su momento, el ejercito de Helgarn nunca se entromete en el sitio. La gente, que está literalmente entre dos terrenos en disputa, vive con una tranquilidad sin igual, pasan su día a día lidiando con sus propios problemas, tratan de vivir una vida plena y pacífica. Y de todos los poblados, Hellen, es sin duda un poblado semi rural bastante grande donde no sólo las cosechas son abundantes, sino también los bardos.

¡Cuentan la historia de un mago que un día en su bosque encantado lloró, porque a pesar de su magia no había encontrado el amor! —Cantaba Zondra, quien vestía un atuendo un poco diferente al que ya se le conoce. Llevaba un pantalón de mezclilla, una blusa rosada y una cola de caballo corta, pues su cabello no era muy largo. La mujer estaba en una posada, junto a muchos viajeros que sostenían sus cervezas en lo alto, sentados todos en diferentes mesas de madera que llevaban el restaurante y bar del sitio. Todos disfrutaban del espectáculo que la mujer daba posada sobre una mesa—. ¡La luna, su única amiga, le daba fuerzas para soportar todo el dolor que sentía por culpa de su tan larga soledad! —En ese momento, un hombre de piel aperlada, ojos dorados y cabello plateado se subió a la mesa que Zondra tenía enfrente. Aquel tocaba un violín y comenzó a cantar para complementar la canción de la mujer.

Es que él sabía muy bien que su existir nunca debía salir de su destino. Si alguien te tiene que hablar, ya lo sabrás, solo tendrás que saber reconocerlo —Cantó el hombre alegre, cosa que causó furor entre el público, quienes bebieron y festejaron junto a la pareja que continuaba interpretando.

Fue en una tarde que el mago paseando en el bosque la vista cruzó.

Con la más dulce mirada que en toda su vida jamás conoció.

Desde ese mismo momento el hada y el mago quisieron estar solos los dos en el bosque amándose siempre y en todo lugar —Al decir esto, el joven se colocó sobre una sola rodilla y sacó algo de su bolsillo, al continuar con la canción Zondra—. Y el mal que siempre existió no soportó ver tanta felicidad entre dos seres. Y con su odio atacó hasta que el hada cayó en ese sueño fatal de no sentir —De su gabardina, el hombre sacó una pequeña cajita que mostró a la mujer que continuaba tocando. Al abrirla, reveló un hermoso anillo de plata que tenía una amatista incrustada entre dos pequeños tallos del acero a su alrededor.

—Zondra Vayne, ¿te casarías conmigo? —Lo dicho hizo que la mujer dejara de tocar, mas los viajeros se emocionaron y gritaron al unísono al ver la cara de impresión y las lágrimas de felicidad de la mujer.

— ¡Claro que sí! ¡Acepto! —Gritó la chica y saltó hasta los brazos de su amado. Ambos cayeron mientras los desconocidos a su alrededor continuaron con la canción al besarse los nuevos comprometidos llenos de amor.

En el camino de regreso, ya en la noche, Zondra y su ahora prometido, Elian, caminaban sujetos de la mano a casa de la chica bardo. Ella estaba feliz planeando todo lo que habría en su próxima boda, mientras que el hombre que estaba perdidamente enamorado de ella la escuchaba con una enorme sonrisa en el rostro sin dejar de verla un segundo.

—Por eso creo que un arco de flores blancas se vería espectacular. ¿Alcatraces o rosas?

—Lo que tú quieras, amor.

— ¿Estás al menos escuchándome? —Preguntó alegre la chica empujando a su novio, mismo que rio ante tal acción.

—Claro que sí. Siempre. Y creo que sería mejor que tú elijas todo. Tienes un excelente gusto para eventos grandes.

—Me gusta más animarlos que decorarlos.

— ¿A cuántas bodas has ido este año?

—No lo sé. ¿A todas las del pueblo?

— ¡Lo vez! Sé que tienes experiencia en esto.

—No del todo, pero me encantaría tratar. Quiero que nuestra boda sea perfecta, que todo el mundo venga y haya muchísima comida, alcohol y dulces para los invitados. ¡Oh! Podríamos hacerla en el valle del sol. Es enorme y encantador en esta época del año. ¡Estoy segura que les fascinará a todos! —Mencionaba emocionada la chica, la cual se dio cuenta de la cara de tonto que tenía el hombre—. ¿Estás ahí?




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