El Champú no me hace Alergia

Capítulo 30: La verdad y nada más que la verdad

Gema

Dudaba. Miré el vestido rojo vino colgado en la puerta y luego mi reflejo en el espejo. ¿Realmente debía ir? La invitación de la señora Vega había sido tan dulce... "Hugo estará feliz de verte", dijo, pero... ¿Lo estaría? Después de mi huida del cine… todo era un misterio, pero algo en mí, quizás la misma terquedad que me hizo gritarle en el partido, me impulsó a ponerme ese vestido y arreglarme el cabello de una manera que esperaba que dijera "estoy bien" y no "me he pasado dos horas delante del espejo". Cuando llegué a su casa, el corazón me latía con fuerza. Antes de que pudiera arrepentirme, toqué la puerta, esta se abrió luego de apenas un segundo y allí estaba él.

Hugo

Con una camisa sencilla y una expresión que pasó de la sorpresa a algo más intenso en nanosegundos. No lo pensé. El miedo a que dijera "hola, amiga" fue más fuerte que nada. Me lancé hacia él, agarré su rostro entre mis manos y besé sus labios con toda la fuerza de mis semanas de confusión.

Para mi eterno alivio y éxtasis, a diferencia de ese catastrófico 1% de los vídeos de Tik-Tok donde lo amigos se alejaban, él no se apartó. Al contrario. Sus brazos me rodearon la cintura con una fuerza posesiva, atrajo mi cuerpo contra el suyo y respondió al beso con una urgencia y una pasión que me quitó el aliento. Era como si fuera la única gota de agua en su desierto personal y… el mundo desapareció.

Cuando por fin nos separamos, jadeantes y con las cabezas mareadas, abrí los ojos y entonces lo vi. La sala estaba llena de gente. Todo el equipo de fútbol, Chloe, Steve, Jessica... todos sosteniendo una pancarta enorme y hermosa que decía: "GEMA, ¿QUIERES SER LA NOVIA OFICIAL DE ESTE IDIOTA?".

Una ola de risas estalló cuando Steve dejó de leer el enorme cartel, pero yo estaba demasiado sorprendida para reaccionar. Hugo, con una sonrisa tímida pero radiante, bajó la pancarta, dejando a Steve casi en el suelo y sacó de su bolsillo una pequeña cajita.

-La pancarta era idea de Steve -murmuró, solo para mí, antes de abrirla- Esto... esto es idea mía -dentro había un anillo de promesas. Era delicado, de plata, con una pequeña piedra roja del color de mi vestido y mi cabello.

-Gema Lucía -dijo, con una voz que solo temblaba un poco- ¿Quieres ser mi novia? ¿Por mil décadas más?

- ¡Sí! -grité, sin dejarle terminar siquiera- ¡Mil décadas y más!

Me colocó el anillo y la casa entera estalló en una celebración caótica y maravillosa. Me sentía flotar. Hugo me abrazó y me llevó dentro, donde las risas, las indirectas sanas y la música nos envolvieron. Por primera vez en mucho tiempo me divertí, Chloe me abrazó con fuerza y me presentó a su novio, un chico de arte igual que ella, Jessica por primera vez me sonrió sin parecer sarcástica y todo parecía estar perfecto. Después de un rato, Hugo me tomó de la mano y me llevó al jardín trasero, lejos del bullicio y se lo agradecí. Nos sentamos en un banco, y él me colocó sobre sus muslos, rodeándome con sus brazos como si no pudiera estar un segundo más lejos de mí. El contacto era electrizante y me hizo enrojecer, había deseado tanto esto que no podía creer que estuviera sucediendo.

-Feliz cumpleaños número 18 Hug -saqué de mi cartera un hermoso reloj plateado que tenía grabado las mismas palabras que le había dicho hace unos segundos, tomó el regalo con sorpresa y cuando me miró sonrío ampliamente

- ¡Es increíble Gem! -tragué saliva viendo como miraba detalladamente el artefacto que tanto me había costado elegir, sonreí sintiendo que mi elección por lo menos una vez había sido acertada -Tengo que confesarte algo -susurró, enterrando su rostro en mi cabello como si no pudiera estar lejos de mí aroma ¿esto era real? -Todo esto... las últimas semanas... mi torpeza, la cita falsa con Natasha -me miró fijamente -La fiesta de Halloween y el alejarte... fue una estrategia estúpida.

- ¿Una estrategia? -pregunté, confundida.

-Para que tú confesaras primero -admitió, avergonzado, enrojeciendo levemente - Tenía miedo. Miedo de ser el único idiota que se había enamorado de su mejor amiga. Hablé con mi mamá en nuestra dulcería -lo miro fijamente, lo sé -Le conté de mis sentimientos nuevos por ti pero no seguí sus consejos -me río un poco, nunca pensé que Hugo me comparara con la calma y sin embargo, no me disgusta-Tenía miedo así que intenté provocar celos, ponerte nerviosa... cualquier cosa para que soltaras la verdad antes que yo. ¡Fue patético! -una carcajada se escapó y yo me uní ¡Era tan ridículo... y tan él y tan yo!

- ¡Yo también! -confesé, aliviada- Seguí a un blog de una chica para intentar dejar de ser invisible para mi enamorado -me miró fijamente -Los cambios eran organizar el cuarto y tener un guardarropa nuevo -me atreví a mirarlo y estallamos en risas ¡Era absurdo! Los dos tramando planes tontos por miedo a lo mismo.

- ¿Un blog? -preguntó él, riendo- ¿En serio?

- ¡Cállate! -le di un golpe suave en el hombro, pero él se inclinó para besarme de nuevo, con una sonrisa en los labios.

-Bueno, al final funcionó, por fin eres mi Gema Preciada de nuev... -pero en ese momento, la voz de la señora Vega, ¡MI SUEGRA! ¡SIIIIIIIIII! Nos interrumpió desde la casa.

- ¡Gema, cariño! ¿Me echas una mano en la cocina? ¡Esta ensalada de cebolla me está ganando la batalla! -Hugo suspiró, exageradamente dramático.

-Apresúrate -me dio un beso rápido que me supo a poco- No pienso soltarte por mucho tiempo -corrí a la cocina entre risas y me puse a picar cebollas con entusiasmo, todavía flotando en una nube. Cuando me demoré un poco más de lo esperado, Hugo apareció en la puerta. Su sonrisa se desvaneció al ver mis mejillas mojadas. Se acercó rápidamente, lleno de preocupación, y me alzó la cara con suavidad.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.