El chico de la Ventana

Epílogo

----------6 años después ------------

Iba a llegar tarde.

Corro por toda la acera con un ramo de flores en la mano y un postre de 3 leches en la otra.

Y sí, definitivamente ella iba a matarme. Le prometí que estaría en su gran noche pero las cosas en la oficina se pusieron pesadas, al parecer diseñar una estructura de un edificio no era cosa sencilla.

Me detengo un segundo y llevo mis manos a la rodilla e inhalo y exhalo para recuperar fuerzas, definitivamente estaba en una pésima condición física.

Una patrulla de la policía se estaciona al lado de la acera, la puerta se abre y una cara familiar me saluda.

—¿Sabes que corriendo nunca llegarás a tiempo, cierto? —Yo la miro y asiento con la cabeza.

—Entra—Indica con la cabeza— ella va a matarte si llegas más tarde.

— ¿Eso es legal? —Pregunto sin aliento

—Es legal si vas en la parte de atrás—Señala

—Como un vulgar delincuente—Cuestiono

—Es eso o llegar tarde—Me dice sin alternativa.

Me doy por vencido y entro en la patrulla.

Ella se sube; arranca el carro y enciende las Sirenas—Oye, ¡eso no es necesario! —Exclamo

Susana solo sonríe. Observo su perfil y como siempre me resulta increíble que sea oficial de policía, de aquella muchachita coqueta y descarada no quedaba nada. Por lo que oí de Alex se va a especializar en trabajar en la unidad de delitos sexuales, parece que atrapar a pervertidos se le daba bien.

—Déjame ver el anillo—Pide mirándome por el espejo retrovisor.

—Ya lo viste, si fuiste tú la que me ayudaste a escogerlo.

—Quiero verlo de nuevo.

Saco de mi abrigo el pequeño estuche cuadrado de color rojo y se lo entrego

Susana lo observa y asiente complacida—Definitivamente tenemos buen gusto.No le vayas a decir a Bárbara que te ayude a escogerlo, nunca me lo perdonará—Dice devolviéndomelo.

—No es nuestra culpa que siempre ande ocupada siendo la actriz del momento.

—Y que lo digas, la otra vez la llamé y me contesto su asistente, puedes creerlo, ¡Su asistente! le dije que si de ahora en adelante me iba a contestar su asistente mejor no la llamaría más.

Sonrió en respuesta, la actriz del momento Bárbara Ro, se catapulto a la fama cuando protagonizó la comedia romántica la excepción perfecta, quien su servidor ha visto demasiadas veces por culpa de su novia, A menudo Bárbara  siempre llama a Alex, pidiéndole consejo cuando va a escoger alguna película.

—Siempre pensé que ustedes se casarían en el primer año de universidad, destilaban amor a mares, eran un asco por cierto—dice Susana con las manos en el volante.

—Mi plan era ese pero sabía que ella quería terminar la universidad antes de hacer más planes, así que lo pospuse. Mi plan B era proponerle matrimonio en la graduación de la universidad pero no contaba con que se iba a emborrachar y a desmayar en el sofá.

—Así que este es el Plan C.

—Dios sí, espero que esta vez todo resulte bien.

—Resultará, es la noche perfecta.

Llegamos a la biblioteca central, me baje lo más rápido posible.

—Vaya está a reventar—comenta Susana.

—Eso es una buena señal ¿cierto?

—Claro que sí, hombre. Ahora ve por tu chica y hazla feliz—Dice con ánimo

—Por supuesto, gracias por el aventón.

La fila es interminable, paso con cuidado con el ramo de flores y el postre, camino hasta la sala principal y allí sentada en una silla esta ella sosteniendo un bolígrafo y esperando que otro fan de su libro le pida un autógrafo. Esta tan concentrada y animada con su pequeño fan que no nota que llegué, mejor así, así puedo observarla y darme gusto, con sus 23 años recién cumplidos está más hermosa que nunca.

De repente, como sabiéndose observada levanta la mirada y voltea en mi dirección, frunce el ceño y sé que está molesta, levanto el postre de 3 leches con la esperanza de que me perdone y ella sonríe negando con la cabeza. Se levanta y le pide a su publicista una pausa, Liz me observa y solo asiente con la cabeza.

Camino despacio y ella igual, cuando nos encontramos, me contempla como si todavía no pudiese creer que esté con ella y aunque está molesta no puede evitar sonreir al verme.

—Llegas tarde—Me dice

—Lo sé, tuve que rediseñar el edificio Manhattan de nuevo y tocar el piano para el señor Donovan

Me abraza y como hace siempre cuando me abraza, lleva su mano hasta mi cabeza y recorre con delicadeza la cicatriz de mi cirugía—Oh mi novio, el gran arquitecto y músico.

—Oh mi novia, la gran escritora—recorro su espalda y toco de la misma forma que hace ella con mi cicatriz, su cicatriz. Nuestras cicatrices, aquellas que nos hicieron fuertes, aquellas que fueron necesarias para estar juntos.

—Basta, solo es un libro para niños.

—El mejor libro para niños según el Time—Presumo- Además mira el lugar esta a reventar.

Se sonroja, todavía parece un melocotón maduro cuando lo hace, sus ojos mi miran cuidadosamente, aquellos ojos grises que son mi perdición.

— ¿Te falta mucho todavía?—Beso su cuello y ella se estremece.

—Creo que sí—Dice conteniendo el aliento—Tengo una publicista muy exigente.

—Escuché eso—Dice Liz a lo lejos.

Ella sonríe—Dame media hora y soy toda tuya.

—Media hora—Corroboro y la beso suavemente.

—Oigan—Llama Liz—Estamos en medio de una firma de libros infantiles, no pueden besarse de esa forma.

Le restamos importancia y seguimos besándonos, cuando siento su lengua en mi boca, tengo que parar de inmediato—Alex, Alex—Susurro sin aliento—que sean 15 minutos.

—Al demonio que lo serán—Afirma también sin aliento.

Al final tuve que esperar una hora, resulta que su publicista si era cosa seria.

—Ya voy, ya Voy—Llega corriendo y yo la recibo con los brazos extendidos, salta y pone sus piernas alrededor de mis caderas.




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