El chico de la otra realidad

Capítulo XI

24 de febrero de 2019

Una semana y cinco días en libertad

Cassandra ㅡse escuchó como un susurro en mis oídosㅡ. ¡CASSANDRA! ㅡrepitió la voz, esta vez sonó como un grito desgarradorㅡ. Cassandra ㅡescuché por última vez, la voz me acarició el oído y me despojó del sueño.

Cuando desperté conseguí levantar el torso con dificultad. Acababa de tener una especie de visión en retrospectiva que, al parecer, había omitido de mi huida. Era como si hubiese vuelto a vivir algo de otra vida siendo otra yo en otro planeta, pero en el presente. Se sentía real y aterrador. Comencé a llorar en silencio.

Tenía la mala sensación de querer esconderme en un armario perdido para que nadie me encontrara. Quería desaparecer otra vez. Tenía miedo de quedarme dormida de nuevo, sentía que corría peligro, que el hombre seguía detrás de mí y que no se cansaría de buscarme hasta encontrarme.

El sentir que corría peligro constantemente me sobresaltaba, no me sentía segura ni siquiera dentro del psiquiátrico. Había sido tan ciega todo este tiempo para no ver todo aquello que había olvidado, y eso era frustrante.

Me quedé mirando mi reflejo en el pequeño espejo que seguía en la mesita al lado de mi cama, los golpes no desaparecían a pesar de verse menos, allí estaban y yo no los olvidaría así se borrasen por completo, así se volvieran heridas invisibles y silenciosas. Le eché un vistazo a la portada del diario de Allie que seguía allí sin ser abierto, tenía dibujado un cocodrilo. Era un chiste interno entre ambas. Me pregunté por qué ahora yo lo tenía, me lo había dado alguien que no recordaba. Eran sus cosas personales, nadie debería irrumpir en las cosas personales de alguien. Además, tarde o temprano estaría de vuelta y todo lo que había escrito iba a poder contármelo en persona. No estaba segura si había escrito cosas sobre mí mientras estuve ausente y no tenía ganas de averiguarlo.

Alguien llamó a la puerta y yo di un pequeño salto porque no lo esperaba.

ㅡ ¡Me siento bien! Estoy durmiendo ㅡgrité para dar señales de vida, pero nadie contestó. Esperaba que, al menos, insistieran una vez más en llamar. Nadie tocaba a mi puerta a menos que fuera importante.

Me causó curiosidad y moví mi cabeza hacia el pasillo observando la puerta. La sombra de dos pies se veía debajo de ella y comencé a sentir pánico.

ㅡ ¿Quién está ahí? ㅡpregunté tratando de sonar lo más calmada posible, pero mi voz salió apagada.

La persona deslizó un papel por la delgada ranura. Fruncí el ceño con terror y esperé a que la sombra debajo de la puerta despareciera para poner la puntilla de mis pies en el frío suelo de cerámica y acercarme.

Incliné mi cuerpo para recoger el papel del suelo y noté que era un récipe médico del psiquiátrico, sólo que en lugar de indicar los miligramos de algún medicamento, en él estaban escritas las indicaciones para llegar a un lugar.

Paciente: Cassie Williams

Dirección: Hospital Psiquiátrico Fergus Falls, piso 3, puerta 201

Girar el pomo de la puerta a 180º y salir. Asegurarse de hacerlo inmediatamente después de leer estas instrucciones.

21 pasos hasta el ascensor del ala B. Respirar profundo cada dos pasos. Si el dolor en el costado persiste, detente por un momento para continuar.

Ir a la planta baja y cuando se abran las puertas del ascensor, cruzar a la derecha dos veces, luego seguir recto hasta encontrar unas puertas de cristal.

NOTA: Si tienes problemas para llegar, no dudes en seguir las señales.

Y más abajo añadió:

¡VAMOS! ¿Acaso te vas a quedar todo el día pensándolo?

DrLORENT

Me sorprendió que Lorent era capaz de saber exactamente lo que pensaba sin siquiera verme a la cara, así que sonreí inevitablemente. Por supuesto que no quería salir, no me sentía bien, pero la curiosidad se subordina ante la intriga y Lorent estaba moviendo todos mis anhelos de indagar en sus hazañas.

Empecé por el paso número uno de la lista y me tomé un momento para acostumbrar mis ojos a la luz después de tanto tiempo a oscuras. Mi rostro se iluminó con la luz del pasillo, una enfermera estaba al teléfono a unos cuantos pasos y me miró sonriente, parecía contenta de verme salir de la habitación. Estaba aún dentro de las horas permitidas para merodear en el psiquiátrico, así que no me puse nerviosa y continué con el paso número dos. Comencé contando cada paso que daba, después de cada dos de ellos tomaba una respiración profunda tratando de que el dolor no reapareciera. Miré al suelo y había un guante clínico de látex señalando con el dedo índice el camino que debía seguir el camino, más adelante había otro guante en la misma posición y otro unos pasos más allá, cerca del ascensor.

ㅡ "No dudes en seguir las señales". Vaya, Lorent, el psiquiátrico realza tus dotes de locura ㅡdije para mis adentros y sonreí. No podía entender cómo se las arreglaba para hacer esa clase de cosas sin que le llamaran la atención.

Llegué al ascensor en exactamente veintiún pasos, como él había dicho. Tenía la certeza de que se había tomado la molestia de contar los pasos desde mi habitación hasta el ascensor. Presioné el botón. Cuando las puertas se abrieron, otro guante de látex apareció colgado en la pared con los dedos bien abiertos y en la palma estaba escrito "HOLA" con rotulador.

ㅡHola ㅡdije con una carcajada y arranqué el guante de la pared tratando de que nadie lo viera.

Los siguientes pasos los seguí con facilidad gracias a los pasillos llenos de guantes señalando el camino y por fin llegué. Las puertas de cristal se abrieron automáticamente y un viento gélido ingresó al umbral del edificio. El jardín del que Robin tanto me hablaba apareció ante mis ojos. Me di cuenta de que me había quedado parada con la boca abierta viendo su esplendor y la cerré inmediatamente. Esperaba que Lorent no estuviese por ahí viendo lo atontada que había quedado.




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