Gema
La semana siguiente fue gloriosa. Los rumores sobre el profesor Marshall y yo se habían esfumado, reemplazados por la noticia bomba del siglo: Steve y Jessica eran oficialmente una pareja. El cielo y el infierno se habían unido en un matrimonio de conveniencia basado en su amor mutuo por el fútbol y su propia importancia. Era tan perfecto que casi daba miedo. Yo lo celebraba cada vez que los veía en el pasillo, agarrados de la mano.
-Mira -le susurraba a Hugo- Es como si un unicornio y un dragón decidieran gobernar el mundo juntos. Aterrador y fascinante a la vez.
-Él le está enseñando a patear una lata. Ella le está enseñando a manipular emociones. Es el intercambio cultural del año -respondía él, con una sonrisa que me hacía pensar que todo el estrés del plan había valido la pena.
O eso creía yo.
Porque mi alegría empezó a agriarse cuando noté a Chloe en la hora del almuerzo, sentada sola, dibujando con una intensidad triste. Sus colores ya no eran brillantes; usaba tonos grises y azules oscuros. Yo arrugué la frente, confundida. ¿No se había besado con Hugo en el cine? ¿No era eso lo que yo había visto desde lejos, entre la multitud y mi desesperación por huir? ¿Por qué entonces parecía que su corazón se había hecho añicos?
Una tarde, decidí acercarme. Iba a ser amable, solidaria. Tal vez incluso le daría algún consejo sobre cómo lidiar con Hugo y su obvia incapacidad para ver lo genial que era ella.
- ¡Oye, Chloe! -dije, deslizándome en el asiento a su lado- ¿Qué dibujas? ¿Un retrato abstracto de la tristeza post-date? Porque te juro que conozco la técnica -ella alzó la vista lentamente. Sus ojos no tenían lágrimas, solo un cansancio profundo.
-Hola, Gema.
-Oye, lo del cine... -comencé, con mi típica delicadeza de elefante en una cacharrería- Vi que tú y Hugo... bueno, que hubo... algo. Pensé que todo había salido bien. ¿O no? ¿Fue un desastre? ¿Habló todo el tiempo de estadísticas de fútbol? Porque lo hace, es su defecto fatal -Chloe dejó el lápiz sobre la mesa con un golpe seco.
-Mira, Gema. No sé qué juego estás jugando, y la verdad, ya no me importa. ¿Vale? -yo parpadeé.
- ¿Juego? Yo no juego... yo solo...
-Primero me impides que me acerque a él hace un mes con tu falsa emergencia del pez, luego me llamas para organizar una cita a escondidas con él y ahora vienes a preguntar cómo fue ¿Qué quieres? ¿Un informe detallado? ¿Un dibujo de cómo me rechazó? -el mundo se detuvo. Las palabras resonaron en mi cabeza, pero no encontraban un lugar donde aterrizar que tuviera sentido.
- ¿Rechazó? -logré balbucear- Pero... yo os vi. Casi... casi os estabais besando.
-Él se apartó -dijo Chloe, y su voz era plana, sin rastro de la chica alegre que era- Me dijo claramente que no sentía nada por mí, que solo me veía como una amiga y que no está buscando a nadie. Así que, por favor, Gema. Déjame en paz. No quiero más de tus líos, tus trampas, tus trucos. Estoy harta de tus enredos -se levantó, recogió sus cosas y se marchó, dejándome sola con el eco de sus palabras y el retrato de mi propia estupidez.
No se besaron. Hugo la rechazó. No estaba buscando a nadie.
Entonces... ¿por qué había querido salir con Jessica?
La pregunta me quemaba por dentro. Busqué a Hugo como una bala. Lo encontró en la biblioteca, supuestamente estudiando, pero en realidad dibujando monigotes en su cuaderno de matemáticas.
- ¿Por qué? -le solté, plantándome frente a él con los brazos en jarras.
- ¿Por qué la raíz cuadrada es una tiranía sin sentido? -contraatacó él, mirando su dibujo de un número llorando.
- ¡No eso! -exclamé, haciendo que la bibliotecaria nos lanzara una mirada mortal- ¿Por qué le dijiste a Chloe que no? -susurré esta ocasión, no quería ningún otro problema en la universidad - ¿Por qué dices que no estás saliendo con nadie? ¿Por qué querías salir con Jessica? -Hugo dejó el lápiz. Me miró con una calma exasperante. Luego, una sonrisa lenta y traviesa se extendió por su rostro.
- ¿Crees que quería salir con Jessica?
- ¡Pues claro! ¡Quedasteis en el cine!
-Quedé en el cine para emparejarla con Steve -dijo, como si estuviera explicando que el agua está mojada- Para que dejara de molestarte. Ella había oído mal nuestra conversación, pensó que te gustaba Steve y armó todo ese lío. Yo le propuse un trato: yo la ayudaba a estar con Steve, y ella te dejaba en paz para siempre. La cita era para ponerle en bandeja a Steve y funcionó. ¿Ves? Ahora son felices y comen perdices, y a ti ya no te molestan -me quedé petrificada. Las piezas del rompecabezas, todas esas piezas que yo había forcejeado para encajar mal, de repente giraban y encajaban a la perfección. No era una cita. Era un tratado de paz. Por mí.
-Tú... hiciste todo eso... por... -No podía terminar la frase.
-Por ti, sí -dijo él, encogiéndose de hombros como si no fuera la cosa más grande y maravillosa que alguien había hecho por mí- Para que la reina del drama te dejara en paz. Aunque, viendo cómo has reaccionado organizando mi vida sentimental, quizá me excedí -una oleada de emociones me golpeó: vergüenza por mi plan torpe, una gratitud tan inmensa que me dolía el pecho, y una confusión absoluta. Yo había pensado que era la amiga leal que lo salvaba de una mala decisión, y todo el tiempo, él era el que me había estado protegiendo a mí.
#2159 en Otros
#653 en Humor
#5492 en Novela romántica
humor amistad amor, amor oculto malentendido, mentiras friendstolovers
Editado: 16.10.2025