El Cetro de Barro

Vigésima Primera Práctica: Bartolomé, Tomás y Juan

En la oscuridad de su hogar, en completa soledad, Daniela lloraba sentada al pie de la cama de su madre. Trataba de pasar el trago amargo que había sido enviar a Dolores lejos, pues justo había llegado y ya no la había encontrado, cosa que en sí le daba algo de tranquilidad, pues creía que habría flaqueza en su corazón si la veía irse.

—Mamá, perdóname… No pude ser tan fuerte… No podía dejar solo a Lauro quien es el que más me necesita. Espero algún día puedas perdonarme —expresaba la mujer desconsolada, hasta que un par de pasos se escucharon en el hogar.

Asustada, Daniela volteó a ver de dónde provenía dicho sonido, sólo para encontrarse a su cuñado, el cual parecía un tanto cauteloso.

—Daniela… Necesito que hablemos…

—Ahora no tengo muchas ganas de conversar, Luis. Por favor, te lo ruego una vez más, encuentra a Laureano. Es la única persona que creo puede ayudarme en este momento…

—Eso no será necesario —la voz de Jessenya se hizo presente, a la par que la mujer entraba a la escena con la paz que siempre lleva a su lado.

—Disculpe, ¿quién es usted? No parece que la haya visto antes.

—Daniela, ella es la hermana Jessenya, es la máxima líder de la religión de la Diosa de fuego —explicó Luis temeroso, cosa que enfadó a la anfitriona.

— ¿Crees que es buen momento para que cambie de religión o una estupidez así? Mi madre murió, mi hijo está lisiado y acabo de correr a mi hija. ¡No es tiempo de estupideces! Además, toda mi familia ha sido Creacionista por generaciones. Tal vez la tuya apenas va dos, pero la mía tiene décadas, más de un siglo así.

—Exacto —respondió Jessenya con calma y sin perder contacto visual con Daniela—, es justo por eso que estamos aquí. Su devoción leal la vuelve un miembro de gran alcurnia, y nuestra señora estaría más que gustosa de recibirla con los brazos abiertos.

—Lo siento, señora, pero yo no pienso ceder a mi señor creador. Usted misma lo dijo, soy fiel a mi señor.

— ¿Aunque eso significara regresarle a su hijo su cuerpo a la normalidad? —La pregunta ofendió a Daniela, por lo que Jessenya, antes de que contestará la madre, ordenó a Luis proceder con una pequeña demostración.

El hombre, sin pensarlo, tomó un cuchillo y se amputó una mano. Un grito de dolor intenso y uno de terror fue omitido por él y por su cuñada respectivamente. La sangre del hombre caía al suelo y el horror de Daniela estaba a punto de hacerla desvanecerse, mas luego vio la tranquilidad de Jessenya y cómo con su magia restauró la mano del hombre sin problemas, cosa que le causó mucho dolor, pero terminó por aliviarlo.

—Sí te unes a mí y juras dedicar tu lealtad de fe a nuestra Diosa, le daré a tu hijo todo lo que se le arrebató, así como se le disciplinará para volverlo un ejemplar miembro de nuestra comunidad que te haga sentir orgullosa —las palabras de la clérigo dejaron sin habla a la madre, misma que, con lágrimas en los ojos y un rostro completamente pálido, asintió a la mujer de túnicas largas.

Jessenya extendió una mano a Daniela, y ésta, temerosa, la aceptó para que la guiará hasta el hospital donde Lauro estaba internado, justo en el lugar donde le curó sus heridas.

Dentro de las catacumbas, Lauro y su madre se encontraban hincados, rodeados de todos los fieles de la secta. Parecía que estaban listos para una ceremonia especial, y así lo era, Jessenya se hallaba enfrente de ambos nuevos miembros, los cuales estaban hincados y con la mirada baja.

La mujer, estoica, levantó sus manos y dio un discurso que llenó los corazones de todos los presentes.

— ¡Hermanos! El día de hoy, Lauro y su madre, Daniela, abandonan a su antiguo Dios que jamás respondió a sus suplicas para recibir a la Diosa de fuego en sus corazones. Con ello, nuestros números están completos. La gran evangelización puede comenzar mañana mismo —la euforia se sintió cuando todos comenzaron a gritar alabanzas hacia la mujer, misma que hizo una señal para que sus seguidores guardaran silencio—. ¡Lauro y Daniela! ¡Abandonad a su antiguo dios y regocijad sus almas en el fuego eterno de nuestra Diosa! ¡Que cada momento este lleno de la lumbre que conforma su ser y que sea ésta la que los arrope y guie por siempre! ¡Bem Priirax!

¡Bem Priirax! —Comenzaron todos a decir, a la par que los cuerpos de ambos miembros nuevos eran iluminados, pues recibieron la bendición de la mujer.

—Ahora. Hermana Noeh, dé un paso al frente —dicho esto, la chica se acercó a Jessenya, sonriente y con sus ojos bien abiertos—. ¿Lo has encontrado?

—Sí, hermana. Lo he visto más de una vez. Sé dónde está en este momento, al igual que la mujer que nadie distingue. Sólo no he podido localizar al perro, pero es cuestión de tiempo —aseguró Noeh con una expresión para nada sana.

—Perfecto. El familiar no importa en realidad, sé que puede ser controlado de manera fácil. ¡Ya no hay nada qué esperar! Mañana daremos inicio a nuestro plan. Ya todos conocen su lugar y espero puedan hacer bien su trabajo —la emoción de todos se hizo sentir, incluso de Lauro, el cual, en pocos días, se había vuelto un fiel sirviente de la Diosa de fuego, fanático hasta los huesos.

Por su parte, Dolores estaba estudiando el libro de criaturas en casa de Radimir mientras el mago tomaba té en el jardín. La chica estaba fascinada por todas las formas de vida que habitaban en otros mundos, así como aquellas que parecían tener habilidades en extremo únicas y extrañas.

De un momento a otro, las páginas del libro empezaron a moverse solas, como si alguien estuviera buscando algo. Esto llamó la atención de la joven, misma que se apartó un poco del objeto para que pudiera moverse libremente.

— ¿Eres tú, Ángeles? ¿Qué sucede? —Apenas terminó de preguntar, las páginas dejaron de dar vueltas y llegaron a una sección especial del libro—. ¡Oh! A ver… «Criaturas aladas. Los seres alados son particularmente clasificados como celestiales. Cada uno de ellos tiene algún tipo de poder divino o sagrado dentro de su ser, ya sea mágico o natural como tal. Éste tipo de especies, por lo general, se trata de un conjunto de otras razas que alcanzaron algún favor divino para poder poseer dichas extremidades que les permiten volar, aunque algunos ya están bien establecidos y son capaces de reproducirse de manera común. Así como todas las divinidades, pueden ser atraídos por voces angelicales y una fe poderosa. Ejemplos más comunes: caballo alado o pegaso, serpiente emplumada o coatl y monos alados». ¿Existen caballos, serpientes y monos con alas? ¡Qué raro! —Se quejó la chica de momento, para luego ser llamada por su maestro, a lo que de inmediato salió para ver qué necesitaba.




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