El chico de la Ventana

Grises

Esto se va a poner feo...o ¿ya se puso?

Gire disimuladamente la perilla de la puerta del salón al que simón literalmente me llevo a rastra, solo para comprobar una vez más que no tenía escapatoria, ¿Cómo llegue a esto? Mi fuerza física y de voluntad era un asco. Repase con la mirada el salón en donde nos encontrábamos, era uno de primaria, en las paredes había dibujitos del sol, la luna, un horario de clases bastante pintoresco, uno de cumpleaños, diminutivas manitos pintadas en las paredes y al final de la pared un sapo gigantesco hecho de fomi que me miraba con cara de y ¿ahora qué vas hacer?

¡Diablos! hasta un sapo me abandonaba y me recriminaba.

Cuando ya no tenía más para donde mirar mis ojos se centraron en los suyos y lo lamente, había olvidado el efecto que producían en mí, y a causa de que llevaba 3 días sin verlos el efecto era tres veces peor, esos hermosos ojos verdes como la esmeralda amenazaban con hacerme desmayar, mis piernas temblaron como gelatina y mis mejillas empezaban a calentarse.

 

Respira: ¿Cómo era que se hacía? ¡Ah, sí!

Inhala

Exhala

Inhala

Exhala (creo que voy a ahogarme)

Tenía el cabello revuelto a causa de pasarse la mano varias veces sobre él, la camisa del uniforme desencajada, sus hermosos ojos verdes apuntaban directamente hacia mí y se transformaron en un tono más oscuros y los labios carnosos fruncidos por el enojo… ¡Dios! debería estar prohibido ser tan guapo y presumirlo inconscientemente delante de los feos. Cruzó sus manos delante de su pecho…Mmm su gran pecho… ¡concéntrate!

—¿y bien?—dijo—Estoy esperando una respuesta, Alex.

Quería gritarle a la cara que porque diablos le importaba, él ya tenía amigos en el equipo de vóleibol y más de una rubia voluptuosa de piernas largas babeando por él, no me necesitaba a mí, a una chica rara.

—No te estoy evitando, es solo que…

—Es por lo de la otra noche—me interrumpió—porque no quise seguir hablando de ella.

¿Qué?

—No claro que no, yo no puedo obligarte a nada

—Te voy a hablar de ella—me aseguró poniéndome su brazo en mi hombro——solo dame tiempo, ahora que tengamos más confianza.

¿Por qué me estaba hablando así?

¿Cómo si fuéramos muy amigos?

¿Por qué me promete cosas?

—Escucha—respondí—no tienes que hacerme promesas.

—Eres mi amiga —arqueo una ceja—— ¿creo?

¿Lo era?

¿En verdad quería ser eso para él?… una amiga;

—sí. — le dije después de unos minutos—si lo soy.

¡Mentirosa!

¡Cállate!

¿Podía ser una amiga? Una simple amiga, eso sonaba cliché, la chica le gustaba el chico pero creía que sus sentimientos no iba a ser correspondidos y se conformó con ser la amiga anegada, Dios ¡soy patética! Y sé que más tarde voy a lamentar haber fortalecido ese lazo de amistad, pero si esa era la única manera de estar con él, no me importaba, aunque algo en mi interior me decía que esto no iba a resultar muy bien.

—Vamos amiga—dijo enredado su brazo en mi hombro y estrujándome cariñosamente hacia su pecho. Mmm olía delicioso… a lavanda.

—Anda grises te invito una pizza

— ¿Grises?

—Sí, el color de tus ojos…— hizo un pausa y encogió sus hombro—simplemente me gusta

— ¿Así que ese será mi apodo? Demando otro—le dije

—Ya pensaré en otro, pero mientras tanto—se acercó a mi oreja y susurro— ese se queda.

***

Figui’s era una pizzería que quedaba no muy lejos de la escuela, de ambiente juvenil y bastante popular, caracterizada sobre todo por sus extravagantes menús y sus malteadas gigantesca. No solía venir mucho aquí, solo vine un par de veces con las chicas y no tuve la mejor experiencia ¿Qué pasó ?

sucedió la primera vez que fui, como figui’s era popular no faltaba los trogloditas del equipo de futbol de la escuela jugando y haciendo tonterías, fui al baño por un momento y el estúpido de su capitán, Jorge Pipes, tropezó conmigo (no sé si fue intencional) y vació toda su malteada en mis jeans, todo el mundo se rió y lo peor fue que tuvieron que prestarme uno de los shorts de las meseras que eran extremadamente cortos para poder irme a casa, para mi horror y vergüenza, el short era de color rojo brillante, con grandes letras en la partes de atrás que decía “soy chica figui’s”.

Las chicas estuvieron de acuerdo en que me veía como una camarera Sexy, yo solo pensaba en que mis lánguidas piernas de seguro se estaban viendo como fideos, eso y que a Jorge Pipes le gustaba la malteada de fresita.

La segunda vez que vine fue menos vergonzoso, pero igual de humillante, estaba haciendo la fila para recibir mi malteada y una camarera grito: ¡Eres tú!, aquí están tus jeans—dijo mostrándomelos—me podrías devolver mis short. Claro que no podía devolvérselos los había votado, así que le dije que se quedara con mi jeans, di la media vuelta y me largue.

Así que esta tercera vez estaba un poco nerviosa, pero luego me relaje tenia a simón para defenderme… ¿creo? Y no le iba a decir que me había sucedido aquí, No le iba a dar más argumentos para que pensara que yo era una Disaster girl, Más de lo que él ya sabía.

***

Devore como 2 pedazos de pizza y una malteada gigante ante la mirada de asombro de simón, le dije que porque era de contextura delgada no significaba que no comiera.

—No dije eso

—No en voz alta.

 

Después de varios minutos sin ningún desastre por mi parte, sin que ninguna camarera me reclamara por sus short y sin que nadie tropezara conmigo, nos fuimos. Atravesamos el hermoso parque que estaba en el centro de la ciudad y me vi tentada a mecerme en uno de los columpios.

Simón se sentó en el columpio de al lado y empezamos a mecernos muy rápido, el rechinar de las cadenas nos hizo disminuir el ritmo pero eso no impidió que me riera como una loca, y que la gente que pasara se diera cuenta de ello. Me sentía libre aun estando en uniforme, como de la edad de 5 años, y no quería parar, quería congelar esta imagen tomarle una foto y ponerla en el espejo de mi habitación, ¡cielos! hacia tanto que no me sentía tan bien y precisamente tenía que ser con él. Cierro los ojos un segundo para saborear esta sensación de serenidad y gozo, Mmm podía quedarme aquí para siempre, abro mis ojos y él me está observando con una sonrisa en el rostro, despega sus hermosos labios y alcanza a musitar algo que no entiendo. De repente el cielo se torna gris y la brisa fría, unas fervientes gotas de agua caen rápidamente sobre mi cabeza y me empapan en un santiamén, simón me toma de la mano y nos apresuramos a correr por todo la avenida para llegar a casa, normalmente maldeciría la lluvia y todo eso, pero era el final perfecto para una…




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