El Champú no me hace Alergia

Capítulo 16: La nueva "Yo"

Gema

Mi celular se apagó justo cuando la foto de Hugo y yo en la feria del año pasado llenó la pantalla. Los dos, cubiertos de algodón de azúcar, con sonrisas tan grandes que nos llegaban a las orejas. Él me cargaba en sus espaldas como si yo no pesara más que una pluma. Ahí estaba. La prueba de que alguna vez fuimos felices sin que mi corazón se retorciera de una manera que no le correspondía.

Un sollozo escapó de mi garganta, seco y patético. Lo dejé caer sobre la cama y enterré la cara en la almohada. Ya estaba harta. Harta de llorar, harta de la confusión, harta de sentir que vivía en un bucle de esperanzas estúpidas y decepciones monumentales.

La carga de mi teléfono era agonizantemente lenta, pero me dio tiempo de hacer lo que mejor hago: sobreanalizar hasta el paroxismo. Tomé el portátil y, con la determinación de una científica al borde de un descubrimiento crucial, tecleé la pregunta del millón:

“¿CÓMO ENAMORAR A TU MEJOR AMIGO?”

Los resultados fueron un festival de cursilería y malos consejos. Vídeo tras vídeo de chicas con filtros de animales grabándose acercándose a sus amigos desprevenidos con una canción melosa de fondo, para luego darles un beso que, en el 99% de los casos, terminaba en un apasionado encuentro labial.

- ¡Qué fácil lo pintan! -murmuré para mis adentros, imaginando la escena.

“Me deslizo hacia Hugo con "All of Me" de John Legend de fondo. Él gira su rostro, sorprendido. Nuestros labios se encuentran en un beso épico, de esos que derriten el helado a distancia. La cámara hace un zoom lento. Él me mira como si acabara de descubrir el fuego y es simplemente perfecto...”

Y entonces, mi mente, esa traidora, proyectó la otra versión. El 1% restante.

“Me deslizo hacia Hugo, él gira su rostro, sorprendido. Nuestros labios se rozan por una milésima de segundo, pero se aparta como si lo hubiera electrocutado.”

“- ¿Gem? ¿Te ha picado una abeja en la lengua? ¿O es otro champú nuevo? -Su cara es de pura confusión, sin un ápice de pasión.”

“La canción de John Legend se convierte en un chirrido.”

- ¡NO! -grito hacia la almohada. Era un riesgo demasiado grande. El riesgo de perderlo todo. La fantasía se esfumó, reemplazada por la cruda realidad: Hugo jamás me vería como algo más que la amiga a la que hay que rescatar y des-caspitar.

Las lágrimas volvieron, pero esta vez eran de furia contra mí misma. ¿Cuándo me había convertido en esta versión patética de mí? Necesitaba un plan B, o más bien, un plan de supervivencia emocional.

Tecleé la nueva y dolorosa búsqueda: "¿CÓMO DESENAMORARTE DE TU MEJOR AMIGO?"

Entre foros llenos de desesperados igual que yo, un título llamó mi atención. Parecía serio, casi filosófico.

“Artículo Destacado: "No Eres Invisible, Eres Transparente: Claves para Dejar de Ser la 'Chica Buenita'”

“Por: Sophia Rey”

Me senté más recta en la cama. "Transparente". Esa palabra me golpeó. Eso era exactamente lo que me sentía frente a Hugo.

El artículo era directo y no se andaba con rodeos. La autora, una tal Sophia Rey, decía que no se trataba de cambiar quien eras, sino de proyectar la mujer que siempre habías sido. Y luego, una advertencia en negrita que parecía escrita solo para mí:

“ESTA GUÍA NO ES UNA CARRERA. ES UN MARATÓN. AVANZA SOLO AL SIGUIENTE PASO CUANDO HAYAS INTERIORIZADO Y PUESTO EN PRÁCTICA EL ANTERIOR DURANTE AL MENOS UNA SEMANA. LA DESESPERACIÓN ES EL ENEMIGO DE LA TRANSFORMACIÓN”

-Un maratón -susurré, sintiendo un destello de esperanza- Yo puedo con un maratón. He aguantado a Hugo todos estos años.

Me centré en el “Paso 1: El Poder del Espacio Físico (Empezando por Casa)”

"Tu habitación es un reflejo de tu mente. ¿Es un caos de emociones y ropa sin lavar? Empieza por ahí. Haz tu cama cada mañana. Crea un espacio donde la serenidad reine. Un hombre (y hablo de hombres, no de chicos) valora a una mujer que cuida su territorio. La soledad, cuando es elegida y organizada, no es tristeza; es poder."

Miré a mi alrededor. Mi habitación parecía que hubiera pasado por ella un tornado con déficit de atención. Ropa por todas partes, libros apilados de cualquier manera, tazas de té vacías… Sophia Rey tenía razón. Era un caos y yo estaba harta de vivir en el caos.

-Está bien, Sophia -dije, cerrando el portátil con decisión- Paso uno. Orden.

Pero primero, el duelo. Un duelo requiere su ritual. Bajé a la cocina como un zombi y saqué el pote de helado de chocolate de medio galón. Volví a mi cuarto, me senté en la cama y, con una cuchara en una mano y el pote en la otra, di mi último adiós a Gema, la chica buenita, la amiga eterna.

A cada cucharada, me repetía: “"Esto es por ti, Hugo. Esto es por todos los champús que probé por ti. Por todas las veces que fingí que no me importaba que salieras con otras. Por todas las suspensiones compartidas."“

Cuando el pote estuvo vacío, me sentí extrañamente liviana o tal vez fuera una intoxicación por azúcar, pero la determinación era real.

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