Afuera de una casa de dos pisos se encontraba un chico, este niño era muy diferente a muchos chicos de su edad, ya que su cabello era blanco, algo que era muy poco visto, otro rasgo que lo diferenciaba de los demás era la gran cantidad de marcas que tenía en su cuerpo, Freeze se vio en la obligación de aprender a usar maquillaje para cubrir esas marcas, en especial las que eran más visibles como las que se encontraban en sus manos y cuello, una práctica que muchos adultos verían inapropiada para un chico, no es que a Freeze le gustará usar maquillaje, es sólo que no soportaba que la gente vean las marcar en su cuerpo y comiencen a bombardearlo con preguntas acerca del origen de dichas marcas.
Freeze luchaba con el miedo impregnado en su corazón, el chico de cabello blanco no podía dejar de recordar todas esas ocasiones cuando su padre lo esperaba pacientemente de la escuela, sentado en un sillón con una cerveza en una mano y una sorpresa para el en la otra.
—El ya no está aquí, esta muy lejos y ya no tendré que verlo nunca más.
Freeze trato de darse valor así mismo, desde dentro sus hermanos lo habían llamado, el miedo se convirtió en desesperación, Freeze llevo su brazo a su boca y dio un fuerte mordisco, Freeze no quería hacerse daño lo único que quería era que el miedo de aquel fantasma que lo atormentaba lo dejará para siempre.
El dolor era intenso, Freeze se detuvo en el momento cuando el dolor era lo suficientemente intenso como para hacerlo desistir de su acto de hacerse daño, Freeze miro su mano, sus dientes habían dejado una marca nada bonita. Tiro de su manga para tratar de ocultar su herida.
—Genial otra marca que tendré que esconder.
Freeze todavía podía sentir el dolor, el brazo le temblaba era una sensación intensa aunque al mismo tiempo era familiar, ese acto había funcionado, ya que recuperó un poco de su compostura.
Tomo la perilla, la giro y finalmente entró a lo que sería su nuevo hogar.
Freeze no podía ver nada, tubo que acomodar sus lentes de nuevo en su lugar, gran error ya que sus lágrimas no se habían secado, Fred y Freddy vieron esto, pero eso no era lo peor, su madre o mejor dicho la madre de los tres, una mujer mediana con ojos marrones y cabello castaño lo había visto.
Freeze entró en pánico, tan rápido como pudo trato de limpiar sus lágrimas, Freeze pasó sus manos por sus párpados sin éxito alguno, sus lágrimas no parecían tener la intención de detenerse.
Freeze retrocedió unos pasos, se detuvo cuando choco con la puerta, su madre se estaba acercando a el.
—Por favor, no se acerque —suplicó Freeze.
—No puedo hacer eso, soy tu madre.
—Lo siento, pero esta equivocada yo no tengo madre.
—¿De qué estas hablando Freeze? —Pregunto Freddy —ella es nuestra madre, es tu madre también.
—Lo siento, estoy muy cansado —declaró Freeze tallando sus ojos —si no es mucha molestia, me podrían decir donde me voy a quedar.
Ante esta declaración los dos hermanos, Freddy y Fred se miraron. Su madre Samanta miro con tristeza a su tercer hijo.
Freeze quería alejarse, no soportaba estar cerca de esa mujer, no la conocía y aún así el miedo no dejaba de estrangular su corazón.
El corazón de Samanta se rompió en pedazos al ver a su hijo en ese estado, su hijo tenía miedo de algo, ella no lo sabía y por eso sentía que había fallado como madre.
¿Qué le había pasado a su hijo durante estos años que estuvo con su padre?
Freeze respiró profundo para poder hablar.
—Disculpen señora, mis cosas, ¿Donde están?
—Están en la sala —respondió Samanta con voz temblorosa.
Con mucha velocidad Freeze fue la sala, hay lo esperaban varias cajas, lo que Freeze buscaba era una maleta de color rojo.
Cuando la encontró no perdió tiempo, la abrió y comenzó a buscar algo que tenía guardado. Lo que encontró fue una pequeña pieza en forma rectangular, era un regalo, Freeze no era muy bueno envolviendo cosas pero la cinta verde y la envoltura con corazones daba evidencia de que se había esforzado.
—¿Qué es esa cosa? —pregunto Fred al ver lo que tenía Freeze en las manos.
Los dos hermanos mantuvieron su distancia mientras Samanta dio un paso al frente, se inclinó para estar a la altura de si hijo de cabello blanco y pregunto.
—¿Qué tienes hay hijo?
Freeze no respondió, se quedó mirando el regalo por un momento, entonces extendió sus brazos hacia Samanta.
—Es un regalo, tome, espero que le guste —dijo Freeze manteniendo los ojos cerrados.
Samanta no negó tomar el presente de Freeze, como hacerlo, era el primer regalo de su hijo.
Con mucha delicadeza samanta quito la cinta y retiró el envoltorio.
El regalo misterios no era más que una simple foto.
—Eso es todo —señaló Fred —aparte de raro, este chico también es tacaño.
—¡Fred ya cállate! —lo regaño Freddy.
Para muchas personas una fotografía no tendría nada de especial, la foto que ahora estaba en las manos de Samanta tenía un significado muy grande aunque no pudiera verse simple vista.
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Editado: 23.08.2019