-¿Que? Pff Camil, que cosas dices- respondí mientras agitaba los hielos de mi gaseosa.
-Te lo digo enserio. ¡No aparta los ojos de ti!- abrió sus pequeños ojos tan grandes como pudo, logrando que formen un círculo perfecto.
Cuando los ojos de Camil se hacen redondos es porque habla en serio.
Un escalofrío me recorrió el cuerpo de solo pensar que alguien me observaba.
-Tal vez no tiene otra cosa que mirar- respondí intentando tranquilizarme.
-¡No seas ridícula Alice! ¡El voltea a verte!
Cuando dijo eso no pude evitar mirar. Me di vuelta y fue entonces cuando lo ví.
Él estaba sentado de espaldas a mí, pero giraba su cabeza para verme, casi como un búho.
Extraño.
Me giré rápido para ver a Camil de nuevo.
-¿Ves?- Camil tenía una sonrisa burlona.
-Debe confundirme con alguien.- respondí velozmente tratando de esfumarle ese gesto de la cara.
Camil se encogió de hombros mientras jugueteaba con el tenedor en su ensalada. Mientras que yo, un poco inquieta, di otro mordisco a mí hamburguesa.
No sé porqué, pero me di vuelta nuevamente. Esta vez él estaba de espaldas, estaba solo.
¿Esperaba a alguien?
Tenía una sudadera azul cielo, y un gorrito gris que luego se sacó dejando ver su cabellera despeinada. Tenía muchos rizos, algunos caían sobre su frente.
Cuando me di cuenta él estaba mirándome de nuevo.
Sus ojos verde oscuro, muy llamativos, se encontraron con los míos mientras sostenía una sonrisa de costado.
Me intimidó un poco así que baje la mirada.
Me di vuelta.
Camil me miraba muy sonriente.
-Sentí química- Dijo entre suspiros -Te gustó ¿Eh?
-¿Estás loca? Se ve engreído.
-Tu siempre me regañas cuando juzgo sin conocer- Dijo Camil soltando una carcajada.
-Sí pero míralo, parece un acosador.
-Sigues juzgando... Además se nota que estás loca por él.
-¿Qué? No estoy "loca por él"- dije haciendo comillas con mis dedos. -¡Nisiquiera lo conozco!
-Deberías.
Nos quedamos en silencio un momento.
Camil se mordió el labio aguantando la risa.
-Alice pareces un tomate.
Llevé una mano a mí mejilla. -Ya sabes, siempre me ruborizo.
-Nunca por un chico- dijo risueña.
Estupidas mejillas, siempre me traicionan, pensé.
Lo miré de nuevo.
Él también me miró.
Está vez, yo también sonreía.