El chico de la otra realidad

Capítulo VII

Lorent no quiso saber mi deseo, dijo que cada uno de nosotros tiene que esconder al menos un secreto, que son tesoros del interior. Había deseado que aquella noche fuera eterna, pues se había convertido en mi momento favorito, pero, lamentablemente, todo lo que comienza tiene un fin. 

El color del amanecer poco a poco tiñó de colores el océano oscuro de la noche y con él se fueron las estrellas y apareció el lago parecido a un espejo, que reflejaba los colores del cercano amanecer. El frío del invierno estaba congelándonos, pero casi no nos importaba.

ㅡ ¿Cuántos agujeros tendrá esa cúpula de cristal? ㅡpregunté.

ㅡTe confieso que una vez intenté contarlos todos. Llegué hasta el número... ㅡcomenzó a hablar en voz tan baja y de manera tan poco perceptible que casi no se podía escuchar, pero se podía notar que estaba buscando un número con exactitud haciendo un conteo con sus dedosㅡ 3.792 y me quedé dormido.

ㅡ ¿Te quedaste dormido aquí? Tiene que ser un lugar muy incómodo para quedarse dormido.

ㅡA estas alturas de mi trastorno mental, ya he dormido en suficientes lugares extraños ㅡdijo con sinceridad mirándome a los ojos.

ㅡLa técnica de contar estrellas quizás me hubiese funcionado de maravilla. Hace unos días, no me encontraba en el mejor lugar del mundo para dormir. Lamentablemente jamás tuve un panorama como este que me permitiera ver el espacio entero.

Recordé mi pequeña ventana de cristal opaco, el único agujero donde se veían unas cuantas estrellas y un diminuto fragmento de la luna.

ㅡSólo estamos viendo un pequeño porcentaje del universo, Cassie, incluso nosotros somos sólo un átomo en un universo infinito de átomos ¿Puedes imaginar cuántas cosas hay aún por descubrir? Contar estrellas es una de las cosas más tontas que he hecho en mi vida. No existe un último dígito numérico, pero en ese momento pensé que no sería tan difícil contarlas si las unía para que formara figuras conocidas. Es como buscarle formas a las nubes.

Suspiré y mi aliento formó una nube que se desvaneció en el frío.

ㅡPodría quedarme aquí una eternidad haciendo exactamente eso ㅡdije.

ㅡUna eternidad es demasiado tiempo y ya casi son las seis ㅡrespondióㅡ ¡Oh, mierda! Las seis de la mañana.

Se levantó del suelo como un rayo y yo lo seguí con la mirada, inmediatamente extendió su mano para que yo la tomara, pero luego la alejó escondiéndola detrás de su espalda justo cuando intenté tomarla para levantarme del suelo. Agitó su cabeza de un lado a otro y, por supuesto, fruncí el ceño, pensaba que bromeaba.

ㅡVale, ahora puedes tomar mi mano. Lo siento ㅡsacudió su cabezaㅡ, es mi cabeza, no quise hacerlo. Son los nervios.

Reí y negué con la cabeza antes de levantar mi mano de nuevo para apoyarme en la de él. Lorent me tomó del brazo y me haló hacia él para ayudarme, pero tuvo que sostenerme por la cintura. Un grito de dolor salió de mi garganta y vi su cara de preocupación, sus nervios habían aumentado. Me miraba perplejo.

ㅡ ¿Estás bien? Dime que estás bien.

ㅡEstoy bien, sólo es este dolor que... ㅡtomé un respiro y continuéㅡ. Estoy bien, no te preocupes por mí. ¿Qué ocurre si son las seis de la mañana?

ㅡEs la hora del cambio de turno del personal de seguridad.

ㅡ ¿Qué? Debemos movernos rápido ㅡdije asombrada.

Por supuesto yo no podía moverme rápido. Por más que quisiera, mi torso se inclinaba hacia adelante como una anciana y no podía perder el apoyo de Lorent, que era prácticamente mi única conexión con la tierra. No me sentía bien y él lo sabía, no paraba de examinarme.

Bajar dos pisos por las escaleras en ese estado tampoco me hizo bien, pero me alivió saber que habíamos llegado a mi planta. Lorent me soltó poco a poco en el descanso de las escaleras, frente a la puerta que daba al pasillo de las habitaciones, me miró a los ojos y encontré en él justo lo que necesitaba. Su mirada me hizo dar vueltas en una órbita desconocida de un universo desconocido. Miraba una parte de mí que nadie jamás había visto, a pesar de ser un completo desastre.

Por un momento, más largo de lo que esperaba, me clavé en sus ojos y quise perderme en ellos. De pronto algo palpitó muy dentro de mí, sentí que esos ojos azules ya los había visto antes, como un deja vú, pero no podía ser posible.

Las comisuras de sus labios articularon una media sonrisa que le hundió un hoyuelo en la mejilla y acercó su mano a mi pómulo izquierdo, justo donde seguía la grieta abierta de mi piel por el golpe cruzado que había recibido unos días atrás. Instintivamente aparté mi rostro de su mano, pero luego me di cuenta de que no me dolía tanto como antes y dejé que Lorent acariciara mis heridas. Me mordí el labio y una lágrima estuvo a punto de salir de mis ojos.

ㅡLas flores que pasan por el más crudo invierno y sobreviven son las que se hacen más fuertes en la primavera.

Lorent me dejó sin aliento, tenía una mente tan brillante capaz de comprender las cosas sin que alguien se lo tuviera que explicar, comprendía mi dolor sin tener que mencionar por qué sentía ese dolor, y eso era lo que lo hacía especial pero, ¿sabía él que tenía mil y un razones para alejarse de mí?

Me alejé de él, no sé aún por qué razón. Tal vez porque esa flor sí había sufrido algún daño y quería desesperadamente ocultar sus defectos. Empujé la puerta de las escaleras para regresar a mi habitación y todo el pasillo seguía en un silencio oscuro. Me moría de ganas por volver a girarme para verlo observarme de la manera en que lo hacía y las ganas no me duraron más de tres pasos. No resistí y volví a voltear, pero había desaparecido.

Escuché unos pasos al final del pasillo y puse todo mi esfuerzo en regresar a mi habitación rápidamente.

ㅡ ¡Hey! Estas no son horas para estar fuera de sus habitaciones ㅡgritó una guardia apuntando su linterna hacia mí a unos doce metros de distancia, pero ya yo me encontraba frente a mi habitación.




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