El chico de las Estrellas

Capítulo 8. “¿Quién eres?”

Aldora 

Diablo señorito.

Me di tres cachetas mentales para salir del trance donde él me había metido, este chico no era de este mundo y lo comprobaba en esto momento. Ya llevábamos más de quince minutos que obedecí sin chitar como anastasia con Cristian grey, el manejaba la moto como si no hubiera un mañana y yo si quería ver el mañana.

-¡Puede bajar la velocidad!-grite por encima del ruido que hacia la moto, mientras apretaba su cintura fuerte porque tenía miedo que la única que iba a morir, iba hacer yo.

-¡Claro trébol!

¿Qué onda con su apodo de trébol?

No entendía porque me seguía llamando así o porque estaba distinto, hace unas horas era el chico que todas querían tener como novio por lo dulce que era y ahora era como el badboy que querías tener dentro de tus sabanas.

Bueno, yo podría tener a las dos versiones dentro de mi cama.

Él se detuvo de golpee que si no fuera porque lo tenía apretado, yo fuera salido volando por los aires en esto momentos.

Razones por la que se extinguieron estas cosa y solo usábamos los buses.

-No vuelvas a pensar en eso.-me regaño y no entendía de que me hablaba. Quise preguntarle, pero quito mis manos de su cintura un poco incómoda antes de bajarse de la moto. Coloco el casco en mis piernas se sacó la máscara que la había guardado en su bolsillo.-Se buena chica y no te muevas.-fue lo único que dijo antes que todo lo que me rodeaba se volviera oscuro.

***


Abrir los ojos de golpee con un dolor inmenso en la cabeza, me lleve las manos a la cien cuando esta me palpito como si fuera que yo hubiera bebido mucho y cargaba una resaca horrible.

-¿Está bien?-fije los ojos en el dueño de esa voz.

Traje grueso cuando sus ojos negro brillaron a los lejos por una ráfaga de segundo para sostenerme. El me evaluaba y yo no sabía en donde estaba hasta que comencé a unir los hilos.

-¿Qué paso?-pregunte un poco cansada al ver que estábamos en mi habitación y no en la salida del bosque.

El me paso un vaso con agua y yo se lo recibí.

-Te desmayaste así que te traje de vuelta, creo que fue mucha adrenalina por hoy.

-Sí, yo también lo creo.

Me pase las manos por la cara un poco cansada, en ese momento fue que note que me ardían los ojos y era porque todas las luces de mi habitación estaba encendida.

-Bueno, debo irme espero que descanse trébol.- su mano se perdió en mi pelo al ponerlo tras de mi oreja con una delicadeza como si tuviera miedo que desapareciera.

Trague saliva nerviosa por lo que él producía en mí y sin darme cuenta agarraba su mano la que apartaba y la entrelazaba.

-¿Y si te quedas a dormir conmigo hoy?-él se puso blanco como el papel y sabía que lo estaba forzando hacer algo que no debía, así que separe nuestra manos como si me quemara y me di la vuelta nerviosa  avergonzada.-Lo siento, es que pensé que por tu culpa fue que me desmaye y quería que te hicieras responsable por si volvía darme otro desmayo.

¿Otro desmayo? En serio Aldora, se más inteligente la próxima vez.

No sé si se fue, no sé si se quedó pero los segundos que no se escuchó nada se me hicieron eternos. Hasta que el carraspeo llamando mi atención, pero aun así no me moví.

-Yo creo que debería irme y que sea rora la que este al pendiente de ti.-murmuro apenado y para cuando me voltee ya había salido de la habitación.

-Sí, es lo mejor para los dos.-susurre para mí misma, porque sabía que él no me estaba escuchando.- Tú me confundes.

Apague la luz de la mesita de noche e hice el intento de dormir, pero ya lleva en ese plan hace dos horas dándole vuelta a la cama porque no tenía ni una pisca de sueño. Así que me levante de la cama y camine hasta detenerme en la ventana, afuera todo estaba oscuro y lo que alumbraba las calles eran las farolas de luz. Por lo que alce mi mirada al cielo y volví a decepcionarme al ver que no había ninguna estrella otra vez.

Duele mirar el cielo y darte cuenta que lo único que te calmaba era contar estrellas, y ellas no aparecían por ningún lado.

Resople más que molesta y volví a la cama, ya el sueño me estaba alcanzando cuando la puerta de mi habitación se abrió y la habitación entera se alumbro de inmediato. Me tape la cara, porque si era mi abuela se pasaba.

-Abuela apaga la luz.-chille molesta poniéndome la almohada en la cara porque la luz ardía un poco mientras me acostumbraba.

No recibí respuesta alguna, hasta que alguien me arrebato la almohada de la cara y ni me dio tiempo de chita. Cuando aquellos ojos negro impactaron con mis grises en medio de una tormenta.

-Odio la oscuridad, así que si me quedo tendrá que ser con la luz encendida.-su voz sonó tan fuerte y demandante, que ni me dio tiempo de pensar porque odiaba la oscuridad.

-Ok.-susurre con el corazón a mil.

El soltó una sonrisa coqueta y me hizo señas para que me moviera, cosa que no capte hasta que me vi ahí como una boba sumisa todavía viendo sus bellos ojos.

Trague grueso, cuando aparte mi ojos de su mirada y fue descendiendo hasta su torso desnudo que- por obra del destino no llevaba camiseta- y era mejor así.

-Nadie se tiene que enterar que me quede a cuidarte, ¿oíste?-asentí todavía con mi mirada en su torso desnudo y poco a poco iba descendiente hasta que el chasqueo los dedos frente de mi ojos para captar mi atención.-Estás roja, ve si le baja porque no quiero salir corriendo a llamar Aurora porque te volviste a desmayar.

Idiota.

Sí, eso era.

Él sabía que estaba bueno y lo que provoca en las chicas, que lo disfrutaba mucho en su papel de chico malo.

-No te creas gran cosa.-murmure apenada y me di la vuelta para dejarle espacio en mi pequeña cama de una sola persona.

Bueno en realidad, todas las camas de esta casa eran para una persona y la que era matrimonial era la de mis abuelos.




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