El chico de la otra realidad

Capítulo XVIII

Una enfermera entró a retirar la comida que había dejado unas horas antes y vio que yo ni siquiera la había tocado. No mencionó palabras, pero sí observé una mueca de pena en sus labios fruncidos cuando levantó la bandeja. La sensación que tuve durante el día fue todo lo contrario a tener apetito y normalmente se basó en nauseas y llanto silencioso.

A ratos sentía dolores en mis costillas y simplemente cerraba mis ojos a esperar que el tormento pasara. Empecé a dudar de si la medicación estaba realmente funcionando y si mi costilla fracturada estaría recuperándose por sí misma como me había dicho Robin. 

Hasta ese punto, toda mi vida se resumía en el resultado de un conjunto desmesurado de errores y a menudo me preguntaba qué hubiese pasado si no salía sola de casa aquel día, si hacía lo que mi madre me aconsejó sobre esperar a Allie para ir a la escuela y qué hubiese pasado si no hubiese intentado escapar ¿Estaría aún viviendo en aquel sótano oscuro y solitario? Seguir pensando era la peor manera de lidiar con lo que me había pasado, no quería enfrentarme a las consecuencias.

Las cortinas seguían cerradas a pesar de que era de día, no sentía fuerzas ni siquiera para levantarme a abrirlas y comencé a pensar en mis monstruos, aquellos de los que hablaba Lorent. Estaba visitando la parte mas profunda de mi ser, donde mis monstruos vivían y me halaban hacia un abismo, pero yo no hacía ningún esfuerzo por zafarme de ellos. Fui tan débil que dejé que la parte más pesada de mi cuerpo sobrepasara ese abismo y sólo me sostenía con los codos del canto resbaladizo. Inmediatamente recordé las palabras de Allie: la vida no es más que un recorrido abstracto lleno de caminos complicados. Uno de ellos trae sorpresas consigo, otro viene cargado de tristezas, y está en nosotros decidir en cual camino nos bajamos del tren.

¿Quién era yo para cambiar eso? Allie se enfrentó a sus monstruos en aquella cueva y logró salir adelante. Yo ya me había enfrentado a uno y este tenía forma humana, con brazos, piernas y todo lo demás. Aparté las sábanas de mi cuerpo y fui directo a la ventana, abrí las cortinas y apoyé la frente del gélido cristal.

La puerta de mi habitación se abrió.

ㅡBuenas tardes, señorita Williams.

Lo había olvidado por completo, era el especialista en cardiología que venía a verme. Me encontró bañada en lágrimas y me avergoncé de mí misma.

ㅡLlámeme Cassie, por favor. Eso de "señorita" no me va ㅡhablé para disimular, pero era imposible evitar mi cara de tristeza.

ㅡDe acuerdo, Cassie. Soy el Doctor Guillermo Suarez ㅡse presentó con un acento sureño que le combinaba perfectamente con el tono olivo de su piel. Llevaba una corbata muy bien ajustada debajo de su bata blanca que lo hacía ver eleganteㅡ. Soy especialista en cardiología y vengo a examinarte y a comentarte un par de cosas que debes saber. 

ㅡ ¿Dónde está Robin?

ㅡ¿Hablas de tu médico residente?

ㅡSí.

No sabía por qué razón me ocurría eso de vez en cuando, desconfiaba de algunas personas. Primero desconfié de mi psiquiatra el día que se presentó con una grabadora y ahora del doctor Guillermo sin razón lógica.

ㅡRobin está atendiendo a otros pacientes. No te preocupes, no estoy aquí para hacerte ningún daño.

ㅡDisculpe. Tengo un... problema. No suelo confiar en todo el mundo a la primera impresión.

ㅡNo tienes que disculparte ㅡdijo intentando parecer amableㅡ Bien. Necesito que tomes asiento.

Lo hice con un poco de dolor y el hombre comenzó a examinarme con algunos instrumentos. Comprobó los reflejos de mis rodillas, me hizo seguir una luz con la mirada y luego examinó mis latidos y mis pulmones con un estetoscopio haciendo que respirara profundo y gritara del dolor en la primera expansión de mi tórax cuando entró suficiente aire. Luego de hacerme varias preguntas que parecían rutinarias me hizo una pregunta que me sacó de mi concentración.

ㅡ ¿Te encuentras bien, Cassie? 

ㅡE... estoy bien. Sólo soy un poco dramática ㅡlimpié las lágrimas que seguían atoradas en mis mejillas, pero el doctor sabía que no eran de dolor físico.

ㅡCassie, seré tu médico y de ahora en adelante estaré chequeando tus pulmones y tu corazón periódicamente. Aunque otros médicos estén estudiando tu cerebro, tenemos que darle más importancia a tu corazón ¿vale? ㅡasentíㅡ. ¿Sabías que el corazón y el cerebro van de la mano a donde quiera que vayan? ㅡneguéㅡ. Muchas veces el cerebro pide cosas que el corazón no está dispuesto a hacer.

ㅡ ¿El cerebro es acaso el líder de ese grupo?

ㅡSí, lo es. Pero el corazón es bastante atrevido y a veces actúa a escondidas, cuando el cerebro está dormido.

El hombre acercó una silla y se sentó frente a mí. Yo había quedado un poco más arriba que él por la altura de mi camilla.

ㅡSe trata un poco de la vida ¿no? Nosotros nos convertimos en el corazón y las reglas se convierten en el cerebro ㅡmencioné.

ㅡAsí es, somos propensos a romper las reglas de la vida porque solemos actuar con el corazón  ㅡagregóㅡ. No quiero que escuches cosas como: "Sé que no es fácil por lo que estás pasando. Debe ser muy duro ser quien eres" Ni nada de eso. La parte difícil la has pasado, estás en el nivel fácil de toda esta historia. Estás en la etapa de vivir.

ㅡ ¡Wow! ㅡexclamé con una pizca de tristeza e ironíaㅡ No creo estar en la mejor etapa de mi vida, pero gracias, lo tomaré en cuenta.

ㅡDebes tomarlo en cuenta. Tienes que cuidar tus órganos porque lamento decirte que no están bien. He visto los análisis que te hicieron hace unos días y el progreso será muy lento. Lo bueno es que con el dolor que llevas, Cassie, aprenderás a curarte.

Por un momento se me pasó por la cabeza que este tipo era un imbécil ¿Qué iba a saber él de mi dolor? Mi mal humor me hacía sacar lo peor de mí, pero él tenía razón, por más que mi cabeza hueca se negara.




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