El chico de la Ventana

Una Camarera muy sabia

Vacas, muchas vacas

Sí, eso es lo que había en la feria ganadera, por supuesto debí saberlo por el nombre, pero aun así me sorprendió ver tantas vacas en un mismo lugar. Respire ligeramente el aire que emanaba la feria y pude encontrar olores agradables—Y desagradables, empezando por el estiércol de las vacas—Pero en sí, el lugar era bastante animado, había varios puestos de comidas rápidas, una exhibición de toros por un lado y una gran subasta que acaparaba todo el lugar, camine más rápido para poder admirarla más de cerca y me sorprendió lo rápido que hablaba el señor con el gran mazo, "el bovino que veremos a continuación es hijo de un toro cebú, solo tiene 1 año de vida, la puja empieza encima de $500.000 ¿Quién da más? entonces las paletas con números empezaron a aparecer y el bovino fue vendido por más del millón. El ganado se encontraba situado en uno de los corrales de hierro que se encontraba en el centro del espectáculo, el señor con el gran mazo seguía hablando sin parar y golpeando contra la mesa cada vez que un animal era vendido, sin duda esa era la atracción principal de la feria. Escaneé los demás lugares con mis ojos para ver donde podría comprar cerveza y para mi suerte—que no ocurre todos los días— había un pequeño lugar cerca de la entrada con un letrero que decía: si, se vende cerveza—quise reírme ante el letrero, mire sobre mi hombro y lo chicos estaban allí, me había seguido, estaban dándome la espalda y cubriéndome como si estuvieran protegiéndome de algo.

—Hey chicos—los llame, ellos miraron enseguida—vamos por sus cervezas.

***

Entramos en el minúsculo lugar donde no había más de 4 mesas, las cuales ya estaban ocupadas y no por gente que me miraba bien, supongo que la única razón podría ser que no tenía un sombrero vaquero y mi ropa gritaba que no era de aquí, ya saben tenis, jeans desgastados y una blusa de tirantes—nada a cuadros— quise girar mis talones y largarme de aquí, pero cuando di un paso hacia atrás, José me dio un pequeño empujoncito de aliento, como diciendo, no te dejes intimidar, así que camine hasta la barra y por mi visión periférica pude ver como Cristian le daba una mirada de muerte a todos los que estuvieron viéndome mal. Le sonreí a la camarera, quien parecía algo mayor para atender en la barra, tenía un delantal bastante sucio, su maquillaje estaba algo corrido y mascaba un chicle bastante lento, apuesto que este era el empleo de su vida

—Dos cervezas por favor—dije desprevenida mientras rebuscaba mi cartera en mi bolso.

La camarera soltó un bufido y dijo—chica ¿Cuántos años tienes? Porque créeme si tú tienes 18 yo tengo 25, luego todos en el lugar estallaron en risas

Alce mi cabeza rápidamente y Sentí ponerse mi mejillas coloradas.

—Yo…—empecé a tartamudear. No había pensando en eso, soy menor de edad, por supuesto no me venderían cerveza.

—Tranquila Alex—dijo José poniendo una mano en mi hombro y luego miro hacia la camarera—hola clara

—Hola chicos—respondió y su mirada y ceño fruncido cambio completamente cuando los vio, de hecho creo que hasta sonrió— pensé que no llegarían este año

—No nos perderíamos por nada del mundo—dijo Cristian

—Déjame aclararte algo, las cervezas son para nosotros, está linda señorita que ves aquí—dijo señalándome José—es Alexa quien como agradecimiento por haberla ayudado dijo que nos compraría cerveza, tratamos de persuadirla de que no era necesario, pero ella insistió.

—sabía que no se las vendería—susurro por lo bajo Cristian y luego le dio un guiño—y podría jurar que vi a Clara sonrojarse ligeramente—sabemos lo estricta que eres, solo queríamos ver a Alexa en una situación incómoda.

Mi boca se abrió y luego se cerró, sabían desde el principio que no me venderían cerveza y aun así dejaron que yo pasara semejante vergüenza. Iba. A. matarlos.

—De todas maneras—dije interviniendo—dáselas que yo las pagaré

—desde luego—respondió ella y luego se marcho a buscar las cervezas.

Me di la vuelta y los encare.

—No puedo creer que sabía que no me iban a dejar que me vendieran cervezas y aun así no me dijeron nada—masculle con los dientes apretados

—Sí, sabes, eso es lo que pasa cuando eres menor de edad—susurro sarcástico Cristian

Reí sin humor y corte el impulso de sacarle el dedo medio.

—Aquí están las cervezas—anuncio clara mientras las ponía en la mesa y creo que otra vez la vi sonreír, no estaba segura, de pronto había sido una mueca.

—Gracias clara—respondieron al uní sonido los muchachos, luego las llevaron a sus bocas dándoles un buen sorbo.

— ¿Quieres que te traiga algo linda? —Wow ¿Qué paso con la amargada camarera de antes?

—Una gaseosa estaría bien, gracias —Le respondí un tanto dudosa

—Entonces chicos esta es una feria ganadera—comente sonriente mientras me sentaba en unos de los bancos de la barra y les ofrecía mi mayor sonrisa de curiosidad, Sus rostros se iluminaron enseguida y pude ver que les encantaba venir todos los años.

—sí, venimos todos los años, al principio los hacíamos por el viejo, desde pequeños siempre nos arrastraba a mí y a José a estas ferias y nosotros nos enojábamos mucho, tu sabes queríamos ir a la playa, disfrutar de las vacaciones, cosa que hacíamos los jóvenes, estar rodeado de vacas no era muy llamativo a la edad de 16 años—una sonrisa triste se formo en el rostro de Cristian mientras miraba la etiqueta de la cerveza, supongo que estaría reviviendo esas escenas en su mente—después poco a poco nos enamorados de estas ferias y cuando el viejo falleció seguimos haciéndolo por él, es como una tradición, es como estar cerca de él.

Mi pecho se apretó ligeramente ante el amor paternal que tenía estos muchachos hacia su padre incluso después de muerto, tal vez lo envidiaba un poco, yo y mi padre no teníamos ese vínculo familiar, ese lazo tan poderoso, ningún recuerdo hermoso y menos algún lugar que recordar. De repente una fuerte música resonó en todo el lugar haciendo que mis recuerdos amargos se borraran de sopetón, me levante para averiguar la causa del escándalo, cuando alguien me jaló del brazo y me condujo a una improvisada pista de baile, me dispuse en esos momentos de pánico a patear sus tobillos y a cachetear su cara pero cuando sus brazos me rodearon la cintura su cara fue descubierta.




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