El chico de la Ventana

Todo Sana

La lluvia mágicamente se detuvo. Mi madre se quedó horrorizada al verme completamente mojada, pero su horror quedo de lado en cuanto miro a Gabriel.

—Gabriel te presento a mi madre, Mónica Cermeño. Mama te presento a Gabriel Avendaño un…amigo.

—Oh, encantada—dijo precipitadamente viéndolo de pies a cabeza, luego su mirada se dirigió hacia mí—pero que haces aquí, vete rápido a tu cuarto a cambiarte que te puedes enfermar, yo me quedo con Gabriel.

Mire de soslayo a Gabriel para comprobar que estaría bien dejando solo con mi madre, él me sonrío y asintió con la cabeza, así que no tuve más remedio que ir a mi habitación a cambiarme. Al mirarme distraídamente en el espejo casi caigo de espaldas, Dios santo mi cabello parecía una réplica exacta del cabello de la señorita Fine en la Niñera, y ni hablar de mis labios pálidos y mi ojos hundidos, creo que iba a necesitar una ducha y un secador y un fijador para cabello, solo esperaba que Gabriel pudiera soportar un rato más a mi madre.

Lo primero que noté al bajar las escaleras media hora más tarde, fueron las risas, varias de hecho, femeninas y masculinas—muchas femeninas— que resonaron por toda la casa, me apresure de inmediato hacia la sala temiendo que mi madre hubiese invitado algunas vecinas para presumir a Gabriel y que ahora todos estén viendo mi álbum familiar—donde en casi todas las fotos de bebé salgo prácticamente desnuda— Pero al llegar a la sala solo me encuentro a mama, las chicas y Gabriel, este último sostiene en su regazo el álbum familiar.

***

— ¿Se quedan a almorzar? —pregunto mi madre después que todos se hubiesen reído a mi costa.

—Por supuesto, señora Cermeño, su comida es exquisita—respondió Susy.

— ¿Qué dices Gabriel, te arriesgas a probar mi comida?

—si no es mucha molestia señora Cermeño.

—por supuesto que no, pero antes van a tener que ir al mercado para comprar algunos ingredientes.

Parpadee con ojos sorprendidos.

¿Qué?

¿Cómo?

¿Por qué?

—Claro, no hay ningún problema, mi auto está afuera—dijo Gabriel

¡Un momento, hey, Esperen, esperen, paren todo!

— Perfecto—aplaudió mi madre.

— Nosotras nos quedamos aquí para ayudar a tu madre, tú y Gabriel pueden ir al mercado—señaló pícaramente Susy.

Quise decirle ¿en serio? ¿Esta es tu idea de que yo me quede a solas con él? Porque no podría ser más obvia, pero para mí horror mi propia madre apoyo la idea, mi madre, quien se supone que debe protegerme y no me dejarme salir con chicos mayores que yo, ella me estaba literalmente empujando a estar solas con un chico y salir en su auto ¿Qué habrá hecho Gabriel en media hora?

Mi madre Salió hacia la cocina y regresó con la lista de ingredientes que necesitaba para el almuerzo.

Oh, kill me Now.

De inmediato Gabriel se puso en marcha y yo lo seguí hacia la puerta, en cuanto la puerta se cerró tras nosotros me deshice en disculpas.

—Qué vergüenza contigo, no es necesario que hagas esto ¿lo sabes?

—tranquila, de hecho me gusta tu madre y tus amigas, y hace rato que no voy al mercado—me brinda una sonrisa genuina y de inmediato me relaje, podía hacer esto, era solo ir al mercado, ¿cierto? ¿Qué podría pasar?

—Además también me gusto saber cierta información sobre ti—añadió divertido, yo dejé de caminar y lo miré.

— ¿Quién diría que te gustaba andar en pantis hasta los 4 años?

Mi cara se puso de color escarlata y cubrí mi cara con mis manos.

Dios… ¡voy a matar a mi Madre!

—Ahora si no quieres que esa información se filtre a tu círculo social, tendrás que salir conmigo el próximo viernes.

Mi espalda se puso rígida y lo miré pasmada

— ¿Me estas chantajeando? —pregunté entre asombrada y divertida

El alzo sus hombros y dijo—es la única manera en que me dirás que sí.

Negué con la cabeza divertida y le respondí—mi círculo social no es muy grande.

Él sonrió maliciosamente— ¿entonces te arriesgaras?—dijo como si estuviera pensándolo.

Diablos, estaba en una encrucijada, pero ¿Por qué este chico universitario querría salir con una mocosa de 17 años como yo? Digo, él tendría mejores cosas que hacer, y seguramente en su universidad había montones de chicas que mataría por salir con él ¿Cuál era su problema? ¿Cuál era mi problema?

¡Oh, por favor tú sabes cuál es!

¡Cállate!

¡Oblígame!

—El viernes a las 8 está bien para ti— le respondí.

Así está mejor.

Inmediatamente fui recompensada con una gran sonrisa.

—Está perfecto.

Justo cuando me disponía a entrar al carro de Gabriel la puerta de la casa de al lado se abrió y mi corazón se detuvo.

Que no sea él

Que no sea él.

Temiendo lo peor abrí la puerta del copiloto y entre rápidamente, Gabriel se tomó su tiempo. Luego cuando entró me miro directamente y dijo:

—No sabía que fueras vecina del tipo loco de anoche.

Infiernos. Entonces si era Simón.

—Por desgracia—respondí secamente.

—Tu historia con él…—titubeo

—Es complicado.

Cuando el carro se puso en marcha no pudo evitar la tentación de mirar por el espejo. Ahí estaba él. Inmóvil con la bolsa de basura en su mano y su cara era el reflejo real y puro de la incredibilidad.

***

Siempre me había gustado comprar en el supermercado y no tenía nada que ver con que daban muestras gratis de salchichas, bueno quizás un poco, pero también me gustaba comprar y fingir que tenía una vida madura y perfecta. Ir con el carrito por el pasillo y preguntarme ¿tenemos leche? Se acabaron los huevos, tengo que comprar más de ese rico pudin de vainilla, a los niños les encanta, la Señora Márquez me dijo que comprara de esta marca de detergente, compraré cereal ya que mañana tengo que trabajar temprano y no alcanzo a preparar el desayuno. Me reí para mis adentros, quizás sea hora de afrontar que ya no seré esa clase de chica, más bien seria todo lo contrario, la que no tuviera tiempo siguiera de mercar y solo comprara lo esencial en la tienda de la esquina, aquella mujer enfrascada en su trabajo y cuándo llegará a casa, comiera sola en su gran mesa una pizza congelada con una copa de vino. Cielos, ese pensamiento era demasiado deprimente incluso para mí.




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