Gema
Si la vida fuera una película, este sería el momento en el que la protagonista, con los ojos hinchados y el alma hecha trizas, camina en cámara lenta bajo la lluvia, pero como mi vida es más bien una comedia de errores, estaba escondida en la biblioteca del colegio, intentando que un libro de química avanzada me tapara la cara. Lo único que conseguía era oler a polvo y a derrota.
-Por los clavos oxidados de Iron Man -susurró una voz a mi lado- Pareces un mapache que perdió una pelea contra una licuadora -Chloe se deslizó en el asiento de al lado sin hacer ruido, como un ninja de rubio platino. Llevaba unos auriculares rosas enormes y una sonrisa que podía curar el hipo.
-No estoy de humor, Chloe -gruñí, hundiéndome más en el libro- Mi alergia al champú está en su fase terminal.
-Ah, claro. La alergia al champú -asintió con solemnidad- Una condición terrible que provoca llanto emocional y la necesidad de esconderse entre libros aburridos. Síntomas clásicos -intenté mantener el ceño fruncido, pero es imposible estar serio frente a Chloe cuando tiene ese brillo de "lo sé todo" en la mirada.
- ¿Qué quieres? -pregunté, rindiéndome. Chloe era una buena chica, ayer se había acercado y me había elogiado por mi hermosa transformación a pesar de haber actuado como la villana en su historia de amor, obviamente lo había hecho sin querer.
-Solo ver cómo está mi amiga favorita después del… incidente del estacionamiento. Todo el colegio habla de ello. Le han puesto título ¿sabes? "El beso que congeló el tiempo y derritió dos neuronas" -me quise hundir en mi asiento, de seguro piensa que yo lo único que quería era perjudicarla con mi plan anterior, porque quería ser yo quien me quedara con Hugo al final.
- ¡No fue un beso! Fue una… interceptación no autorizada. Un accidente diplomático. ¡Y mis neuronas están perfectamente, gracias!
-Claro, por eso estás leyendo un libro que pone "Propiedades del tungsteno" como si contara los secretos del universo -dijo, señalando mi lectura- Gema, es obvio. Es obvio para mí, para los pájaros fuera de la ventana y probablemente para esa tortuga que tienen en la clase de biología. Os gustáis. Vosotros dos. Hugo y tú -me quedé sin aire, la simpleza con la que lo dijo era aterradora.
-Eso es… eso es una locura. Él solo siente lástima por mí. Lástima y un impulso irrefrenable de arruinar mis momentos importantes.
- ¿Lástima? -Chloe se rio- Me tuvo lástima a mí cuando me rechazó en el cine, por ti siente algo que no puede explicar aun o le da miedo -quisiera creerle, pero luego de que me dijera amiga justo después de mi primer beso me había vuelto bastante incrédula y con razón - ¡Hugo ha estado caminando como un zombi sonámbulo desde ayer! Steve me contó que en el entrenamiento intentó patear un balón y le dio a una bandera. ¡Lejos! Eso no es lástima, eso es estar patéticamente enamorado.
-Patético es la palabra clave -murmuré, pero su comentario hizo que algo se revolviera en mi estómago.
-Mira -continuó Chloe, bajando la voz- Los dos sois tan densos que si os juntáis formáis un agujero negro de terquedad. Él te besa para "protegerte" de un chico que se va a otro país, y tú te enfadas porque querías que fuera por celos o por amor. Es la trama más enredada de la historia. Hazme caso, si esto fuera una telenovela, la gente dejaría de verla por absurda -no pude evitarlo. Una sonrisa se escapó de mis labios. Tenía razón. Era ridículo. Éramos ridículos.
- ¿Y qué hago entonces? ¿Esperar a que me traiga otro ramo de flores para difuntos? O dime ¿cómo hiciste para desenamorarte de él tan rápido? ¡Yo llevo intentándolo desde hace una década?
- ¡No! -me miró exasperada - ¡Haced algo sensato por una vez! Hablad. Sin champús alérgicos, ni amigos que se mudan a Canadá de por medio.
Pero en mi cabeza, la idea de enfrentarme a Hugo, de hablar sinceramente, era más aterradora que una película de terror. ¿Y si lo estropeaba todo para siempre? ¿Y si confirmaba que solo era su "pobre amiga torpe" a la que había que proteger?
De repente, la solución más lógica, dramática y perfectamente Gema resurgió en mi mente, ya era algo decidido.
-Me voy -dije, con una claridad repentina. Chloe parpadeó.
- ¿Perdón?
-Me voy de la ciudad. Iba a hacerlo después del cumple de Hugo, pero no puedo esperar. Me iré justo después de su partido importante. En dos días -Chloe me miró como si acabara de anunciar que me unía al circo.
- ¿Para huir?
- ¡No! Para… darle espacio. Para que las cosas se enfríen. Es un gesto maduro. -Intenté convencerme a mí misma- Además, mi tía Laura me invitó a pasar una temporada con ella en la costa. Tiene una pastelería. ¡Aprenderé a hacer pasteles de verdad! Será… terapéutico -Chloe se quedó callada un momento, estudiándome. Luego, soltó un suspiro épico.
-Necesitas terapia en serio -antes de que pudiera negarlo, me agarró del brazo con una fuerza sorprendente.
- ¡Vamos! Tu terapia de hoy no es la lectura, es el aire libre y el fútbol.
- ¿Fútbol? ¡No! No, ahí va a estar Hugo y van a haber muchos gritos.
-Exacto. Necesitas gritos ajenos para ahogar los tuyos. ¡Vamos!
Me arrastró hasta el campo de fútbol donde, efectivamente, el equipo estaba jugando un partido de práctica y Hugo… Hugo apestaba. De verdad. Cada pase suyo iba a cualquier lado menos a donde debía. Steve, desde la portería, le gritaba cosas como "¡Concéntrate, hombre! ¡Pareces que estás buscando agujas en un pajar!". Los demás compañeros se llevaban las manos a la cabeza.
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Editado: 23.10.2025