La chica de la blusa a lunares.
No estaba teniendo un buen día.
Problemas familiares. Mis padres siempre discutiendo, por la misma historia de siempre.
Papá llega ebrio a casa, mamá se enoja y bla bla bla.
Ya estoy acostumbrado a esas cosas.
Salí a almorzar para quitarme las malas vibras y calmar la mente al aire libre.
Como dije, no estaba teniendo un buen día, pero entonces, la ví llegar.
Llamó mi atención desde el primer instante, y no solo por su fuerte risa.
Ella tenía algo especial.
Estaba sentada de espaldas a mí. Su cabello húmedo estaba lleno de ondas negras. Y su piel era tan blanca.
Cuando volteaba a verme podía ver sus ojos.
Eran negros, no tan grandes pero su mirada era dulce y profunda.
Pienso en como sus pálidas mejillas se ponían color rosa, a la vez que se levantaban y provocaban que sus ojos se achinen para regalarme una cálida y tímida sonrisa.
Esa sonrisa que necesitaba.
Estaba con otra chica, si hubiese estado sola seguramente me habría acercado para hablarle. Igualmente me siento un tonto por no haberlo hecho, aunque sea hubiera pasado por ahí y le hubiera preguntado la hora, oí que ese truco funciona.
Era hermosa, completamente hermosa.
Suena cursi y loco, pero no parecía de este mundo, es decir, sentía que la conocía. Su risa y su mirada no salen de mi mente.
Creo que la puse incómoda por mirarla tanto, nisiquiera quiero imaginar que habrá pensado de mí, pero es que no podía evitarlo.
Solo espero volver a verla algún día, y espero que sea el comienzo de una gran historia.