El chico de la gabardina negra

El chico de la gabardina negra

Miré por la ventanilla, y advertí que la larga cola del tráfico iba a ser interminable.

— ¿Cuánto cree que demore?

El taxista me miró por el retrovisor, consulto su reloj de mano y por fin contestó: — entre media hora o más, no puedo asegurarlo.

La entrevista sería dentro de cuarenta minutos, si llegaba tarde tendría que volver a buscar otras opciones, mi familia no podría esperar otras opciones. Además, sería una gran oportunidad puesto que mi hermano se codea con el jefe de la empresa, solo espero…

 

Unas sirenas interrumpieron sus nerviosos pensamientos, Rick estira la cabeza y ve llegar una ambulancia por la autopista de enfrente.

—Señor lo lamento, eso va a tardar más.

Rick movió la cabeza con brusquedad pensando en una manera de llegar más rápido.

—Puede ir caminando si lo desea, de todas maneras está a cinco cuadras de aquí.

—Sí, justo pensaba en eso.

Rick tomó su portafolio y le pagó al conductor. Este lo detuvo y le devolvió la mitad del dinero. Frunció el ceño mientras el taxista parecía haberle leído la mente: — ¿Llegó a su destino?, no, así que no me pertenece todo el pago.

—Gracias—añadió Rick se bajó.

“Caminar cinco cuadras, cinco cuadras”

 

Los autos parecían interminables. Y al fondo veía la ambulancia amontonada con los demás carros. Se oían las bocinas de los coches, uno que otro bebé quejándose, y mujeres maldiciendo el calor del mediodía. Rick empezó a sentir su cuerpo más mojado, sería más fácil si se sacara el saco de vestir. Pero eso sería perder el tiempo.

Ya quedaba poco, pasó por un extenso parque que debía ocupar dos cuadras, el semáforo estaba a unos cuantos metros, Faltarían solo una cuadra.

Entonces advirtió algo que le llamó la atención. Un joven que llevaba una gabardina negra y larga caminaba desde la otra esquina, cruzó la calle y giró para su derecha.

En un principio Rick ignoró el hecho de que había un accidente, sin embargo todo cambió cuando aquel chico se acercó y levantó un pequeño objeto en su mano derecha.

 

—Entonces él te dio eso—preguntó Rich, su hermano.

—Escúchame, déjame terminar

 

Todo en absoluto dejó de moverse por un momento a mí alrededor, aquel chico seguía llorando de un solo ojo, la mujer, que al parecer había sido arrollada por un auto mientras regresaba del supermercado, empezó a retorcerse en el suelo.

Solo yo podía observar lo que sucedía, ya que nadie, aparte de aquella mujer y el chico, se movía. Había una bandada de aves volando en cielo, pero estaban quietas, como estatuas sin soporte flotando en el aire. El chico volvió a presionar el botón de aquel objeto en su mano.

La mujer esta vez se levantó, mas no era la misma. De su cabeza desprendía algo amarillento con forma de cola, y este se introducía a su cráneo. Su apariencia era pálida…casi ara un color blanco entero.

El chico siguió apretando el botón repetidas veces, y sucedía lo mismo. El tiempo se congelaba, seguía corriendo, se congelaba.

 

—¡Era una locura!—exclamó Rick desde el otro lado de la mesa.

Su hermano se levantó, se sirvió un vaso de agua y volvió a su lugar.

—¿Éstas seguro sé que lo que viste fue real?

—Claro que sí, por favor Rich no puedes dudar de mí.

—Bueno prosigue.

 

Todo paró cuando el chico gritó “ya” y la mujer se acercó a uno de los paramédicos. Volvió apretar el reloj y esta vez, al saber de la presencia de la mujer, todos corrieron despavoridos. Agarraba a uno por uno y los ahorcaba con su cola para luego expulsar de su boca algo rojo, parecido a la sangre, y se los echaba sobre encima. Todos empezaron a convertirse en eso y no sabía que era lo que pasaba.

Aquel chico empezó a bailar y reír, (más que reír parecía estar llorando). Las personas se atacaban entre sí. Los autos se iban de un lado a otro, arremetiendo contra esas cosas o con otras personas. Se chocaban y empezaba a esparcirse mucha sangre.

Mientras eso ocurría, tuve conciencia de que corría peligro. Me apresuré en esquivar todo lo que se me venía y apuraba el paso. Llegué a una cuadra después y me sentí salvado, pero eso cambió cuando algo me tomó del brazo y me jaló. Luego otra cosa del otro brazo y así, me apresaron. El chico esta vez venía hacia mí, y no solo. Acompañado con una criatura gigantesca parecida a un perro pero no tenía cabeza. Era algo hueco con tentáculos saliendo de él.

Su rostro cada vez lo sentía más cerca, y de su ojo lloroso, brotaba sangre a borbotones. “ya”, fue lo que dijo antes de volver apretar el reloj y todo regresaba a su normalidad, parecía una película de ficción ver como todo regresaba a donde estaba.

Otra vez en el taxi, sabía que lo recordaba todo. En ese punto ya no me importaba la entrevista, solo quería huir de ahí lo más antes posible. Así que me bajé, di la vuelta y caminé unos pasos, pero sentía algo.



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En el texto hay: horror cosmico, horror lovecraftniano, terrores

Editado: 05.10.2020

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