El chico de la Ventana

Concurso de Camarones

Salimos de la ciudad a las 7 de la mañana, Simón le pidió permiso a mi madre para irnos de viaje, a ella lógicamente no le gustó la idea.

—No creo que este sea el momento para salir de vieja, es decir las vacaciones de verano se acerca pronto, porque mejor no esperan a hasta esa fecha.

—Señora Mónica—Meditó Simón—Usted sabe perfectamente que mí tiempo es algo muy valioso ahora, así que por favor concédanos el permiso

Mi Madre se mordió los labios y desvió la mirada, sé que estaba luchando internamente entre su rol de madre y su rol como enfermera.

—Está bien—Concedió— pero los quiero aquí al atardecer y me mandaran la ubicación en tiempo real cada hora ¿entendido?

—Claro que sí—Dije entusiasmada.

Decidí que Simón conduciera, se resistió un poco a hacerlo por lo que pasó la última vez, pero yo le dije que estaría con él a cada kilómetro.

— ¿Cuál es nuestra primera Parada?

—No lo sé, no tengo ningún mapa, así que todo será espontaneo.

—Es decir, que si nos perdemos es tu culpa.

Me reí.

—Por supuesto que no nos perderemos, somos demasiado bueno.

—Me encanta tu fe en mí.

Nuestra confianza en nosotros no llevo a un pequeño pueblo costero, hicimos una pequeña parada para desayunar y ver el mar. El olor de la brisa salada me recordó la primera vez que vine a la playa con mi familia.

Había un pequeño restaurante en la esquina de la calle principal, era muy pequeño y acogedor, solo empacamos agua y algunas barras de proteína, así que teníamos demasiada hambre.

Los dueños eran un matrimonio de medina edad que se entusiasmaron con nosotros por ver caras nuevas.

—Hace meses que nadie nuevo viene por aquí, es agradable de ver—comentó la dueña—Por favor siéntense— No era alta, pero su corte de cabello era fantástico, estilo pixie de un hermoso color lila que combinaba con su falda, su marido por otro lado era alguien bastante alto y tocaba el saxofón, no iba con el ambiente pero tocaba demasiado bien para que alguien lo notara.

—Esta es la carta, por favor pídanlo lo quieran, tenemos todo lo del menú.

—Muchas gracias, por favor me puede traer un chocolate caliente y un crep.

—A mí deme un café con leche y un crep—Dije yo

—En seguida se los traigo—Respondió amablemente.

La vista era esplendida, el mar era fenomenal, Simón tomó mi mano suavemente y la besó—Gracias por hacer esto conmigo.

—Porque me das las gracias, yo fui la que te secuestro prácticamente.

—Por eso, gracias.

—Si no fuera por ti, estuviera ahora en mi recamara, odiándome por perderte y viéndote a través de mi ventana.

—Bueno, yo también estuviera haciendo lo mismo—Apreté su mano.

Me miró y puso los ojos en blanco, dudando mis palabras.

— ¡Oye! —Golpee su hombro.

—No sea mentirosa, seguramente estuvieras con ese tal Gabriel—Dijo celosamente— No podía dejarte sola ni 5 segundos, porque todos caían por ti, incluso universitarios.

— Oh por Dios, eso no es cierto—indiqué indignada—Hablas como si yo fuera una chica popular.

—Claro que eres una chica popular, “la chica de 11B de ojos lindos”—Imitó

— ¿Así me dicen?—Sonreí inesperadamente

—Oh por Dios, mira como sonríes, ¿como si no lo supieras? —Dijo burlonamente.

— ¿Y qué me dices tú?—Me queje—

Todas las porrista están detrás de tus huesos, sobre todo la pelirroja esa ¿Recuerdas cuando te beso?

Se quedó callado un segundo, volteó hacia la cocina y gritó—Mesera ¿se demora mucho?

♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧♧

— ¿Un concurso de pelar camarones? —pregunté confusa.

—Sí, es bastante popular aquí en esta zona, el ganador se lleva 800.000 pesos.

Mi boca se desencajo. La señora Rosa (la dueña del restaurante) nos estaba explicando la atracción más tradicional del pueblo, que resulta ser pelar camarones en un tiempo record. Cuando nos trajo el desayuno, nos preguntó que pensábamos hacer más tarde en el pueblo y nos comentó esta peculiar tradición. Aunque nunca en mi vida he pelado camarones, el dinero suena bastante tentador.

Simón me miró e inmediatamente negó con la cabeza, yo le quiñe el ojo y asentí en respuesta

—Y dígame señora Rosa ¿Dónde es el concurso?

*Una hora después*

—Ahora Alex, dime de nuevo ¿Por qué estamos haciendo esto?

Simón estaba en cuchillas con unos guantes rosas pelando camarones de una enorme canasta de Icopor, tenía puesto un enorme sombrero de pescador y un mono de overol.

Yo mientras tanto no dejaba de sacarle fotos.

—Ya te lo dije amor, por la experiencia y la diversión.

Arqueo una ceja— ¿Y…?

—Y un poco por el dinero también —Respondí a regañadientes.

—Deja de tomarme fotos y ven ayudar, queda una hora.

Aunque me estaba burlando, mi atuendo era similar al de Simón, resulta que hay ciertas reglas y clases de ropas que debes usar si vas a pelar camarones.

Al principio fue difícil, pero todos los concursantes eran también turistas, así que todos estábamos en igualdad de condiciones, no había nadie experto, sin embargo mire las canasta de los demás participantes y la de nosotros era sin duda la que tenía más camarones pelado, sentí que podríamos ganar.

Ese dinero iba hacer mío.

Quedaban cinco minutos, así que acelere e paso, simón también, a pesar de su negativa, era de los que no le gustaba perder.

—Bien, queda un minuto—Dijo la animadora.

—en 5, 4, 3, 2, 1….Tiempo—Sonó la chicharra y todos nos detuvimos—Bien, por favor retírense y deje que el jurado evalué sus canasta.

tras media hora de evaluaciones los jurados llegaron a una votación unánime

—La canasta ganadora es…Para ¡¡el Par de novios!!!

Simón y yo nos abrazamos—Aunque nuestras ropas olieran a camarón—estábamos felices.

—No puedo creer que hayamos ganado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.