El chico de la Ventana

Melancolía

En cuanto el auto se detuvo frente a mi casa gire nuevamente la manija de la puerta, el interior del auto olía a él y necesitaba respirar, prácticamente estaba sin aire, pero cuando la puerta no se abrió, tuve un retorcido pensamiento de asesinar a quien había inventado los seguros para autos y esconder su cuerpo en una cajuela, le di una mirada mordaz a Simón sobre mí hombro, prácticamente diciéndole la abres tu o la abro yo> pero no la desbloqueo, al contrario se bajó del auto con sumo cuidado y rodeándolo hasta llegar a la puerta del copiloto, me la abrió el mismo.

Resistí el impulso de rodear mis ojos y darle una patada en las pantorrillas. Obligue a mis piernas a moverse, trate de salir lo más digna posible, pero parecía ser que mis pies no conocía esa palabra; perdí el equilibrio, mis tacones de vértigo hicieron que me tropezara con la acera y cayera de bruces a sus pies.

Mierda iba a  pensar que estaba borracha.

Trate de enderezarme pero volví a caerme de nuevo, mis manos y mis rodillas ardieron al instante contra la acera ¿en serio? Solo tome dos Martini, no era para tanto. De repente fui vagamente consciente de que unas enormes manos cálidas estaban rodeando mi cintura.

— ¿Estás bien Alex? —Me pregunto preocupado.

El solo contacto de su piel contra mi piel resultaba doloroso, en estos momentos sus manos representaban pequeñas espinas que perforaban mi piel. No podía permitirlo.

Tambaleándome quite bruscamente sus manos y me erguí con toda la dignidad posible.

— ¡No me toques! —pronuncie con los dientes apretados, me volví hacia él decidida a demostrarle que no le estaba hablando a ninguna muñeca de trapo y con todo el desprecio que pude demostrar con mi voz, añadí: —no me vuelvas a poner un dedo encima, ¿me entendiste?

Mi labio inferior tembló ligeramente pero le sostuve la mirada, no la iba a apartar con facilidad, estaba harta, cansada de sus humillaciones y sus juegos psicológicos baratos, simón tenía que saber que no podía jugar con mi mente.

— ¿Quién rayos te crees que eres para comportarte de esa manera? —pregunte furiosa, empujando con mis manos su pecho, Simón respiro fuerte, paso varias veces su mano por su cabello y camino de un lado a otro—ya estoy bastante crecida para cuidarme sola y a diferencia de lo que crees no soy tan ingenua como parezco—añadí amargamente.

Se congelo, su mirada fría me atravesó, y en un parpadeo me estaba zarandeando con sus manos.

— Alexa, habías bebido y pensabas subirte al auto de un desconocido, dime si eso no era algo estúpido.

—Las manos—amenacé, enseguida capto le mensaje y dejo de tocarme.

—No era un desconocido, su nombre es Gabriel Avendaño y no finjas que no lo conoces, todo el mundo lo conoce en la escuela, el problema aquí—dije mirándolo directamente a los ojos—es que ese chico estaba interesado en mí y no lo soportas.

—Sí, no lo soporto—confirmó sin rodeos mirándome con determinación a los ojos.

Mi boca se abrió y se cerró con la misma rapidez, debí parecer un pez fuera del agua. No esperaba que lo admitiera tan fácil, esperaba gritos, amenazas y golpes por mi parte, pero no esto, mis rodillas temblaron y trague el enorme nudo en mi garganta.

—No hagas eso—musite negando con la cabeza—dejaste muy claro lo que sientes por mí y no me vas a enredar con estos jueguitos—di un paso hacia atrás temiendo que pudiera tocarme, trate rápidamente de cambiar de tema—y además, Si yo quería conversar con él, bailar con él y hasta quería irme en su maldito auto, ese ¡era mi problema!—exclame

— ¡te equivocas! —Replicó acercándose peligrosamente hacia mí—no permitiré que se imbécil se te acerque.

— ¿POR QUÉ? —grité cansada de no saber que pasaba por su cabeza y viendo que necesitaba respirar lejos de él porque su embriagadora fragancia me estaba destrozando, con toda mi fuerza lo empuje y golpee en su duro pecho pero no se movió ni un centímetro.

—No puedo decírtelo—respondió sin aliento. Y agarro mis muñecas con sus manos para evitar que siguiera golpeándolo.

—Basta—grazne ya sin fuerza— seamos honesto, esto se trata de un sentido de posesión por tu parte, “es mío, es mía, no quiero jugar con mi juguete pero es mío y no lo presto”

—Nunca te trataría de esa forma Alexa —susurro apretando mis muñecas

—Quizás no intencionalmente—le dije

Cerré mis ojos y una lágrima rebelde resbalo por mi mejilla

—Tú no me quieres simón —afirme con voz temblorosa, abrí mis ojos— pero parece ser que no quieres que este con nadie más— ¿Qué tan infeliz debo ser para que tú estés contento ? ¿Quieres que me pase toda mi vida amándote? ¿Eso es lo que quieres?

Y así de fácil me había quebrado y así de fácil le permite ver mi humilde dolor. Lentamente soltó mis muñecas y sus labios formaron una mueca de auto desprecio.

—Lo siento Alexa —dijo y sus ojos se cristalizaron y con lágrimas mal disimulada susurró bajito —Te hice daño te todas formas.

Luego subió al auto y desapareció como desaparece la ilusión del primer amor.

Lleve lentamente mi mano hacia mi pecho y por primera vez me pregunte si esto tan desagradable y desgarrador que estaba sintiendo, era Amor; si no era más que una excusa patética para disfrazar el sufrimiento que otro ser humano le puede causar a otro, y que en algún momento...Quizás, mientras se formaba una imagen mentirosa del otro o tal vez mientras el ser humano anhelaba desesperadamente un pequeño entretenimiento para su pequeño corazón, decidieron simplemente llamarlo AMOR; sin desconocer lo desagradable que resulta ser los amargos latidos de un corazón herido mientras ve la imagen clara y verdadera del otro ser humano.




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