Cuando os digo que tengo a un delincuente como vecino, seguro que no me creeis, pero no voy a empezar por aqui, voy a empezar por donde tiene que ser, por el principio.
Un año y medio atras.
¡Por fin! Tenia dieciocho años y ya tenia mi propio apartamento en Madrid. El sueño de cualquier adolescente mayor de edad.
Pero bueno, ¡si no me he presentado! Me llamo Monica, y como he dicho, tengo dieciocho años, recien cumplidos. Antes vivia en un pueblo de Barcelona, con mis padres, pero me vine a la capital, a buscar un trabajo, bueno, primero me gustaria estudiar y luego encontrar el trabajo ideal.
Cuando llegué a Madrid, lo primero que hice fue ir al baño. Si si, literalmente, lo primero que hice fue ir al baño, llevaba desde que el avion habia salido sin... Hacer mis necesidades, y el baño del avion estuvo ocupado porun niño que no queria irse porque el jabon olia a chicle.
A si que en cuanto llegué al aeropuerto, me fui corriendo al baño.
Una vez fuera, cogí mis maletas, que no eran pocas, y pedí un taxi para ir a mi nuevo apartamento. Segun la pagina donde lo alquilé, era un apartamento espacioso y luminoso, a las afueras de Madrid. Le dí la direccion al taxista, el cual puso a contar su maquinita de dinero, y nos fuimos de camino a mi nueva casa.
Hablé animadamente con el señor, el cual no era nada desagradable,es mas, se parecia a mi abuelo Rodrigo, un gran hombre ese señor. Cuando llegamos, pagué al hombre y meayudó a bajar mis maletas y subirlas hasta mi casa, le agradecí y le di una propina, no todos los taxistas te ayudan a subir las maletas hasta tu casa.
Metí la llave en la cerradura y abrí la puerta, dejandome ver un apartamento pequeño pero espacioso, acojedor y luminoso.
Habia muchas cajas en el salon, la cocina y el dormitorio, el baño ya venia amueblado gracias a dios.Supuse que los de la mudanza habian dejado todo ahi.
Dejé las maletas en la habitacion, y empecé a desempaquetar mis cosas.
un par de horas despues, fuia mi habitacion, me puse una camiseta que me llegaba un poco antes de las rodillas, me hice un moño, y me puse unos calcetines de rugby, que me llegaban hasta las rodillas.
Fui al salon y empecé a colocar y mover muebles a mi gusto. Un golpe en la pared me sacó de mi maravillosa mente que estaba maquinand ideas para colocar mis muebles.
Seguí moviendo los muebles hasta que terminé con el salón. Ignoré los golpes, no esperaba llevarme bien con mis vecinos, puedo parecer una chica buena y con muchos amigs, pero casa nueva, vida nueva, no me interesaba hacer amigos,me interesaba centrarme en mis estudios, y en poder sobrevivir sin necesidad de mis padres.
Terminé de colocar todos los muebles de la casa, hasta que alguien llamó a mi puerta, un poco mas y podrian tirarla abajo con sus puños.
Abrí con una falsa sonrisa, viendo a un chico de tez blanca, pelo azabache y ojos azules como el mar. No llevaba camiseta, y llevaba unos pantalones de deporte azules, supongo que estaria haciendo deporte.
-¿Podrias dejar de hacer ruido? Me perturbas.- Dijo con todo el valor del mundo. La sonrisa falsa que tenia desde que abrí la puerta desapareció.
-Oh lo siento, pero tengo que instalarme, a si que no, no voy a parar, si tienes alguna queja te la guardas para ti, ¿te parece bien?- Dije cerrandole la puerta en la cara, pero el muy maldito puso su pie entre la puerta y el marco, dejando la puerta medio abierta.
Un golpe me hizo girarme, el chico habia entrado en mi casa, como si fuera la suya.
Se sentó en mi sofá. Si, el chico sudado que estaba en mi entrada ha tan solo 20 segundos, ahora estaba sentado en mi sofá.
-Fuera.- Dije cogiendole del brazo y poniendolo fuera, al parecer el no estaba acostumbrado a que lo pusieran de patitas a la calle, porque puso una cara de asombro digna de una foto.
Cerré la puerta de golpe, y esta vez nadie puso su pie para impedirlo, sonreí satisfecha.
Nadie se mete con Monica Ramos y vive para contarlo.
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Editado: 19.01.2019