El chico de la Ventana

La lluvia que moja las Mejillas

Pequeñas gotas de lluvia me recibieron cuando pase a toda velocidad el letrero de bienvenida de la ciudad, mi corazón latía violentamente sobre mi pecho y la adrenalina me recorría las venas de una manera inquietante, mordí mi labio inferior como tantas veces lo había hecho antes cuando estaba nerviosa, salvo que esta vez no estaba nerviosa, estaba aterrada, Suspire y agarre el volante con más fuerza, no era hora de acobardase, ya había tomado una decisión y además se lo había prometido un extraño y ya sabes las promesa a extraños por más raras que parezca también valía.

Apreté el acelerador y agarre el volante con fuerza, 2 minutos después mis neumáticos rechinaron al frenar contra el asfalto produciendo un desagradable olor a quemado. Me tomo más de un minuto bajarme del carro—quizás 4 — pero cuando lo hice fue para acabar con este asunto de una vez por toda.

A pesar de la brisa fría de invierno, estaba sudando, mi boca se sentía seca y los latidos de mi corazón estaban en alguna parte de mi cuerpo, aquí estaba yo a solo centímetros de su puerta, solo tenía que alargar mi dedo índice y tocar el timbre, sencillo ¿cierto? Pero no lo era, nunca lo había sido, el pánico me invadió y caminé hacia atrás unos cuantos pasos hasta quedar bajo el cielo nublado, me di vuelta y Respire otra vez paulatinamente y me regañe mentalmente—estas es tu oportunidad, no la eches a perder, se valiente por primera vez en tu vida, Alex—cuando me di vuelta, el poco aire que había inhalado se quedo atascado en mi pecho mientras olvidaba momentáneamente como demonios se respiraba, ahí de pie a 5 metros de mi, estaba Simón mirándome con esos hermosos ojos verdosos.

Demonios. Bien, y ¿ahora qué hacia?...

—Te vi desde la ventana—dijo despacio

La ventana, es cierto. Estúpida.

Gotas pequeñas de lluvia mojaron mi cara, era obvio que la lluvia se estaba intensificando, el viento frio me erizo la piel, simón inmediatamente desacomodo la chaqueta de sus hombros para dármela, decidí que no podía esperar más tiempo.

Bien Pretelt era ahora o nunca.

—Me gustas—Exclamé, inmediatamente mi pecho se sintió más ligero, baje la mirada hacia mis zapatos empapados—No- Corregí-Estoy enamorada de ti— susurré— te he querido por mucho tiempo.

Ya estaba. Lo había dicho y…. Dios que bien se sintió, un peso invisible que oprimía mi pecho desapareció al instante. Cerré mis ojos por un momento disfrutando de la paz momentánea que me brindaba ese instante, pero note que había mucha tranquilidad, demasiada. Alce mis ojos con miedo y… ahí estaba precisamente lo que me temía ver.

Suavemente se acomodo la chaqueta y me miro, mi pecho se apretó, un sabor amargo se estableció en la boca de mi estómago y de repente me sentí mareada. Él Estaba quieto, impávido mejor dicho, incluso hasta pálido, por Dios no se daba cuenta que esas cosa me estaban matando, su silencio, su respiración…todo.

— Alex… no…no puedes…yo no puedo…quererte—tartamudeo nervioso negando con la cabeza.

En ese instante Pasaron dos cosas, la lluvia cayó precipitadamente, fuerte y mi corazón también, parpadee varias veces sombre los hilos del agua mientras asimilaba esas palabras…no puedo quererte.

El silencio se hizo agudo, solo se oía el chapotear del agua cayendo sobre mis hombros… Y si alguien escuchaba más atento podía oír en ese preciso instante como mi corazón se hacía pedazos…Le sostuve la mirada con incredibilidad, esto no podía estar pasando, me estaban destrozando el corazón, allí bajo la lluvia a solo metros de mi casa y en mi cumpleaños.

¿Qué clase de broma cruel era esta?

Agradecí mentalmente a la lluvia porque así mis patéticas lagrimas no se distinguían, eran pequeñas y terminaba como mi corazón en ese momento, en el suelo y pisoteadas. No podía creer que todo este tiempo me haya equivocado tanto, en verdad no sentía nada por mí, ¡NADA! ¿Solo me trato como su hermana pequeña todo este tiempo? sentía como la bilis se subía por mi garganta, iba a vomitar, pero no sería delante de el...

Es curioso cuando te rechazan y tu vanidad sale herida, tus sentimientos se transforma en algo desagradable… sentí que un cuchillo era clavado en mi corazón y la mano de simón era quien lo apuñaba y lo retorcía con desdén. Los hilos que tanto esfuerzo me costaron cortar para decir esas palabras, inmediatamente se volvieron a tensar de forma violenta y se aferrarse como hiedra venenosa a mi corazón…ya me había humillado lo suficiente, los hilos del orgullo se aferraron hasta mis venas congeladas. El dio unos cuantos pasos hacia mí, inmediatamente retrocedí dos, hacia frio, estaba empapada y rechazada, no quería su compasión.

— Alexa está lloviendo, por favor entra a casa—susurro con voz queda.

¿Alexa? ¿Por qué no me llamaba grises? algo se murió dentro de mí en ese momento… ¿Eso era todo? ¿Esa era nuestra despedida? porque estaba segura de que no volveríamos hacer amigos, tantos meses desperdiciados, tantos recuerdos perdidos, quería gritarle, quería golpearlo, quería hacerle daño como él me lo estaba haciendo a mí, quería… que me amara.

Esta despedida era como esta lluvia, fría inoportuna y decepcionante.

Di vuelta bruscamente y me aleje de ahí tan rápido como mis piernas me lo permitían.

***

Tiempo. Dicen que el tiempo todo lo cura, pero miré detenidamente el reloj de mi habitación y solo había pasado media hora y lo peor, aun sentía dolor. Estaba sola en mi cama hecha un ovillo, maldiciendo aun por ser tan estúpida e indudablemente haciendo más ricos a las industrias de pañuelos, mi mente resonaba con estas malditas preguntas ¿Por qué creí un momento siquiera que yo podía gustarle? ¿No me quería? Debí guardarme mis estúpidos sentimientos, Simplemente debía entender que los finales felices no son para mí. Mi teléfono móvil sonó en alguna parte de mi cuarto pero lo ignoré, que se pudra el universo entero, no quería hablar con nadie, solo quería desaparecer.




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