Gema
La suspensión, al tercer día, había dejado de parecer unas vacaciones forzadas para convertirse en una pesadilla de aburrimiento y ansiedad académica. Mi habitación estaba plagada de apuntes impresos y tazas de té vacías. Santa Mónica High tenía una plataforma digital decente, Blackboard, y había pasado las últimas cuarenta y ocho horas clavada frente a la pantalla, descargando todo lo que podía.
Química, ¡Listo!, Literatura, ¡Listo!, Matemáticas, casi listo pues el profesor Kalansy solo había subido las diapositivas, no las explicaciones que las hacían comprensibles. Pero Historia, con la señorita Evans, era otro cantar. No era un simple ejercicio del libro. Era un proyecto de investigación sobre la industria local en los años 90, y la única bibliografía aceptable eran artículos de periódicos y revistas especializadas de la época que solo existían en la hemeroteca de la biblioteca del colegio. Digitalmente, era un erial.
- ¡Esto es imposible! -me quejé, dejando caer la cabeza sobre el teclado con un golpe sordo-Necesito esos papeles -Hugo, que estaba tirado en mi sofá probando una nueva mascarilla capilar que había comprado (Operación No.24: Cuero Cabelludo Pacificado, Fase Tres), levantó la vista.
- ¿No puedes pedirle un favor a alguien? A Chloe, quizás. Parece buena gente.
-Chloe... -murmuré, considerándolo, era la opción más sensata. Responsable, inteligente, y no parecía guardarme rencor por lo del cine- Sí, puede funcionar ¿Y tú? ¿No tienes a nadie?
- ¡Claro! -exclamó, sentándose- Le pediré a Steve -lo miré como diciendo ¿En serio? - ¡Es mi capi! Un poco corto de entendederas, pero leal como un golden retriever. Si le digo que es para una misión crucial, se apuntará.
Así que armamos nuestro plan de contrabando académico. Yo, con nerviosismo, le escribí a Chloe.
“Hola Chloe, soy Gema. Sé que es raro que te escriba, pero estoy suspendida y necesito un favor ENORME ¿Podrías ir a la biblioteca y sacarles fotos a unos artículos de periódico? Te explico exactamente cuáles. Te lo agradecería por siempre.”
La respuesta llegó al minuto.
“¡Hola! Oh, lo siento mucho por lo de la suspensión. Dime qué necesitas y veré qué puedo hacer :)”
Un suspiro de alivio escapó de mis labios. Parecía que iba a funcionar. Hugo, por su parte, llamó por teléfono a Steve. Puso el altavoz. Casi retuerzo los ojos al oír como contestaba “¡Épico!”, yo creo que no sabe ni el significado de esa palabra.
- ¡Oye, capi! Necesito un favor de esos que sellan amistades. ¿Vas al cole mañana?
“¿Hugo? Claro, man, siempre estoy ahí. ¿Qué pasa? ¿Necesitas que le diga a la señorita Evans que tienes paperas?”
-No, algo mejor. Necesito que seas mis ojos y mis manos en la biblioteca-se hizo un silencio al otro lado de la línea.
“¿La biblio... qué?” -ahora si tuve que retorcer los ojos, ¡Dios! Ese chico era un insulto a la humanidad, luego de una breve explicación por parte de Hugo escuché su risa - “¡Ah, ¿la librería?!”
- ¡Sí, exacto! La librería -le siguió Hugo- Mira, es simple. Te paso una lista de periódicos viejos. Tienes que ir a la sección de hemeroteca, encontrarlos, y sacarles fotos a las páginas que te diga. Fácil ¿no?
“¡Fácil! ¿Y por qué no lo haces tú?”
-Estoy... indispuesto. Es una misión de confianza, Steve. ¿Cuento contigo?
“¡Sí, señor! ¡Misión de confianza! Apuntado, me pongo el uniforme de camuflaje” -Hugo colgó, demasiado orgulloso de sí mismo.
- ¿Uniforme de camuflaje? -pregunté, con escepticismo.
-Es Steve, es parte de su encanto.
Al día siguiente, la espera fue agonizante. A media mañana, llegó el primer mensaje de Chloe.
“¡Hola Gema! Fui a la hemeroteca. Encontré los primeros periódicos, pero justo los que necesitas están en un archivo restringido solo accesible para los de tu año y curso. La bibliotecaria dijo que solo se pueden consultar con un pase especial de un profesor. Lo siento mucho :(“
El corazón se me hundió, ella era un curso menos que nosotros ¿Todos los documentos estaban restringido? Por supuesto que lo estarían, a los profesores no se les escapaba nada cuando querían.
- ¿Y Steve? -pregunté girándome hacia Hugo, con un hilo de esperanza.
-Ha estado enviando fotos -dijo Hugo, con una mueca, mostrándome su teléfono.
Eran una docena de imágenes borrosas, torcidas o de sus propias zapatillas. Un mensaje decía:
“¿Este es el periódico? Dice The Sun, 2023. ¡Tiene fotos de coches!”
Otro:
“La señora de la librería me ha echado, he intentado colarme en la trastienda y le dije que era una misión, pero no le hizo gracia.”
¡No podía creerlo! Nuestro plan de contrabando había sido un fracaso absoluto.
-Estamos perdidos -suspiré, dejándome caer en el sillón- Evans no aceptará una excusa. Suspenderemos el proyecto -Hugo se quedó quieto, mirando por la ventana. Se le veía extrañamente pensativo.
-Hay otra forma.
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Editado: 16.10.2025