El chico de la Ventana

Confesiones

—¿Por qué orgullo y prejuicio no?–pregunté molesta cruzando mis brazos sobre mi pecho.

—Alex, hemos visto orgullo y prejuicio como 11 veces este año—Se quejó Susana— ya nos agóstate el límite.

Bueno tenían razón, las he obligado a verla como unas 20 veces pero diablos era mi película favorita.

—¿Qué les parece Pretty wowan? –Sugirió Bárbara

—Por favor—hizo un ademan en forma dramática con las manos— eso no pasa en la vida real, ningún millonario se enamora de una prostituta.

—¿Entonces qué sugieres?—pregunte irritada

—Qué te parece “simplemente no te quiere”

Mi estómago cayó y mi vocecita racional sonrió. Sentí que el título de esa película me abofeteaba la cara con mano abierta, porque era justamente lo que yo pensaba acerca de mi relación con Simón…que él no me quería

—No la he visto—confesé

—Mejor, ten—me entrego la película—Ponla en el DVD.

—Está bien—trate de que mi voz no sonara patética.

Nos acurrucamos todas en la cama extra grande de Bárbara, la señora Edith estuvo más que encantada de hacernos palomitas y comprar refresco, y ya a mitad de la película todas habíamos olvidado la crisis nerviosa de Bárbara, era la segunda vez que pasaba en 1 año, todas pensábamos que ya no lo recordaba, yo no lo recordaba, pero era obvio que a ella le tomaría un tiempo olvidarse de ese hecho tan traumático, El dolor y el remordimiento en mi pecho habían disminuido un poco, pero no era suficiente para poder dormir tranquila y en paz. Más tardes todas llamamos a casa para avisar que nos quedaríamos a dormir, nadie puso excusa debido a que el día de mañana era festivo y sabían perfectamente lo que pasaba.

Luego de ver la película (la cual me traumatizó un poco) nos sentados todas en la cama a hablar un poco y No pude evitar pensar lo mucho que extrañaba esto, comer helado, reír de tonterías y fingir que no me interesaba nada más… —Mi vocecita racional tuerce la boca para formar una sonrisa pícara—nada más—le repetí Bruscamente.

—Ahora Liz—dijo Susana arqueando una ceja— ¿me vas a contar que hacías en el parque con el chico de la iglesia?

Inmediatamente mire a Liz sorprendida, quien agachó la cabeza rápidamente—debe ser una broma, ¿ella?

— ¿El que estaba a punto de entrar al seminario?—pregunté un poco burlona

A mi lado sentí como Liz se iba poniendo chiquitica y la cara se le estaba poniendo como escarlata.

—Solo…yo…este…solo—Tartamudeo—yo solo… le estaba mostrando la ciudad—jugueteo con sus manos.

Sentí unas ganas de reírme enormes, la pobre se veía completamente culpable, como si hubiera cometido el peor de los pecados.

Ella se incorporó rápidamente y sin parpadear pronuncio con voz severa:

—¡El padre Ramiro me pidió el favor si le podría mostrar la ciudad a Daniel!—se defendió vehemente— y tuve que hacerlo.

En serio trate de no reírme, pero era demasiado gracioso ver a Liz sonrojarse y defenderse por primera vez en la vida.

—Liz tranquila—la interrumpí a punto de caerme de la risa—nadie te está acusando de nada.

Estuvo de acuerdo Susana. Aunque luego está añadió con sonrisa juguetona— ¿o al menos que hayas hecho algo reprochable?

Ella dudo un instante… y sus mejillas se fueron tornando de un pequeño rubor inocente

— ¡No lo puedo creer! dijo Bárbara muerta de la risa—LIZ ROSS JÁCOME ¿dime qué hiciste?

—El…el tomo mi mano—dijo totalmente culpable y cubriéndose la cara.

Oh por Dios ¿eso era todo?

Entonces Bárbara rompió en una carcajada y ese fue el incentivo suficiente para que yo también lo hiciera.

—Oh niña, yo he hecho cosas peores—dijo Susana negando a los lados y riendo al mismo tiempo.

—pero es que yo no le di ningún incentivo para hacerlo –murmuro—y me miró fijamente, muy fijamente.

—le gustas y que, aprovéchalo—concluyo Susy menando los hombros.

Yo asentí con la cabeza.

Dios, esto parecía tan irreal, nosotras dándole consejos a Liz sobre hombres, sobre todo yo.

—NO—insistió— se supone que el entrará al seminario a finales del otro mes.

—Por eso—continúo Susy y puso sus manos sobre sus hombros— aprovéchalo este mes.

— ¡Susana basta!—exclamo.

De Nuevo jugueteo con sus manos y Su pequeña carita se torno seria un instante

—No quiero seguir hablando de esto—musito taciturna.

Sin pensarlo demasiado y aprovechando que mi vocecita racional se había quedado dormida al escuchar la vida amorosa de Liz, murmure lo suficientemente fuerte para que solo lo escucharan una vez, algo que me estaba incomodando demasiado y necesitaba desahogarme y contárselo a alguien.

—Simón me gusta— cerré los ojos fuertemente. No—corregí— estoy enamorada de él.

Bárbara que estaba a punto de llevarse una cucharada de helado a la boca se detuvo justo a la mitad, la sonrisa de Susana desapareció y Liz… solo me sonrió, ¿me sonrió? Porque me sonría, esto era horrible.

— ¡Por fin lo admites!—dijo Liz entusiasmada.

—¿ya lo sabías?—pregunte horrorizada.

—Alex, Quien te veía con él, lo sabía.

Mierda, entonces toda la escuela lo debe saber.

—Yo tenía mis dudas, pero ¿enamorada, Alex? ¿estas seguras?—pregunto Bárbara preocupada.

Respire y mi boca se curvo en una sonrisa, sabia la respuesta.

—ÉL es lo primero y lo último que pienso cuando cierro y abro los ojos, mi corazón se acelera y se detiene al mismo tiempo cuando me sonríe, siento un cosquilleo raro en la panza cuando me mira fijamente y cuando me toca es como si quemara. Quiero saber a todo momento si está bien, si ya comió o si tiene frio, quiero ser su mejor amiga pero también su amor, quiero ser el porqué de su risa y la razón de sus alegrías—sonreí recordando lo que diré a continuación— también he tenido pensamientos nada amables hacia otras chicas que le coquetean, mis fantasías le pertenecen solamente a él, y yo nunca he deseado tanto algo en la vida como ser algo más que solo su amiga… si eso no demuestra que soy una tonta enamorada—parpadee para que las lágrimas que amenazaban con desbordarse rumbo a mojar mejillas, desaparecieran —Entonces que alguien me diga ¿Qué diablos es esto que estoy sintiendo?




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