El chico de la Ventana

Un descubrimiento Aterrador

¡Estoy jodida!—me dije— ya que No recordaba donde había puesto las llaves del auto.

Simón me miraba con una expresión divertida mientras tocaba mis pantalones (de deporte por cierto) desesperadamente buscando mis llaves y me sonroje bruscamente de la vergüenza.

—Creo que fugarnos con tanta cautela no servirá de nada si nos encuentra en la puerta de salida tratando en vano de encontrar unas llaves—dijo riendo.

—No es en vano—replique furiosa—sé que las tengo por aquí, y además tengo que llevarte al hospital así sea en mula.

—no me llevo bien con las mulas—dijo—además creo que ya me siento mejor.

—si claro y luego te desmaya y sufre una hemorragia interna y yo tendré la culpa por no llevarte a un hospital—resoplo furiosa

—WOW, Que dramática eres—dijo alanzando las manos y tomándome por los hombros—Hey no me va a pasar nada tranquila, Alexa.

Mi respiración se tambaleo y sentí un leve hormigueo donde sus manos me estaban tocando, rápidamente para no perder la compostura y disimular un poco alce un poco mis hombros y me aleje de su contacto.

—Quien lo dice ¿tú?—Le respondí— no gracias no quiero correr el riesgo, y… espera ¡ya las encontré!—grito agitándolas enfrente de él—ahora si nos vamos.

—Si alguien me hubiese dicho que estaría en tu auto con una herida en la cabeza no lo habría creído— ¿Dónde están tus gafas?—preguntó

—lo de la herida en la cabeza, me lo hubiese creído, lo del auto no.

— ¿Cómo que la herida en la cabeza si? Entonces ¿esto fue planeado?—preguntó sorprendido.

—literalmente planeaba sacar mi rabia contigo, pero nunca hacerte daño—dije distraída mientras esperaba que le semáforo cambiara de color.

—así que me odias—reflexiono—todavía no has superado el incidente.

NO, no te odio, ojala lo hiciera….pero no puedo—pensé

—No es unas cosa que sea sencilla de olvidar, además parecía que quisieras fastidiarme a toda hora—le explique

—solo quería llamar tu atención, quería acercarme a ti, pero tu parecías que llevaras un letrero de vete al infierno simón.

Solté una risa pero estas vez no fue nerviosa fue absolutamente una carcajada

—Me gustaban tus gafas…y tu manera petulante de mirarme, parecía que me desafiaras—dijo

—Tenía que hacer algo, me creías aburrida

— ¿Cuándo dije que eras aburrida?

—No me lo dijiste exactamente a mi sino a Susana cuando hablaste con ella a través de la ventana.

—Aaah—dijo

—Le gustan los libros, me lo figuraba —cité con voz grave tratando de imitarlo.

—yo no hablo así—dijo—y además tenías una repisa bastante grande con un poco de libros…—encogió sus hombros—eso me hizo pensar y además leer libros no te hace aburrida.

EL viento jugueteaba con mi cabello y yo solo aceleraba sin pensar en lo extraño de esta situación, después de odiarlo y aborrecerlo, estaba aquí, sentado junto a mí, en mi auto, conversando como dos viejos amigos que se encontraba por primera vez luego de estar separados por bastante tiempo…lo cual era extraño porque no éramos amigos, no éramos nada, solo vecinos, y escasamente ahora, compañeros de salón; Pero por muy cómodo que estuviéramos hablando algo en mi interior se marchitaba cada vez que él sonreía o me miraba, porque sin perder tiempo mi razón y mi cerebro asfixiaban al corazón diciéndole "El nunca será tuyo".

—Bien—dijo extendiendo su brazo para abrazarme—mejor nos escapamos por ahí, vamos al cine o algo.

—Hey Hey—aclaré incorporándome y sacando su brazo de mi espalda—el hecho de que me sienta miserable por golpearte no significa que tengamos tanta confianza, además—dije deteniendo frente al hospital—ya llegamos.

Me baje rápidamente y el hizo lo mismo, me miro y luego añadió—pobre—

— ¿Quién?—pregunté confundida

—Él que se enamore de ti—Concluyo

— ¿Por qué?—quise saber

—Porque eres muy complicada E inteligente, dos combinaciones mortales.

La sala de espera estaba llena de gente, mi madre nos esperaba con una silla de ruedas y con muchas preguntas, las cuales mi limite a contestarle si, no, estoy bien y fue un accidente. Mientras esperaba a que le hicieran la tomografía a Simón mi mente divago por los últimos minutos de mi corta vida… ¿complicada e inteligente? Eso no tenía sentido una persona no puede ser complicada e inteligente a la vez. Me senté en esas sillas plásticas de color azul alineadas perfectamente que todo hospital posee, quería distraerme no pensar en el horrible olor que tiene los hospitales que según mi olfato era algo como desinfectante, alcohol y analgésicos que mezclado resultaba un olor muy desagradable para mí, pero no había sino más que sirenas sonando a todas hora, un niño llorando, un televisor con canales bloqueado y unas personas desesperadas preguntando por una accidente que había ocurrido hacía ya varias horas.

Habían pasado casi una media hora y no tenía noticias de Simón ni de mi madre… ¿habría encontrado algo en tomografía? ¿Lo tendrían hospitalizado y mi madre no me quería decir nada? Cuando me estaba torturando con esas preguntas escuché una conversación muy amena al otro lado del pasillo gire mi cuello y encontré a mi mama y a Simón con una sonrisa en sus rostros.

—Gracias señora Pretelt—Dijo

—oh por favor llámame Mónica—dijo mi madre

¿Mónica? Desde cuando tanta confianza ¿Qué me perdí?—pensé

—Oh, Alexa—dijo mirándome seriamente— en la casa hablamos.

¿Qué? ¿Ahora yo que hice?

—Bueno, ¿todo bien?—pregunté

—Si afortunadamente todo salió normal—dijo simón

—Qué bueno—dije y todos los músculos de mi cuerpo que no sabía que tenía se relajaron.

Salimos de la sala de espera y simón no dejaba de mirarme con una sonrisa estúpida— ¿Qué?—dije al cabo de un rato porque la sonrisa de estúpido ya me incomodaba

—Nada, solo que te dije que todo iba a salir bien y tú no me creías

—Sí, debí creerte

—Tu mamá es genial y se parece mucho a ti.

—Si es genial con otras personas pero conmigo no lo es.




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