El chico de la otra realidad

Capítulo XXII

Caminamos en silencio hasta llegar a un lugar detrás de unos árboles y dejé escapar un sonido de sorpresa cuando Lorent levantó un cobertor blanco de un bulto que sobresalía en el suelo y se camuflaba perfectamente con la gruesa capa de nieve.

Había una especie de trineo hecho con dos esquís viejos, una estructura metálica que supuse que era para dirigirlo como una bicicleta y que se inclinaba de un lado a otro. Unas linternas de cacería estaban ajustadas a ambos lados de la estructura y Lorent las encendió.

ㅡEste lo hice el invierno pasado con Charlie. El anterior lo habíamos usado tantas veces que terminó quebrado en varias partes. ¿Qué te parece? ㅡseñaló su trineo como una obra de arte.

ㅡEhm ㅡno sabía como decirle que la idea de montarme en eso me aterrabaㅡ. Se ve un poco inestable, ¿no crees?

ㅡ ¿Inestable? ¡Estas viendo la ingeniería más equilibrada del planeta! ㅡbociferóㅡ. La inclinación de la estructura permite mover el volante de un lado a otro para poder girar y tomar curvas. Aunque puede que deba confesarte que lo puede montar una sola persona teniendo el riesgo de quebrarte los huesos. Lo ideal es que vayan dos, de lo contrario, no tendrías frenos. Aún tenemos que perfeccionarlo, pero lo he estado probando y la verdad es que va muy bien.

Entorné mi cuerpo hacia una cuesta que se veía a lo lejos de nuestro camino y se me heló la sangre y todas mis terminaciones nerviosas. Las montañas rusas me espantaban, incluso sabiendo que estaba completamente sujeta a los arneses de seguridad, pero esto era otro nivel de riesgo. Debía tomar reposo por mi costilla fracturada, si seguía haciendo cosas como estas no me iba a recuperar jamás.

ㅡOh, Dios. Tengo la muerte frente a mis ojos ㅡbromeé.

Lorent soltó una risa.

ㅡ ¿Estás seguro de que no moriremos?

ㅡSi de algo estoy seguro es que tienes que llegar lo más lejos que puedas para descubrir qué tan lejos puedes llegar. Vamos, Cassie, me lo agradecerás. Es un recorrido corto, no tienes por qué preocuparte.

Clavé la vista en él y curiosamente me dejé llevar por el suspenso. Un sentimiento de gallardía me atravesó lo suficiente para no pasarlo por alto.

Mi madre jamás me dejaría hacer algo así y estaba a punto de romper las reglas de Robin, todas y cada una de ellas.

ㅡLa excusa es que debo ir acompañado ㅡdijo Lorent cuando había pasado suficiente tiempo pensándoloㅡ. Charlie nos ha dejado el rollo, así que serás la responsable de lo que me pase desde el momento en el que me suba al trineo y no pienso ni por un instante dejarte sola aquí.

Comenzó a enumerar en cuenta regresiva desde el número cinco y yo pasé mi lengua al rededor de mis labios porque los sentía secos y cuarteados. Se me dilataban las pupilas de solo pensar que íbamos a cometer una locura.

Cuando la cuenta iba por el número uno lo detuve.

ㅡ ¡Esta bien!

ㅡGenial ㅡdijo con un gesto afirmativoㅡ. Serás mis ojos y mis frenos, haré lo que ordene su majestad. Te prometo no ir muy rápido si no quieres.

Sonreí de oreja a oreja un poco nerviosa y cerré levemente mis ojos en un gesto de agradecimiento.

ㅡ ¿Sólo tengo que sentarme sobre eso? ㅡseñalé una plancha que se extendía en la parte delantera de los esquís.

ㅡSí ㅡse ubicó en su posición frente al timón y yo me dejé caer sobre el respaldo de la planchaㅡ. Ten cuidado con los pies, colócalos sobre la curvatura que forman los esquís. Cuando se acerque una curva en el camino, presiona la nieve con los talones. Jamás pongas las manos en el suelo ¿vale?

ㅡVale.

Ajusté mi gorro para que quedara firme sobre mis orejas y tome una bocanada de aire. Lorent puso su pie izquierdo sobre el esquí y el derecho lo dejó suelto para impulsarnos.

Es difícil definir lo que se sintió la primera ráfaga de aire en contra de mi rostro al tomar la primera velocidad y es que las palabras se quedan cortas para describir la infinidad de sensaciones que produjo.

Al principio sentí miedo, mucho miedo. Por más que Lorent tomaba impulso suavemente para que no me asustara, empecé poco a poco a sentirme ajena a mi cuerpo. Ver la inmensidad del interior del bosque y del azul del cielo estrellado en primera fila hizo que pusiera todos mis sentidos en alerta. Abrí mis ojos y sentía que flotaba, sentía el viento a su velocidad rozarme la piel y fui consciente de cada parte de mi cuerpo.

Me di cuenta de que no había soltado el aire que mantuve retenido desde que Lorent arrancó el trineo, así que exhalé la inmensa presión de aire de mis pulmones.

De vez en cuando ponía los pies en la nieve para bajar la aceleración cuando se acercaba una curva y luego continuábamos el recorrido libremente.

ㅡLo estas haciendo muy bien, Cassie. ¿Quieres que vaya más rápido?

ㅡ ¡Sí! ㅡrespondí enérgica.

Pronto me arrepentí de haberlo dicho porque duplicamos la velocidad con la que comenzamos, pero luego me fui acostumbrando.

ㅡ ¡Woohoooo! ㅡgritó Lorentㅡ ¡Somos inmortales!

Era algo apasionante, me dolían las mejillas, no podía evitar reír ni evitar sentir que los músculos de mi cara estaban congelados detenidos en una inmensa sonrisa.

Por más que la frase sonaba irónica en un momento tan arriesgado, lo repetí con más entusiasmo.

ㅡ ¡Somos inmortales! ㅡgrité desde el fondo de mi garganta.

ㅡ ¡Levanta las manos, Cassie!

Sin pensarlo abrí mis manos y abrí mi pecho. Sentí que podía volar. Sentí que el tiempo se detuvo, sentí mi cuerpo en libertad, las preocupaciones desaparecieron y la felicidad era incontenible. Todo eso sentía y más.

Pude ver cómo la luna atravesaba las inmensas copas de los árboles y las nubes de algodón chocaban con ellas. Fue lo más hermoso que pude ver en mi vida.

Mi gorro salió disparado de mi cabeza, la nieve lo envolvió y lo perdí de vista en menos de un segundo. Lorent ni siquiera se percató de que lo había perdido, pude ver su cara al levantar la mía, se veía feliz y eso valía más que todo el oro del mundo.




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