El chico de la Ventana

Celos

Me prepare física y Psicológicamente para llegar al gimnasio, lo pensé una o 4 veces, puede que fueran cinco, pero maldita sea se lo había prometido a Simón, así que solo respire y obligue a mi pies a moverse, las chicas prometieron acompañarme, pero aun así seguía estando nerviosa, Nunca me han gustado las aglomeraciones, pero debía ir por Simón, así que eso debía ser suficiente.

Debía admitir algo, Simón lucia espectacular en uniforme deportivo, como para morirse, creo que otra vez voy a empezar a hiperventilar, solo mira para otro lado, solo mira para otro.

El torneo de vóleibol masculino era muy popular en nuestra escuela, sospechaba que tenía algo que ver con pantalones deportivos muy cortos y suéteres sudados, pero no sabría decirlo con exactitud. Nos acomodamos en unas de las bancas más cercanas a la cancha, yo en un principio no quería porque en ese puesto era más fácil que el balón te alcanzara y estoy segura que yo tengo un blanco pintado en la cabeza, pero después me entere de que Simón había reservados esos lugares, el corazón se me derritió y ante mi miedo tuve que aceptarlo y sentarme.

Las porrista enloquecieron cuando los chicos Hicieron su entrada y yo quise matar a una por una cuando me di cuenta de que le estaban coqueteando Simón, saltado con sus mini short y sus camisetas pequeñas -cuidado brujas yo lo vi primero- Sin embargo, con una multitud, con 3 rubias teñidas, 2 morenas y una pelirroja babeándoles, Simón me encontró con la mirada y pude experimentar por onceava vez (no es que estuviese contando) los hermosos hoyuelos de una sonrisa verdadera.

***

—¡¡LÍNEA!! EL BALÓN ESTABA FUERA DE LA LÍNEA—grite furiosa al árbitro que le regaló un punto al equipo contrario porque supuestamente el balón estaba adentro—maldita sea no me hace caso— Susurré frustrada

—Alex, para, deja de gritar, que nadie te está haciendo caso—Me dijo por segunda vez Liz.

Mire a mi alrededor, y efectivamente nadie me hacía caso, pero no me importaba iba a empezar otra vez a gritar cuando note un mirada pulsante en mí, levante la vista y Simón me miraba con cara divertido y con las manos hizo un gesto de que me calmara, sentí la piel de mis mejillas calentarse de inmediato ¡qué vergüenza!, ven, por eso precisamente no me guastaban los deportes, cuando me entusiasmaba no hay quien me paraba.

Al segundo tiempo, los equipos se tomaron un descanso, los chicos iban perdiendo por dos puntos, o saques no sé, Simón se acercó hacia mí y me sonrió, le devolví la sonrisa, estiro sus brazos y yo retrocedí instintivamente, el me sonrió malicioso—oh, no, el sabia perfectamente que detestaba que alguien me tocara cuando estuviese sudado, simplemente lo odiaba—decidí distraerlo.

—Así que me invitaste a verte perder, que mal Dieppa, pensé que eras bueno—le provoque

Me arqueo una ceja, lo pille con la guardia baja, era obvio que no se esperaba ese comentario de mí, pero rápidamente se recupero y me mostro esa sonrisa confiada:

—Estamos solo en el segundo tiempo, pero el siguiente punto que saque será para ti.

Mi estomago revoloteo y fingí sonreír tranquila, sentí un pesado par de ojos quemándome la nuca y voltee la cabeza y… efectivamente un peculiar par de ojos mieles me saludaban, le devolví el saludo algo incomoda, Simón me siguió la mirada y sus ojos se entrecerraron, sin previo aviso él estiró su mano y tiró de mi muñeca hasta aplastarme contra su cuerpo… ¿Qué diablos? Mi cuerpo se estremeció por el contacto, su calor corporal quemaba mis entrañas y su cálido aliento me acariciaba la nuca, sentí levitar y metafóricamente me hice masillas en sus manos y lo que me sorprendió fue que aun sudado olía maravillosamente bien, como lo recordaba… a limpio con un toque de lavanda. ¿Es que este tío no puede oler normal?

Recobre el sentido cuando una gota de sudor cayó en mi espalda, rápidamente me removí incomoda.

—Simón Dieppa quítame las manos de encima—lloriquee

El se rio cerca de mi oído y me apretó aún más cerca, podía sentir su sudor transportarse por mi ropa y humedecerla… ¡asco!

—Es en serio, suéltame, estas pegajoso y no quiero oler a hombre—chille histérica.

Fui salvada cuando el profesor sonó su silbato anunciando el fin del receso—Gracias a Dios— él se alejo rápidamente y luego me beso la frente y yo golpee suavemente su brazo y le di mi mejor mirada de enojo. Regrese hasta mi asiento donde las chicas no podían disimular su risa, Liz me paso un pañito húmedo con el que pude secarme más o menos algo del sudor de Simón. Era oficial, estaba muerto.

Después que se reanudo el juego, ambos equipos están empatados, dos saques más y alguien gana, estaba nerviosa y eso que no estaba jugando, Simón le tocaba hacer el Saque, no voy a mirar, no voy a mirar, maldita sea a quien engañaba, mis ojos no podían negarse a tal privilegio, se coloca en posición, extiende su bien fornido brazo y antes de hacer el saque sus ojos me buscaron y con esa medio sonrisa saca babas, me hace un quiño de ojos; me pongo roja tomate de inmediato, un rubia teñida sigue sus mirada y me encuentra, enarca una ceja y una mueca parecida a una sonrisa cínica se le forma en sus labios finos y luego me mira con determinación, yo finjo no notarla. El saque de simón es espléndido, lo recibe el chico de ojos mieles y golpea con fuerza, el vaivén sigue y ya me tiene los nervios destrozados, que alguien gane de una maldita vez, y entonces como si me escucharan, simón se levanta del suelo, extiende su brazo y golpea el balón con fuerza que nadie puede recibir, se oye el pitazo final y el gimnasio estalla en celebración, los chicos del equipo felicitan a Simón y quien por cierto no deja de mirar al chico de ojos mieles con una sonrisa arrogante en el rostro, luego vuelve de nuevo hacia mí y me señala con un dedo, las chicas se ríen convencidas y esperanzadas y el escuadrón de rubias me miran con cara de pocos amigos; pero luego la rubia que me había declarado la guerra con la mirada se mueve con aire maligno de bailarina y se abalanza sobre Simón y entonces pasa lo peor: la porrista aprieta sus labios con los del él y yo dejo de respirar, Pero mis pulmones terminan de colapsarse cuando noto que él no hace nada para impedirlo, las mariposas inmediatamente se me convierten en murciélagos, y mi corazón se detiene.




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