El chico de la Ventana

Una aventura muy lejos de casa

Desperté con la ya conocida canción de cumpleaños..

Cumpleaños feliz....Te deseamos a ti...

Mi madre se acercaba hacia mí lentamente haciendo maromas con un gran pastel que sostenía entre sus manos mientras cantaba la cancioncita, me incorporé y conté las velitas, uno, dos, tres… sí, 17 en total.

—A ver mi pequeña mujercita sopla las velitas y pide un deseo—Me dijo cariñosamente.

Tome aliento y lo expulse fuertemente apagando todas las velas por completo.

— ¿Qué pediste?

—Lo siento pero si te lo digo no se cumple—

Mi madre no había perdido la costumbre de despertarnos con un pastel lleno de velas y cantando la canción de feliz cumpleaños, era su tradición y teníamos si o si que respetársela, mi hermano y yo tratamos de persuadirla de que no era necesario porque ya no éramos niños pero ella insistía, lo más gracioso es que mi hermano ya tenía 21 años y para mal de él su cumpleaños caía justo en vacaciones, así que ni él se salvaba de la cancioncita y el pastel, era gracioso verlo con el cabello desordenado, un poco de barba y en calzoncillo soplando las velas.

—Tu padre está al teléfono—debí imaginármelo, sabía que no vendría pero escucharlo en voz alta no amortiguo el golpe.

Mi madre me pasó su celular con manos temblorosas y me sonrió a modo de disculpa, dude un momento, ya me sabía el discurso, pero no quería dejar la mano de mi madre extendida.

— ¿Diga?—trate de que mi voz sonara fría, como lo estaba mi corazón en ese momento

—Pastelito—mis ojos se aguaron, pero parpadee rápidamente. Tenía años de no llamarme así—feliz cumpleaños, ya eres toda una mujer—y tú no estás aquí para verlo—casi se me salen esas palabras de la boca—lamento no estar allá pero tuve otro traslado—porque no me sorprende—pero ya te mande tu regalo, debe estar llegándote hoy o mañana, lo envié hace varios días— ¿Qué? ¿Otro vestido?—Espero que hoy tengas un día agradable y que sigas cumpliendo muchos años más—gracias musite—puedes pasarme a tu madre—y eso era todo.

Lo siguiente que supe es que mi madre se disculpó por tener turno en el hospital ese día pero yo le dije que no había problema, tenía otros planes. Después de ducharme, me prepare para mi viaje, tome unos jeans ajustados de mi armario, intenté ponérmelos pero cuando pasan por mis rodillas noto algo raro, no me suben con la misma facilidad que antes, tiré de ellos con fuerza pero no subían ¿Qué demon…? Intenté de nuevo pero pasaba lo mismo, ¿se habrán encogido? Intenté una y otra y otra vez pero nada, no fue hasta que estuve tirada en el piso de mi habitación en pantis con varios jeans a mi alrededor que me di cuenta que había pasado de talla 6 a talla 8… infiernos, Mi vocecita racional que se encontraba ensimismada en las lecturas de Paulo Coelho, levantó la vista y arqueo una ceja—y que esperabas—pronunció con voz sarcástica—esos pasteles y macarrones con queso no eran aire ¿lo sabías?— ¡¿En serio?! Se aparece justo ahora. Iba a golpearla… ¿cómo diablos paso esto? Se suponía que yo tenía muslo de pollo…repito ¡de pollo! y no engordaban comiese lo que comiese. Un viejo pensamiento de mi madre me llego a la cabeza en segundos—En nuestra familia después de los 15 años, tus caderas se anchan y tus piernas engordan, debes tener cuidado y empezar a ser dieta, Alex— ¿dieta?—le repetí incrédula— yo no hago dieta—le respondí.

Malditos genes. Por nada del mundo haría dieta… dieta mi trasero

¿Y ahora que hacia? No iba a ir de viaje en auto en vestido y menos con pantalones deportivo, una idea me golpeó y me incorporé de repente, mi madre era talla 8 ( La señora se mantenía en muy buena forma después de 2 hijos) tal vez tenga unos jeans que me queden, salí disparada en pantis hasta su habitación y hurgué en su armario con la esperanza de que encontrar uno jeans que me quedaran, jale un par que se veía bastante bien y me los puse, para mayor sorpresa no hubo jaloneos, ni fue necesario aguantar la respiración, ni tirarse al piso como Julia Robert en esa película Comer, rezar, amar para que me cerraran, me quedaron y punto. Tome una mochila y empaque cosas que podían serme útiles en el camino, dinero, celular, mapa y unos libros, Me hice una cola de caballo y tome un chal de tela bastante lindo que me había regalado mi madre combinada con una blusa tirantes azules. Luego me dispuse a bajar las escaleras, tome las llaves de la repisa y fui al garaje por el auto.

Mientras estaba Aparcaba en la acera, me baje un segundo para cerrar el garaje, me encontraba maldiciendo en silencio el venir y volver dos veces, porque si tuviéramos una puerta automática no tuviese siquiera que bajarme del auto, estaba tan absorta en ese estúpido pensamiento que no me di cuenta que tenía a alguien frente a mí y termine tropezando contra su pecho. Me enderece rápidamente y alce mis ojos… mi corazón di un vuelco y mi respiración se quedó atorada en mi pecho.

—Hey grises, ¿A dónde tan apurada?—me pregunto Simón sonriendo. Era una sonrisa genuina, una que derrite así como el helado en un día caluroso, iba vestido con su usual chaqueta negra, una camisa de algodón y unos jeans descastados, quería abrazarlos y envolver mis brazos y mis piernas alrededor de su cuerpo y decirle cuanto lo extrañaba y cuanto lo necesitaba. Si se daba cuenta de lo mucho que necesitaba de él seguramente correría despavorido.

—Solo daré un pequeño paseo—no agregue detalles, no quería decir nada más—sonrió desalentador y note algo que no había notado antes por la calentura hormonal que siempre me atacaba cuando lo veía. Estaba un poco pálido y había círculos oscuros debajo de sus ojos, no me gusto para nada eso— ¿Estás bien? Te ves un poco pálido—pregunte preocupada ahuecando su mejilla con mi mano

El cerro sus ojos por un segundo y se relajo contra mi toque, como si esa pequeña caricia le estuviera sanando algo, luego puso su mano sobre la mía y continuación la llevo hasta sus labios y beso la palma de mi mano tiernamente—Estoy Bien, es un pequeño dolor de cabeza ya se me pasara—susurro aun con los ojos cerrados y el recostó un poco más la cabeza contra mi mano, como grabándose en su memoria mi caricia, mi olor, era la primera vez que lo hacía, pero tuve la sensación de que ya lo había hecho antes. Permanecimos así un segundo mas, luego el abrió los ojos abruptamente como si recordara algo y soltó mi mano despacio— solo quería disculparme por lo de ayer, no te espere y además cambie nuestros planes y no te avise—dijo rápidamente como si lo hubiese ensayado antes, su labio inferior parecía temblar pero también parecía un tanto avergonzado por su comportamiento de ayer.




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