Aldora
-Mateo, volvió.
-Aja, y ¿qué quiere que haga yo?
-Anda preguntando por ti, al parecer como que no entiende el significado de la palabra terminamos en él.
Gruñí molesta pasándome las manos por el rostro.
Esto cada vez se está volviendo un poco raro, esta mañana me desperté y fénix no estaba a mi lado. Y era lo mejor que podía hacer.
Ahora Mateo mi ex había vuelto de su viaje misterioso que su padre lo mando hacer, fuera de los muros. Mateo era hijo del Acalde Ramón Kong, era la única familia con rasgos asiático en este pueblo y portaban una belleza única en ellos.
Eso fue lo que me llamo mucho de Mateo, su belleza y misterio junto solo me atrajo como una polilla a la luz.
-Debería fingir mi muerte y así dejarme tranquila.
Franmar me sonrió con tristeza, porque ella era la única que sabía cómo era mi relación con Mateo y fue testigo como las cosas se pusieron feas poco a poco.
-Solo cuídate, sabes que él nunca recibe un No por respuesta.-asentí dándole la razón.
Nos encontrábamos en el comedor de la universidad, ya que teníamos diez minutos de descanso y después volvíamos a los estudios. Las dos seguimos desayunando, hasta que una melena rubia conocida capto mi atención en ese momento al entrar a comedor.
-Está loca.-susurre con el corazón a mil de los nervios.
Franmar siguió mi mirada hasta posarla en la chica que estaba vestida diferente, con un porte que estaba prohibido en esta área.
-Alida como que heredo la locura de tu padre.
Si, nunca conocimos a nuestro padre o un familiar muy cercanos. Pero los comentario de mi abuela, eran que su familia era loca desde la cuna y lo comprobamos con Alida.
Ella acabada de entrar con el uniforme del enemigo como si fuera un premio, desfilando con su grupo de arpía siguiéndola como si ella fuera la reina de este lugar. Captando que todas las miradas cayeran ella y se produjeran un silencio extenso en el lugar.
La ciudad más cercana era el enemigo número uno de nuestro pueblo, por lo cual ellos siempre usaban uniforme militar de color rojo y negro en su ropa a donde vaya y nunca se dividían por bloque como nosotros. Ellos eran muy crueles y psicópata hasta el punto que si salía de Diamantes, no regresaba completo.
Los pueblos más cercanos estaban a treinta kilómetros y el de enemigo, se llaman Tierra Oscura porque después del bombardeo en años pasados esa ciudad nunca volvió a creer algo verde, todo era asfalto y oscuridad.
En cambio en nuestra tierra era llamada Diamantes por las fuente de reserva de energía que dejaba a la ciudad con mucha iluminación y no por ser la mejor ciudad.
-Y al parecer no es la única.-susurre viendo que su grupo también estaban vestida iguales.
Alida se detuve en medio del comedor y una de sus amigas le entrego un puto megáfono, ella se aclaró la garganta y hablo a través de él.
Ay Dios, que esta vez no nos confunda.
Alida siempre fue la problemática y la que se metía en problemas, yo en cambio era la reservada, la callada y me confundía a veces con ella y solo por eso ella se cambió de color de pelo.
-¡Buenos chicos y chicas, ya todos sabemos que se acercan el Día de broma y como siempre cada años los endemoniados del enemigo se cuela a hacer desastre en nuestra ciudad, nos tocó nosotros también pagarle con la misma monedad!-comenzó hablar muy digna de ella, y su grupo de amigas comenzó a repartir volante que yo recibí sin poder creérmelo.
Ósea, la escuela enemiga nos tenía a monte de tantos caos que hacían en nuestro pueblo, y todavía no entendíamos como eran que lograban entrar siempre. Por eso que estábamos a solo una semana de ese día para que ninguna familia saliera de su hogar y se refugiara. Porque eran de los peores, a donde iban dejaban caos y muerte.
- Así que no fue fácil robarle a todos eso endemoniados su uniforme y hacer una fogata con ella.-yo deje de escuchar, porque veía de todo en este momento.
Esto solo traería más problemas y fui muy tonta en dejarla sola en esa fiesta. Pero la pregunta del año es ¿Qué paso ayer? ¿En dónde me encontraba yo, que ella acabo metiéndonos a todos en problemas?
-¡Te amamos Alida!
-¡Eres la puta ama!
El comedor comenzó a estallar en aplausos, gritos y cumplido que solo hizo que me levantar de mi asiento molesta y saliera del comedor cuando sonó la alarma que todos ignoraron.
-Abu esta vez, sí le va a dar un infarto.-Franmar llego a mi lado asustada siguiéndome.
Algo que ni siquiera note.
Mi mente estaba, en que esto solo traería más problemas del que ya tenemos.
-Ay mi dios, esta fue la última gota que derramo el vaso.-dije muy asustada pasándome la mano por la cara.
Me detuve en el pasillo que seguía vacío y sentí que mi respiración me estaba comenzando a fatal, tanto así que todo se volviera a poner negro otra vez.
***
La cabeza me dolía mucho y mis oídos zumbaba como si llevara mucho tiempo bajo del agua, los parpados me pesaban mucho y cuando los abrir me cotos mucho darme cuenta en donde estaba.
-Es normal en ella, aunque llevaba años que no le daba.-escuche la voz de la curandera que le hablaba a alguien afuera de la pequeña habitación de la enfermería de la universidad.
-¿Los desmayo son normales? Ja, otro perro con ese hueso.-esa molestia voz, hizo que todas mis defensas se activaran.
Alerta roja, alerta roja. Nuestro chico nos vinos a buscar, y eso solo significaba una cosa.
-Señor ahórrese sus sarcasmos que yo solo sirvo para curar y no para hablar de la vida de los alumnos.-después que la curandera dijo aquello la puerta se abrió en par dejando ver que entraba Ana con Fénix siguiéndola.
¿Cómo se respira después de esto?
Él llevaba ropa diferente y no era la que nos identificaba por nuestra zona, su ropa era la misma que los viajeros que no identificaba como un extraño en la ciudad. Cosa que observe determinadamente porque el negro le sentaba tan bien, que hacia contraste con sus perfecto ojos y le resaltaba un poco su pelo gris.