El chico de cabello blanco

5. Los Toys

Freeze durmió como pudo, ya no estaba en ese hogar que tanto sufrimiento y tantas marcas le había dejado, aún así tenía miedo de despertar en casa de su padre.

La noche le dio pasó al día, Freddy y Fred se levantaron aunque alguien se les había adelantado.

Los dos hermano fueron al baño y tocaron la puerta, de seguro el nuevo miembro de la familia estaba monopolizando el único baño de la casa.

A Freeze no le pareció extraño que sus dos hermanos tocarán la puerta tan apresuradamente, trato de aumentar la velocidad para salir rápido, tubo que ponerle seguro a la puerta ya que no quería que nadie lo viera mientras se aplicaba el maquillaje para esconder los moretones más visibles, lo que me menos quería era tener que responder preguntas acerca del origen de esas marcas y menos hablar de que o quien se las había creado.

Se vistió lo más rápido posible, se aplicó perfume y salió de la habitación, Freddy y Fred quedaron sorprendidos ante lo bien arreglado que estaba su hermano, sus pantalones negros y su chaqueta blanca hacían una combinación perfecta, el perfume también daba un toque de madurez, el apodo de oso polar si le quedaba bien a Freeze. Lo más extraño de todo es que Freddy y Fred nunca conocieron a alguien que se vistiera en el baño, normalmente ellos tomarán una ducha y con una toalla en la cintura caminaban a la habitación para prepararse.

—Lo siento mucho, no me quería tardar —dijo Freeze ocultando el estuche de maquillaje detrás de el.

Sus dos hermanos no prestaron atención a esto, Freddy fue el primero en entrar, Fred se quedó afuera a esperar su turno.

Freeze entró al cuarto de sus hermanos.

—Estos chicos si que son afortunados —dijo mirando a cada rincón de la habitación.

En la habitación habían varios juguetes, mesas con sus gavetas y la litera era lo que le parecía más interesante, era claro que Freddy y Fred compartían la habitación. Se notaba que se llevaban muy bien, con tan sólo ver la forma en como sus juguetes estaban acomodados era fácil deducir que compartían todo, Freeze los consideró muy afortunados, no muchos hermanos se llevan bien ni llegan a tener esa confianza que ellos dos se tiene.

Freeze encontró a lo lejos un espejo de cuerpo completo, se miro así mismo, busco sus lentes y los acomodó en su cabeza.

—Recuerda Freeze, eres un príncipe y tienes que comportarse como tal —se dijo a si mismo mientras se arreglaba.

Freeze no era un príncipe, el lo sabía. El llamarme así mismo como alguien de la realeza era un truco para animarme todos los días, cuando podía Freeze leía libros de fantasía, de realeza de príncipes y princesas, no era un príncipe verdadero, lo que el quería era sentirme como uno, lucir, hablar, oler y sonreír como un príncipe. El príncipe del blanco invierno, se decía así mismo.

Ese era su truco, así fue como pudo aguantar por tanto tiempo su vida oscura, llena de tortura, dolor y de sangre.

Se había metido tango en el papel, que consideraba sus lentes como su corona y el ser príncipe su verdadero yo. Esos lentes no sólo eran su corona, eran también un recuerdo, un regalo de una chica que Freeze había conocido, una chica que le había ayudado a aguantar la amargura de la vida, Freeze se entristecido al pensar en ella, era una pérdida de tiempo, esa niña de seguro no lo recordaba, era un recuerdo amargo, quería y extrañaba a esa niña, aún así Freeze le había guardado un lugar muy especial en su corazón.

Ya listo bajo al primer piso, tendría que esperar a sus hermanos para tomar todos juntos el autobús escolar.

—Hola hijo —saludo Samanta —¿Dormiste bien?

—Si, dormí bien —respondió cortante.

—Lamentó mucho que tuvieras que dormir en el suelo.

—No se preocupe señora, yo no tengo ningún problema.

—Tu habitación estará lista cuando vuelvas, espero que no te moleste. ¿Podrías llamarme mamá?

—Lo siento señora, no creo que pueda —dijo Freeze con tristeza.

—Me gustó mucho tu regalo, no hay palabras para decirte lo agradecida que estoy, esa foto es la única que existía donde salían ustedes tres, por favor hijo, se que debiste de pasar por muchas cosas, pero se que muy en el fondo, tu me vez como una madre, después de todo tu fuiste quien convenció a tus hermanos de usas esos disfraces y de cantar esa canción tan maravillosa.

Freeze suspiro pesadamente, realmente no quería llamarla mamá, Freeze consideraba que no tenía sentido llamarla mamá si no la amaba, tubo que tragarse su orgullo lo que menos quería era tener problemas con la mujer que lo cuidaría por los siguientes años.

—Esta bien, Mamá.

Freeze mostró su mejor sonrisa, su mejor sonrisa falsa, esto fue suficiente para alegrar a Samanta.

—Muchas gracias hijo.

Fred y Freddy bajaron ya listos, su madre se despidió de ellos mientras corrían al autobús escolar.

Durante el camino a la escuela Freeze se mantenía mirando la ventana tratando de perderse en sus pensamientos, todos los chicos lo miraban lo cual el consideraba incómodo e insoportable, tener a esas personas mirándolo, juzgándolo, sólo buscaban una debilidad para hacerle daño, así era como Freeze lo sentía.




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