Aldora
—¡Aldora apúrate, vamos a llegar tarde!— la voz de mi mejor amiga hizo que despegara la vista de la entrada de la universidad.
No sé qué me pasaba hoy, desde que conocí a noche a Fénix ni siquiera pude pegar un solo ojo pensando que un chico demasiado lindo y sexy estaba a solo tres pasos de mi habitación. Y al verlo esta mañana tan feliz, tan animado con abuela, eso solo hizo que me sonrojara de mirar sus ojos negros y su bella sonrisa.
Y para completa, mi hermana lo reclamo y ahora quiere trabajar conmigo en el negocio. Me lo dijo cuando salíamos de la casa, yo ni siquiera la cuestione o dije nada, solo estuve en silencio por todo el trayecto hasta llegar a la universidad y ver a mi mejor amiga Franmar que me esperaba como siempre.
—Ya voy, ya voy.—dije apurando el paso hasta llegar con ella, nos formamos como siempre en la entrada donde hacían el chequeo de todos los días.
Las clases las sentí que pasaban muy lentos y más hoy que sabía que él comenzaba a trabajar conmigo y la insoportable de mi hermana que se invitó sola.
Cuando la campana sonó anunciando que habíamos terminado, recogí mis cosas y camine con Franmar a mi lado como todos los días.
—Se me olvido decirte esta mañana que tienes un collar muy bonito.—sin darme cuenta me lleve las manos al collar que él me regalo ayer y que pase toda la noche solo tocándolo y pensando en ello.
Sonreí con solo recordarlo y asentí.
—Sí, es muy hermoso.— susurré antes de detenerme en la puerta del negocio para abrirla.
—¿De dónde fue que tus abuelos lo sacaron? Para decirle a mi padre a ver si me lo compra.
—No fueron mis abuelos, es un regalo de mi primo.—dije como ensaye en mi mente siempre.
Rayo, como costaba decirle primo y no el futuro padre de mis hijos.
Franmar me miro raro antes de seguirme dentro de la tienda.
—¿Tú tienes primos?
—Sí, lo que pasa es que sus padres murieron hace más de unas semanas y mi abuela era la única familia y estuvo casi una semana en encierro pasando su duelo.—yo para mentir era malísima, pero si Franmar me creía, aunque sea un poco funcionaria para algo.
Ella asintió antes de ponerse tras del mostrador cuando la campanita de la puerta sonó avisando que había entrado un cliente. Para la hora del mediodía mi hermana solo llego a fastidiarme la vida y más cuando estábamos full por los repuestos que buscaban para algunos robots de limpieza o de cualquier clase.
Alida ya me tenía cansada de por qué Fénix no llegaba y tampoco daba señales de vida y yo solo quería volverlo a ver aunque sea un momento.
En eso sí la apoyábamos.
—¿Está segura que abuela dijo que pasaría hoy?—era la octava o novena vez que me lo preguntaba.
Solo levante la cabeza del mostrado cansada para responder cuando la campanita volvió a sonar y se escuchó un suspiro coordinado por parte de mi hermana junto con Franmar y las demás personas que estaban en el negocio.
—¿Quién es ese?—la voz de Franmar me hizo que dejara de ver a mi hermana para ver todas las miradas a donde se enfocaba.
Y todo paso como en película, mi pobre corazón latió tan rápido cuando lo vi que sentí por unos momentos que se iba a salir de mi caja torácica. Él caminaba con su aura de chico malo, pero en realidad era un pan de Dios que solo esperaba terminar de repartir abrazo a lo loco.
Y esperaba que esos abrazos, fueran dirigidos a mí solamente.
Parpadee dos veces cuando se detuvo frente a mí sonriéndome con su bella sonrisa de Colgate que amaba desde ayer, cuando descubrir que se veía más lindo cuando sonreía.
—Hola Aldora.—escucharlo decir mi nombre fue como si unos ángeles hablara por él.
Trague saliva fuertemente, todavía hipnotizada, cuando sentí que la garganta la tenía reseca y que estaba parada ahí viéndome como una boba.
—Hola.—dije con timidez antes de pasar mi mano por mi cabello nerviosamente.
Él solo sonrió y pude ver un sonrojo de sus mejillas al seguir mirándome antes de apartar su mirada y posarla a mi lado.
—Hola Alida.
—Hola Guapo… he, perdón primo.—mi hermana hablo torpemente corrigiendo las palabras que soltó haciendo que Fénix soltara una carcajada tan linda.
Sí, definitivo tenía que ser el padre de mis hijos.
—Lo siento por llegar tarde, pero a veces las cosas no le salen a uno como planeamos.—contesto perdiéndose en sus pensamientos.
Alguien se aclaró la garganta haciendo que todos volvamos a la realidad y pude ver que Franmar y casi la mitad de la tienda estaban viéndonos.
—He, Franmar él es mi primo Fénix el que te hable temprano y por favor puedes seguir atendiendo.
Ella parpadeó muchas veces antes de responder sonrojada.
—¿Tú… tú eres su primo?—otra más que tartamudeaba.
—Sí.—contesto él sin dejar de sonreír y caminar tras del mostrador para llegar bien hasta donde estoy yo.—Bueno, jefa ¿para qué soy bueno?
Para provocar que mis hormonas se vuelvan locas, para eso eres bueno.
Sonreí nerviosa antes de llevarme la mano inconscientemente al collar y ver que su color azul ya no estaba si no un rojo pasión y eso solo hizo que mis mejillas ardieran cuando sus ojos negros siguieron el camino donde yo estaba mirando.
—He… he, tú estará conmigo en el depósito… mmm Alida y Franmar se quedarán aquí atendiendo al público.— ya para este momento creo que estaba más que roja cuando sus ojos se posaron en los míos y solo provocaron que tartamudeara.
Él asintió y se dio la vuelta como si conociera el lugar.
—¡Hey Aldora eso no se vale, yo también quiero estar con ustedes en el depósito!—chillo mi hermana como una cría de cinco años que le quitaban su juguete preferido.
Y solo pude decir lo primero que me vino a la mente para que ella no estuviera metida en el medio con nosotros.
—Vamos a cargar las cajas que llegaron ayer y si tú vas, no vas a querer cargar ninguna caja porque te podías dañar tus uñas preciosas.