Aldora
-Ojalá y fuera conmigo, pero no lo creo. La verdad nunca signifique nada para él, solo era una más del montón.
-Es que provoca matarlo, ósea como se atrevió llegar hasta la tienda y tratarte así.
Franmar y yo estábamos en mi habitación haciendo supuestamente tarea, ya hace más de unas dos semanas que no nos veíamos por motivo de que me enferme después del suceso de la tienda y que no volví a ver a Fénix por ningún lado. Cosa que agradecí y a la vez que me puso peor el estado, pero bueno estaba contándole todo a Franmar porque necesitaba desahogarme de verdad con mi mejor amiga.
Y ella era la única que conocía mi historia con Mateo.
-Pero es que provoca matarlo, pero después recuerdo que está prohibido.-resoplo molesta lanzando puño en el aire como si se estuviera imaginado que la cara de Mateo estaba frente de ella.
Cosa que me causo gracia, porque así era ella. Espontánea y divertida, pero también sobre protectora.
-Ese machita se está pasando, yo no sé porque no se actualiza y madura de una vez. Ya estamos más que avanzado, para estar en el siglo XIX.-señale también molesta.
Franmar hizo un gesto con sus manos para que lo dejáramos pasar y después se le formo una sonrisa de oreja a oreja, y ya yo sabía por dónde venía.
¿Quién nos manda a contarle como nos trató nuestro Fex?
¿Acabo de decir nuestro?
Aaaah ya lo reclame como si fuera un objeto.
-Bueno olvidando al gorila buenote, enfoquémonos en el que nos importa ¿Sus ojos en verdad son negro azulado?
Quien me mando a mi a chismearle, que estábamos tan pegados que casi nos dábamos un beso.
Resople cansada pero a la vez si quería hablar de eso.
-Lo he visto muy cerca la verdad, son oscuro tanto que te pierdes en ellos.-respondo recordando sus perfectos ojos negro.
-Wft, ósea que es la tempestad que anuncia la tormenta.-chillo ella emocionada, lo que hizo que yo pusiera los ojos en blanco.
-Ja, ja, ja no. Son negro, tan negros que te pierdes en ellos.-aclare, lo que hizo que ella bajara un poquito el ánimo.
-Y yo aquí pensando en poesía con esos ojos… así no me sirve, esos ojos son tan mentirosos que se daría la mano con el beso de Judá.
Las dos estallamos en risas cuando nos dimos cuenta de lo que dijo.
-Ja, ja, ja te pasa Franmar.
-Ja, ja, ja tu sabe que yo soy única.
-Si lo sé.
- No te preocupes vendrá cosas mejores… además acuérdate que no eres la única salada aquí.
-Yo salad no soy, soy más dulce que la miel.-intente bromear pero la sonrisa me salió torcida y un poco triste.
Bueno creo que se me salió un poquito que Fex no era mi primo, y que era un viejo amigo de mi mamá y que estaba de visita. Donde se me salió en medio de mi desahogo con ella.
Ahora éramos cinco lo que sabíamos que Fénix era un viajero.
-¿Qué edad tendrá?-me pregunto y pensando bien debe tener su veinte pico, ya que no aparenta de treinta.
-23 o 24, no creo que pase de esa edad.-pensé yo también.
-Para la edad que él tiene debería ya sentar cabeza a ver si deja de romper tantos corazones en sus viajes.
Uff mi corazón se agrieto un poco.
-Cariño dejemos esto para después y seguimos con la tarea.-asentí triste.
Necesitaba dejar de pensar en Fénix, esto no estaba bien que siguiéramos así. Un tira y afloja que no nos llevaría a ningún lado, el huía cada vez que teníamos unos encuentros que nos acercaba demasiado y yo no sabía en donde iba a parar mi cabeza, cada vez que me mataba pensando las disculpa.
Franmar y yo seguimos con nuestras tareas hasta las seis de la tarde que ella se tenía que ir, hoy era sábado y la mayorías de las tienda de esta zona no habríamos los sábados o domingo. No era bueno para la ciudad, ya que estábamos en fecha cercana donde el enemigo se revelaba. Y solo por eso, cada quien permanecía en sus hogares.
Después que Franmar se fue, baje a la cocina donde mi abuela estaba cocinando con mi abuelo. Ellos eran la pareja más bonita y hermosa que yo había visto, yo quería un amor así como el de ellos.
Pero no, me toco el amor toxico y la obsesión.
Creo que eso ni siquiera se podía llamar amar.
-Hola Abu.-bese la mejilla de mi abuelo que estaba leyendo su periódico matutino y después pase a mi abuela que estaba removiendo algo en la cocina.
-Hola princesa.-respondieron los dos haciéndome reí.
Me senté a lado de mi abuelo y no sé porque mi mirada se dirigió a la puerta de atrás. Era como si esperar que él llegara en cualquier momento.
-Esa chica deberíamos mandarla con tu hermana.-hablo mi abuela trayéndome de vuelta a la tierra.
La mire dudosa y después a mi abuelo. Ellos llevaba rato hablando y yo aquí pensando en Fex.
-Aurora, mi hermana queda en el otro distrito y dudo que a Alida le guste la idea.-hablo mi abuelo pasando el dedo por su Tablet donde era el periódico hoy en día.
Un periódico electrónico holográfico que detestaba mucho.
-Pues que se aguante, yo no la mande a que fuera al pueblo enemigo e hiciera esa locura… solo está provocando que nos eche de este distrito y nos mande al pueblo enemigo.
Si, ya medio distrito sabía lo que mi hermana había hecho. Y nadie estaba contento que digamos.
-Aurora solo esperemos unos días más y si se desata, bueno ya sabe dónde mandarla.-mi abuelo apago su Tablet y la miro como si no le agradara hablar de eso.
Mi abuela solo asintió y después me miro, sus ojos cargaban un secreto que hasta el más ciego se daría cuenta.
La ignore, saque mi celular y comencé a nadar por las redes sociales. No me sentía bien si mi hermana se iba con la tía y más a treinta kilómetros lejos de nosotros.
Estaba tan metida viendo las nuevas fotos que circulaban de mi hermana, que cuando mi abuela me coloco el plato de comida al frente comencé a comer en silencio. Ellos estaban tan contento y hablando de sus temas locos, que me ignoraron como siempre.