El chico de la otra realidad

Capítulo XIV

ㅡTienes que tranquilizarte un poco, por favor. Así podremos hablar.

ㅡ ¿Cómo me voy a calmar si acabo de ver mi propio cuerpo ser devorado por coyotes? Ahora no sólo es eso, sino que el cuerpo que pensé que era el mío, era el de...

ㅡ ¡Cassandra! ㅡme interrumpió el psiquiatra.

Era la primera vez que alguien me llamaba por mi primer nombre además de Erik, a él le gustaba mi nombre, tanto que hasta yo empecé a odiarlo. Al psiquiatra le gustaba llamarme "señorita Williams", cosa que yo detestaba porque sentía demasiada educación y realmente lo que necesitaba de mi psiquiatra era confianza.

ㅡNo ganas nada con preocuparte ahora y tampoco es el momento. No es tiempo de sacar conclusiones que no están claras ㅡle hizo una seña a una de las enfermeras y me trajo un vaso de agua que devoré en menos de cinco segundos.

ㅡMe ha llamado por mi nombre ㅡdije llevándome las manos a la cabeza con mis codos apoyados en mis rodillas.

ㅡEs así como te llamas ¿no? ㅡel psiquiatra colocó su mano en mi hombro y trató de calmarmeㅡ. Tú también puedes llamarme por mi nombre si así lo prefieres.

En ese momento no me importaba su nombre, no me importaba en lo absoluto. Quizás en otro momento sí.

ㅡNo me llame Cassandra, por favor. É... él solía llamarme así. Llámeme Cassie, o Case, como mi hermana solía llamarme ㅡresoplé.

ㅡLo siento, Cassie ㅡmencionó con cierta educación que no podía evitar dejar florecerㅡ. Y tú llamabas a tu hermana Alliegator, un nombre muy creativo.

ㅡSí, su verdadero nombre es Allison, pero como todos le decían Allie, yo le inventé un sobrenombre. Cómo quisiera que estuviera aquí conmigo ㅡmi respiración se controlaba, pero mi pierna derecha subía y bajaba rápidamente con nerviosismo.

Fue allí cuando me di cuenta que la enfermera me había dado calmantes mezclados con agua.

ㅡEscuché que es muy buena estudiante y que pronto seremos colegas del área de medicina. También escuché que tienes su libreta personal, ¿le has echado un vistazo?

ㅡNo ㅡdije con la voz quebradaㅡ. No tengo ganas de leer las cosas que mi hermana escribía, quiero que esté aquí, que nos sentemos a charlar como solíamos hacer juntas y que sea ella misma quien me las cuente.

Allie era mayor que yo por ocho años. Cuando éramos pequeñas peleábamos como todos los hermanos, peleábamos por cosas tontas, pero al final del día ella iba hasta mi cuarto las noches que no podía dormir. Era una cobarde. Cuando yo tenía siete y ella quince, todavía le temía a la oscuridad, entonces tocaba a mi puerta y nos quedábamos hablando toda la noche de videojuegos, de libros, del nuevo chico que conoció en la escuela y cosas como esas, aunque yo a esa edad no tenía ni idea de qué significaba la atracción entre un chico y una chica. Éramos amigas la mayoría del tiempo y la había extrañado tanto durante todos esos años en cautiverio. A veces, cuando era yo quien le temía a la oscuridad, me hacía falta tenerla cerca.

ㅡEl hecho de que nuestro cerebro sea plástico también hace que sea vulnerable, incluso es muy fácil engañarlo y permite fácilmente que nuestras vivencias puedan alterarlo oscasionando choques y deformidades a la realidad ㅡdijo el psiquiatra, no entendía por qué me decía esas cosas si aparentemente estaba recuperando mi memoria ¿o no? ㅡTe recomiendo que le eches un vistazo a la libreta de tu hermana cuando estés preparada.

Cuando volví a mi habitación, acompañada por una de las enfermeras, me sentí un poco más aliviada, se acercaba la hora de mis medicamentos y en cualquier momento Robin entraría por la puerta. Miré la mesa de noche, donde estaba el diario de Allie, estaba tentada a leerlo, pero sentía que cualquier cosa que estuviese escrito allí, no me haría feliz, aunque tenía que equilibrar si quería sentirme feliz o apaciguar mis inquietudes y mi afán por darle un sentido a todo lo que tenía en mi cabeza. Aproveché el tiempo y fui a tomar una ducha, necesitaba tranquilizarme, así que fui a los baños, aún tenía media hora antes de que Robin fuera a ponerme más medicamentos en el torrente sanguíneo.

Envolví mi cuerpo mojado en toallas, sequé mi cabello frente al espejo y me tomé un tiempo para evaluar mis heridas. Se estaban desvaneciendo, sin embargo, el recuerdo de cómo habían aparecido seguía allí. Me temblaron las manos al subirme la cremallera del pantalón. Volví a mi habitación y abrí la puerta, me encontré con un récipe médico en el suelo. Sonreí.

¿Te sientes mejor?

Decía.

Sentí un escalofrío. Tan solo estar cerca de Lorent, de alguna manera me hacía sentir especial y dicen que cuando alguien te hace sentir especial, también puedes sentir que puedes conquistar el mundo con una mano cuando esa persona te está tomando de la otra. Me preguntaba si eso significaba estar enamorándose, pero realmente no sabía si él sentía lo mismo por mí.

Tomé una pluma y escribí.

Pensaba que los récipes médicos tenían como finalidad recetar las dosis de medicamentos a locos como nosotros.

Estoy bien, ¿y tú?

¿Qué se siente ser rechazado tan torpemente? En verdad, lo siento.

Repliqué en el mismo papel, abrí la puerta, puse el papel entre el marco y la hoja de madera y presioné ambas para dejar el papel suspendido. Esperaba que entendiera que tenía una respuesta para él.

Unos tres minutos más tarde escuché que el papel se deslizaba de vuelta al pasillo de mi habitación y fui por él.

Paciente: Christopher Lorent

Dirección: Hospital Psiquiátrico Fergus Falls, primer piso, puerta 158.

Síntomas:

Corazón acelerado

Manos sudorosas

Mejillas ligeramente subidas de temperatura

Nervios incontrolables

Deseos de querer ver a los ojos a la chica que le gusta

Recomendaciones:

Intentar de nuevo mañana.




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