El chico de la Ventana

Macarrones con queso

Gracias a Dios, el padre nos perdonó, pero solo con la condición de que nos confesáramos al final de la misa, así que todas teníamos unas cuantas aves María que rezar como penitencia.

De regreso a casa camine muy despacio y miraba de forma abstraída cualquiera cosa, y hubiese seguido así no de ser porque mis ojos aterrizaron en una escultural espalda con un perfecto bronceado.

Jesús, María y José.

Simón Estaba sin camisa, ¡sin camisa! Arreglando el jardín de su casa. Se voltea sin mirarme logrando una perfecta visión de sus abdominales, toma la tijeras de jardinería y poda con cuidado los arbustos, esto hace que flexione sus espectaculares bíceps  ¿seguro que tiene 17 años? Porque parece que tiene un cuerpo de un modelo profesional, sin darme cuenta me estoy empezando a morder el labio y a hiperventilar, ¿soy yo o hace calor aquí? este chico va lograr darme un infarto antes de los 30, y yo que estaba orgullosa de estar libre de pecado, ahora mi mente está sucia de pensamientos nada decentes, creo que tendré que doblar los rezos de aves María esta noche. No sé cuánto tiempo llevo observándolo, pero creo que es bastante porque mis piernas están empezando aquejar entonces me doy cuenta de algo, tendré que pasar justo frente de él y tendría que hablarle y… ay Dios tengo un aspecto de los más infantil con este vestido Y estas trenzas.

Camino despacio y sin respirar para no llamar la atención, pero justo después de dar el primer paso, desgraciadamente levanta la cabeza… ¡diablos!

Se apresura a dejar lo que estaba haciendo y toma su camisa…no te la pongas, casi le grito, pero me abstuve porque el hemisferio izquierdo de mi cerebro en el lóbulo Frontal parecía haber sufrido una embolia y no encontraba la conexión cerebro—lengua—cosa rara, este chico hace que pierda mis cinco sentidos, me quede justo donde estaba porque estaba casi segura que si daba un paso terminaría en el suelo.

 Hola—me saludó alegremente, parecía feliz de verme

Apenas respira y las gotas de sudor de su frente le resbalaban por su cara, tenía el pelo revuelto como a mí me gusta y los ojos color verde brillantes.

—Estas hermosa, ¿de dónde vienes?

¿Hermosa?  Si parezco la hermana menor de blanca nieves.

—Gracias—musité despacio. Vaya después de todo ya encontré la conexión cerebro—lengua.

—¿Y me vas a decir de dónde vienes?—preguntó con cautela

Parece realmente interesado… que sugestivo.

— De la iglesia—respondí sin miramientos

—chica buena ¿eh?—dijo con una media sonrisa.

Si claro, te aseguro que una chica buena no estaría pensando lo que yo en este momento después de descubrir que tiene un espectacular trasero.

—Así que hoy toco arreglar el jardín ¿eh?—pregunté y logré sacar esos lindos hoyuelos de su cara.

— sí, mi madre me amenazo con quitarme el piano si no lo hacía.

—Vaya entonces era cosa de vida o muerte— dije.

— Si, algo parecido.

Y ahí estaba, ese silencio incomodo que amenazara con hacerme desmayar si no decía algo ¿Por qué nunca encontraba nada de qué hablar con él? En cambio a mi cuerpo si le pasaban cosas: mi corazón le daba arritmia, el hemisferio izquierdo de mi cerebro dejaba de funcionar y mi estómago se sentía como si lo hubiesen agitado mil veces. Me sorprendía enormemente estar de pie junto a el.

— ¿Simón?—una voz suave como el terciopelo hizo que desviara mi mirada hacia una linda mujer que se asomaba por la puerta.

–Te hice limonada—Su gesto cambia cuando me ve y se aproxima con rapidez llevando una bandeja con una jarra fresca de limonada.

—Hola— me saluda alegremente mientras me ofrece una gran sonrisa y un vaso de limonada— tú debes se Alex, soy la mama de Simón.

¿Cómo sabe mi nombre? ¿Simón le ha hablado de mí? Una pequeña yo en mi interior salta de alegría  unos 3 metros. ¡Yupi!

Sin perder tiempo le ofrezco una sonrisa sincera, es una mujer muy hermosa, tiene el mismo cabello cobrizo que Simón y su encantadora sonrisa, va vestida con una falda ajustada hasta las rodillas color lápiz y una blusa de seda blanca, combinadas con unos delicados zapatos de tacón, me hace recordar a una de esas madres perfectas de televisión.

—Es un placer conocerla señora Dieppa— su rostro cambia cuando pronuncio el apellido paterno de simón…Diablos

—Solo llámame Patricia —sí, definitivamente no pronunciare más ese apellido delante de ella.

La cara de Simón estaba bastante sonrojada, parece que esta avergonzado que yo esté hablando con su madre, pues prepárate Simón porque pienso disfrutarlo.

—Simón me ha hablado mucho de ti—por el rabillo del ojo veo que la cara de Simón cambia de un rojo suave a uno escarlata en un instante.

— Seguramente le ha contado barbaridades de mí, como por ejemplo la vez que lo golpee en vóleibol.

—Oh fuiste tú, —oh oh estoy en problemas—pero luego Suspire aliviada al ver que una sonrisa se formó en sus delicado labios—Por un momento pensé que había sido un chico, con razón no me quiso decir quién era—dijo entre risas.

Ahora la cara de Simón parecía magma volcánica.

—Yo también me sorprendí, porque créame aquí entre nos soy pésima para los deportes.

—aquí entre nos—dijo imitándome—yo también. Y las dos nos unimos en una sola carcajada.

—Pero que hacemos aquí parados, pasa Alex, te invito a almorzar—ahora la sonrojada era yo.

—No quiero molestar señora… digo Patricia, mi madre debe estar esperándome.

—Oh Mónica es un amor, la primera vez que llegue me ofreció un delicioso pastel de manzana, llámala y dile que yo te invite a almorzar.

Bueno la verdad es que si tenía un poco de hambre y mi madre los domingos no cocinaba, así que en casa lo único que me esperaba era un sándwich de queso con jamón, no lo pensé dos veces. Acepte.

***

La casa de Simón no tenía mucha diferencia de la mía, excepto solo que esta no tenía muebles combinado de color caoba, era más grande y bastante Elegante, por un momento sentí la necesidad de quitarme los zapatos para no ensuciar el piso de mármol reluciente, los muebles de la sala eran bastante hermosísimos, había uno en forma de L y me senté enseguida en él, Sentí que el solo respirar ensuciaría estos inmaculados muebles y ya me empezaba a cuestionar el hecho de haber venido. Simón se disculpe y se fue a la ducha, la señor… perdón patricia se fue al mercado a comprar algunas verduras para empezar a cocinar.




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