Hugo
Ver a Gema en la cafetería rodeada de sus amigas debería ser una imagen normal, pero con Gema, nada es normal. Podía estar comiendo un yogur con la elegancia de un troll en una fiesta de té, y aun así parecer la persona más interesante del mundo, sin embargo, hoy no estaba rodeada de sus amigas. Estaba sola en una mesa, hundiéndole la cuchara a un puré de papas con una determinación violenta, mientras a su alrededor no paraban de susurrar y lanzarle miradas. Algunos incluso hacían una mueca torpe y se agarraban la cadera, imitando al pobre profesor Marshall. Al acercarme, pude oírla murmurar entre dientes.
-.y luego clavo la bandera en la cima del monte Puré, reclamo este territorio para la república de los Incomprendidos y uso su viscosidad como cemento para construir un fuerte a prueba de idiotas...
- ¿Gobernarás con puño de hierro o con puño de puré? -pregunté, deslizándome en el asiento frente a ella. Ella alzó la vista. No parecía triste, parecía exasperada.
-Hugo. Justo la persona que necesitaba. Necesito que declares la guerra a la mesa de los deportistas. Empezaron ellos. Lanzaron bolas de papel con mensajes que decían “Abuelita seductora”.
- ¿Otra vez con lo de Marshall? Pero si fue hace dos semanas. El profesor ya está bien, te lo dijo.
- ¡Eso es lo de menos! -exclamó, alzando los brazos al aire- ¡Es que ahora se han mezclado los temas! ¡La gente sigue empeñada en que me gusta Steve! Steve, Hugo ¡Steve! -me río al ver sus ojos querer salirse de su rostro mientras escupe el nombre de mi capi de fútbol como si fuera una mala palabra- El chico cuyo peinado parece que le cae de un escaparate de pelucas baratas y cuya conversación es más plana que mi puré ¿En qué universo paralelo y profundamente estúpido eso tendría sentido? -ahí estaba. La pieza que faltaba. Los rumores sobre Marshall eran graciosos y se extinguirían solos, pero el de Steve era persistente, venenoso, y claramente alimentado por alguien. Mi cerebro, que es bastante bueno para conectar puntos estúpidos, empezó a hacer clic.
- ¿Y quién empezó lo de Steve esta vez? -pregunté, intentando sonar casual.
-Jessica -escupió ella, como si el nombre le supiera a pepinillo en vinagre- Dice que lo supo de buena fuente. Que es innegable. Que hasta tengo su cara de idiota dibujada en mi cuaderno de matemáticas. Lo cual es mentira, es un dibujo de un alienígena, se nota por las antenas.
Jessica. Mi ex, o bueno, la ex del capitán de turno de fútbol, había sido mi novia en mi primer año de escuela, pero cuando dejé de ser capitán me dejó, cosa que ahora agradezco. Ella es la reina del drama y la emperatriz de los malentendidos. Todo encaja. Hice mi propia investigación. Preguntas aquí y allá, finalmente, la encontré en las gradas, fingiendo estudiar mientras en realidad examinaba a todo el mundo con mirada de halcón.
-Jessica. Tenemos que hablar.
-Hugo -esbozó una sonrisa que pretendía ser dulce pero que era puro jarabe de maíz- ¿Vienes para arrastrarte y volver?
-Para, ¿Qué fue lo que oíste exactamente en las gradas, el día del partido? -su sonrisa se desvaneció.
- ¿Qué? No sé de qué hablas.
-Sí lo sabes. Gema y yo estábamos hablando. Tú estabas escuchando y al día siguiente, todo el mundo pensaba que a Gema le gustaba Steve -ella se encogió de hombros, fingiendo desinterés.
-Oí lo que oí, que le gustaba. Punto.
- ¿Y si te dijera que lo que dijo fue “No me gusta Steve, es un idiota” ¿Y que el viento, o tu afán por crear problemas, te hizo perder el “no”? -Jessica palideció un poco, el plan era arriesgado, pero funcionó. Su orgullo no podía aceptar haberse equivocado, cerró su cuaderno con fuerza y alzó la barbilla mirándose prepotente
- ¿Y qué si fue así? El caso es que ahora todo el mundo lo cree.
-El caso es que vas a parar y dejarás a Gema en paz. Para siempre -ella soltó una risa fría que no me dio ni un pilín de gracia.
- ¿Y por qué iba a hacer eso? A mí me divierte -ahí vino mi jugada maestra. Desesperada, pero maestra.
-Porque yo te puedo ayudar a estar con Steve -ella se quedó boquiabierta, era justo lo que quería. Jessica siempre había querido salir con el capitán del equipo de fútbol, el chico popular y Steve, en su infinita sabiduría de primate, ahora era el que estaba de turno, y el cual aún no sabía de las intenciones de Jessica, sino ya estuvieran juntos desde el inicio del curso.
- ¿Tú? ¿Cómo?
-Él me hace caso. Jugamos en el mismo equipo. Le convenzo de que eres un buen partido y todo eso. Uso mi influencia masculina -intenté no reírme de mi propia actuación. Jessica me miró con suspicacia, pero vi la codicia en sus ojos. El deseo de recuperar su trofeo era más fuerte que su deseo de torturar a Gema.
-De acuerdo. Pero si no funciona, la vida de tu amiguita será un infierno aún peor con vídeos de animación incluidos.
-Trato hecho.
Y así comenzó la Operación: Salvar a Gema de la bruja de Jessica. Empecé a enviar mensajes a Jessica, planeando “estrategias” para conquistar a Steve. “Dile que te gusta su nuevo corte de pelo” lo cual fue un desastre, él no se dio cuenta de que ella le estaba coqueteando. Mi segunda sugerencia fue mejor en mi mente “Pregúntale sobre el partido” sin embargo las palabras de Jessica fueron cortas, “Dime otra cosa que funcione, solo sabe rugir sobre el partido”. Era agotador y profundamente ridículo.
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Editado: 16.10.2025