El chico de la otra realidad

Capítulo XXXV

Dedicado a todos ustedes, que tuvieron la paciencia y el amor por este libro, siendo la razón de mi motivación diaria. (No se vayan todavía porque hay un epílogo... busquen el siguiente capítulo después de leer el final)

Capítulo Final

Vuelta a casa

Finalmente, el día había llegado. No quería creer que aquella iba a ser nuestra despedida, que ese iba a ser la última vez que Lorent y yo estaríamos juntos en mucho tiempo.

Me negaba a imaginar lo que me esperaba fuera del hospital sin él, había deseado con todas mis fuerzas que  saliéramos juntos de allí tomados de la mano, pero iba a tener que dejarlo atrás, tenía que recuperarse de tantos problemas. Tenía que recuperarse de mí, de mi hermana, de él, de sus monstruos y del monstruo que nos atormentó y que teníamos en común. Deseaba que pronto saliera del hospital a vivir una vida con sus talentos y sus fortalezas, que el mundo le diera el espacio para demostrar lo grande y maravilloso que era. Nuestra historia apenas empezaba y no quería dejarla ir. No podía con la idea de que Lorent estaría lejos de mí a partir de ese día, aunque nos prometimos que entre nosotros nunca existiría un final. Había cierto dolor en alejarme de alguien que me había hecho vivir en un mes lo que no había vivido en una vida entera. Cuando el amor sigue ahí no hay razones para alejarse, pero en este caso, era imposible.

Él era un chico con una realidad extraordinaria, pero para mí era la realidad que sólo él y yo compartíamos y que me había dado la fuerza para sobrellevar lo que estaba por afrontar en los próximos días.

Lorent me había acompañado a mi habitación muy tarde esa noche y no había podido pegar un ojo por la emoción de haber tenido una increíble velada con el chico que amaba y, a su vez, por el oscuro día que me esperaba cuando despertara. 

El gélido aire me abofeteó aquel último domingo de febrero. Un auto me esperaba fuera del hospital desde muy temprano para iniciar con mi nueva vida. El auto que le había pedido el día anterior a mi psiquiatra durante nuestra sesión para que me llevara a donde yo quería ir el día que saliera del hospital. Había pedido que me llevaran sin compañía e incluso, sin mis padres. Los médicos no lo pensaron y me complacieron. Haber tenido malas vivencias, en algunos casos, era algo positivo.

Me alisé el pelo, me puse unas medias pantys que dejaran mis piernas muy poco a la vista y maquillé mis labios de un color oscuro que combinara con el mejor vestido negro luto que tenía en el armario. Me puse unas gafas que ocultaran las ojeras, la nostalgia y la tristeza que generaba ir a visitar a Allie en el cementerio.

El cielo estaba nublado y lluvioso, y un silencio reinaba entre los pasillos, un silencio doloroso por la inevitable realidad. Aunque mi hermana ya había tenido un funeral casi cuatro semanas atrás, quería que me otorgaran aquel día para despedirme de ella.

Le di un fuerte abrazo a Robin antes de salir por la puerta y sin duda comprendí que había perdido a mi hermana de sangre para siempre, dejando un enorme vacío en lo que me restaba de vida, pero había ganado una hermana de otra madre. La chica pelirroja que no era pelirroja. La médico más sensible y gentil del planeta. Me tomó de la mano y la apretó fuerte antes de dejarme ir.

Tuve que abrir una sombrilla que me había regalado una enfermera para poder cruzar el hall de la entrada del Hospital Psiquiátrico Fergus Falls. La directora y otros médicos se despidieron agitando sus brazos y yo repetí el movimiento. Di unos cuantos pasos dejando atrás lo que iba a ser mi antigua vida para adentrarme a una realidad que desconocía pero que estaba ansiosa por vivir.

Me subí al coche en el asiento trasero y bajé la ventanilla. Di un último vistazo al hospital y mis ojos cayeron sobre el chico de la otra realidad, con su cuerpo delgado y su piel pálida, con sus ojos cansados por la noche que habíamos vivido, pero aún así lucía perfecto. Esos ojos azules intensos que me habían dejado una huella imborrable en el corazón no los iba a olvidar jamás.

Luché contra las lágrimas y mis labios temblaron. Sus ojos señalaron el cielo y yo no pude dejar de mirarlo a él.

El viaje fue relativamente corto, el chófer abrió mi puerta y apoyé mi zapato de tacón en el suelo mojado. Jamás había usado unos, así que mis pies resbalaron cuando extendí mi postura. Luego de caminar por unos minutos, me encontré con una lápida de mármol y una placa brillante con el nombre de mi hermana en color dorado que destellaba bajo la luz del cielo nublado.

Allison Michelle Williams Brown

(Alliegator)

1994 - 2019

"Tus alas estaban listas para volar,

pero nuestros corazones no estaban listos

para verte partir"

Con delicadeza limpié las lágrimas que caían por debajo de mis gafas, yo tampoco estaba lista para dejar partir a mi hermana, pero tenía la idea de que si no lo hacía, ella no descansaría en paz. 

ㅡAllie ㅡcomencé a decir con la voz saliendo en diferentes tonos por el llanto que vendría a continuaciónㅡ. Quisiera decirte tantas cosas, quisiera tenerte cerca de mí para poder abrazarte y decirte que estoy bien, que estoy viva gracias a ti. Lamento que tu muerte ㅡsorbí un poco para poder respirar mejorㅡ haya sido consecuencia de tus ganas de volverme a ver. Pero sé que tus intentos no fueron en vano. Gracias a ti pude volver a tener la vida que me fue arrebatada, pude tener la fuerza para escapar de aquella desgracia de vida que tuve durante siete años, los siete años más preciosos que puede tener una niña al cruzar el puente hacia su adolescencia. Son años que jamás se recuperarán, sobretodo porque estuve separada de ti, de mi hermana la cobarde, de mi hermana la que halló la valentía de perseguir al hombre que me aprisionaba y que sobrepuso su propia vida para salvarme.




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